Sida a la baja. ¿Vamos a otra cosa, mariposa?
Las cifras entregadas por el Instituto de Salud Pública (ISP) referidas a las nuevas infecciones diagnosticadas en el período enero-noviembre de 2023 (las cifras de diciembre aún están en proceso de validación) revelan que están disminuyendo, no de la forma acelerada que quisiéramos, pero sí de manera consistente.
EL ISP ha informado de 4.434 nuevos casos, mientras que en 2022 fueron 4.946 casos y el 2021, 4.538 casos para el mismo período. Al desagregar por sexo, los hombres siguen predominando (hombres: 3.654 casos, 82,4% del total; mujeres: 780 casos, 17,6%). El grupo etario más afectado se ubica entre los 20 y 39 años con un total de 3.011 lo que representa un 68% del total de los casos. Se han diagnosticado 5 casos para niñas y niños entre 0 y 4 años. El mismo número de casos para personas mayores de 80 años. Las nuevas infecciones en mayores de 50 años representan el 13,2% del total, un cambio en la población a tomar en cuenta.
Respecto de la nacionalidad se desprende un tema relevante desde las declaraciones del Ministerio de Salud explicando el alza de VIH debido al aumento de personas extranjeras en el país: un 55.8% son chilenas. Venezuela, Colombia y Bolivia, que desplazó a Perú, son los principales países de los cuáles provienen las personas con nuevo diagnóstico de VIH.
El reporte anual de ONUSIDA, publicado en noviembre de 2023, reveló que nuestro país tendría un estimado de 83 mil personas viviendo con VIH, de las cuales ya se han diagnosticado 78.174 personas, es decir, un 94%; pero respecto de las personas que viven con VIH y se encuentran en tratamiento, el informe refiere que sólo son 61.502 personas, lo que significa que 16.672 personas ya conocen su diagnóstico y no acceden a tratamiento antirretroviral; sólo el 74% del total estimado de personas que viven con VIH se encuentran en tratamiento antirretroviral. Una cifra preocupante.
Si sólo vemos las cifras del primer pilar es claro que hemos sido exitosos en lograr que las personas que han tenido prácticas sexuales de riesgo se hagan un test de VIH para conocer su situación de salud. Pero seguimos teniendo una gran brecha para que las personas que conocen su diagnóstico se incorporen a los sistemas de salud para acceder a tratamiento antirretroviral.
La reciente campaña comunicacional de prevención del VIH equivoca el foco al no dirigirlo a aquellas personas y poblaciones más susceptibles de adquirir VIH debido a las prácticas sexuales en que incurren. Y si somos exitosos en lograr aumentar la cobertura de las personas con VIH a tratamientos, esta pandemia será de nichos. Circulará en pequeños grupos que incurren en prácticas sexuales sin condón, con múltiples parejas y consumo de sustancias.
Alcanzar a esos grupos será más difícil, requerirá mayores inversiones y nuevas estrategias. El problema de alcanzar las metas comprometidas es que algún creativo de los presupuestos considere que los recursos ya no son tan necesarios.
Tenemos la oportunidad de avanzar decididamente en el segundo pilar de la cascada del Test y Tratamiento de VIH; pero se debe ser más atrevido y menos pacato con las campañas comunicacionales.