René Naranjo y desafíos del Festival: Ser la fiesta del verano y pensar en segunda pantalla
Sin duda el Festival de Viña 2024 será recordado por la soberbia presentación de Andrea Bocelli en la Quinta Vergara. Un show que contó con la participación de la Orquesta de Santiago, marcando un récord en el certamen al tener sobre el escenario a más de 100 músicos, incluidos su hijo Matteo y la soprano puertorriqueña Larisa Martínez. En total, 74 multiinstrumentistas y 40 coristas que acompañaron al tenor italiano en un espectáculo que emocionó tanto a los asistentes del teatro viñamarino como al público en su casa.
Los comentarios en redes sociales se repetían; personas emocionadas, incluso hasta las lágrimas, con música clásica que es parte casi del inconsciente colectivo del país por su utilización en distintos medios audiovisuales, pero que muchos no sabían de donde provenían. Y ahí arriba del escenario más importante de Latinoamérica estaba la respuesta.
Para René Naranjo, periodista y crítico de cultura de dilatada trayectoria, esa emoción es el ejemplo perfecto hacia dónde se debe conducir el Festival de Viña, ante lo que el caracteriza como "un espectáculo televisivo domesticado" que no apela a nuevas audiencias que consumen la cita viñamarina con el celular en la mano, deseosas de ver contenido disruptivo, que se aleje de lo que tradicionalmente ve.
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Fue él mismo quien empezó a compartir el nombre de las piezas interpretadas por Bocelli y de que ópera era su origen, como por ejemplo «O Fortuna» o «La donna è mobile» que dieron el puntapié inicial de un espectáculo que quedará en los anales de la historia de Viña del Mar, en un show que para muchos recordó a las grandes orquestas del Festival en los 70s y los 80s.
- ¿Cómo observas la mutación el Festival de Viña del Mar?
-Creo que el festival tiene que recuperar su sentido de fiesta y adaptarse a la segunda pantalla. El festival viene de fiesta, la palabra viene de fiesta. Entonces, si tú no lo vives como eso y solo lo piensas como un programa de televisión donde se trata de presentar a artistas y regalar un par de gaviotas, el espectáculo del festival pierde todo su sentido. Pasa a ser un espectáculo televisivo domesticado.
- ¿Cuál es la importancia del show de Andrea Bocelli?
-Me pareció un espectáculo distinto, que no se había visto nunca en el festival. Fue la primera vez que se cantaba ópera en el municipal como parte del show. Además, había una orquesta sinfónica de 110 músicos, una solista de violín y una cantante estadounidense muy conocida. Creo que eso generó interés, sorpresa y emoción en el público. Mucha gente me escribió en Twitter diciendo que estaba llorando viendo a Bocelli.
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- ¿Qué características debe tener un buen animador del festival?
-Un buen animador debe ponerle alma a las cosas, animar significa animar. Viene de la palabra anima. Debe ser parte de la fiesta, invitar al público, hacerlo participar, ponerle alegría y sorpresa. A mí me gusta mucho Sergio Lagos, porque es músico y entiende lo que es animar. Recuerdo sus presentaciones de Los Tres, de Ruperto y de Daddy Yankee, que son videos icónicos, que la gente no olvida y siguen compartiendo.
- ¿Cuáles son los desafíos a futuro del Festival de Viña del Mar?
-El desafío es ofrecer al público algo que nunca ha visto, que lo haga descubrir cosas, que lo haga aprender cosas. Los seres humanos recordamos las experiencias que nos han marcado emocionalmente. Por eso hay que aprovechar la comunicación directa con el público a través de los comentarios en la segunda pantalla, que finalmente genera rating. También hay que revisar la fecha del festival, porque terminarlo cuando empieza marzo no sé si es lo más adecuado.
Y hay que diversificar los números. Antes el festival tenía cinco shows, ahora tiene tres. Hay que pensar en un mundo diverso, donde la gente tiene curiosidad por saber de otras cosas.