"Estado lo dejó en desamparo": Con $70 millones indemnizarán a hombre torturado en dictadura
Rodolfo Eugenio Elgueta Castro, militante del Partido Socialista, trabajaba como asesor en el Consejo de Administración de la Pequeña Minería y en la gerencia de la refinería de cobre en Ventanas.
Pero su vida dio un vuelco dramático el 19 de septiembre de 1973, cuando fue detenido sin una orden judicial en la vía pública por efectivos de la Fuerza Aérea y la Marina.
Trasladado a la Base Aérea de Quintero, quedó incomunicado y fue sometido a constantes interrogatorios en condiciones inhumanas, donde apenas sobrevivía alimentándose de trozos de pan que le arrojaban sus captores.
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El calvario de Rodolfo no terminó ahí. El 6 de octubre, fue llevado al Cuartel Silva Palma de la Armada. Allí, las torturas se intensificaron: le vendaban la vista, aplicaban corriente en su cuerpo húmedo, especialmente en áreas sensibles, y lo golpeaban brutalmente.
Durante todo este tiempo, su familia también sufrió, recibiendo amenazas constantes. Sus captores buscaban información sobre sus compañeros de militancia, presionándolo para traicionar a aquellos con quienes había compartido ideales y luchas.
Finalmente, en noviembre de 1973, fue liberado con la condición de presentarse diariamente en la Primera Comisaría de Viña del Mar.
Sin embargo, la persecución continuó, y en diciembre, decidido a proteger su vida y la de su familia, Rodolfo partió hacia Alemania.
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Allí, enfrentó el desafío de empezar de nuevo en un país extranjero, aprendiendo un nuevo idioma y realizando trabajos humildes, muy lejos de su carrera profesional en Chile.
Su esposa, quien estaba a punto de rendir su examen de grado y convertirse en funcionaria del Juzgado del Trabajo, también tuvo que abandonar sus aspiraciones y huir con él.
Después de tantos años, Rodolfo aún lleva las cicatrices de aquellos días. Sufre de parálisis en sus manos y dolores crónicos, resultado directo de las torturas físicas.
Además, las secuelas psicológicas son profundas: trastornos del sueño, depresión, angustia y ansiedad son constantes en su vida, claros signos de un estrés post-traumático que no lo abandona.
La reciente decisión del Vigesimosegundo Juzgado Civil de Santiago representa un poco de justicia para todo lo que vivió Rodolfo.
La jueza Lorena Cajas Villarroel ha reconocido el sufrimiento inimaginable que Rodolfo y su familia han enfrentado y ha ordenado al Estado chileno pagar una compensación de 70 millones de pesos por el daño moral sufrido.