Codelco y SQM: ¿Un nuevo modelo?
Es probable que noticias como el memorándum de entendimiento entre la estatal Codelco y la privada SQM sobre la explotación del litio generen preguntas, y que una vez esto se vaya concretando y conociendo los detalles de la negociación y futura puesta en marcha podremos ir concluyendo qué tan bueno ha sido el negocio para el Estado de Chile. Cómo aquello impactará en el desarrollo del país y el bienestar de las y los chilenos.
Por ahora, quiero poner el foco en un asunto que me parece importante de destacar del acuerdo. Me refiero a la instalación de una forma poco usada en el modelo político y económico chileno a la hora de generar estrategias de desarrollo de largo plazo, la colaboración público – privada mediante ya no la pura regulación de lo primero sobre lo segundo, sino a la participación en igualdad de condiciones para construir un tercer agente que comparte riesgos y ganancias.
Es conocido en la historia económica como el Estado (monárquico y moderno) ha sido clave a la hora de desarrollar mercados, negocios e incluso promotor de las grandes fortunas a nivel global. Sin la acción de la política no podrían haber sido posible cientos, miles de negocios hoy sumamente reputados y lucrativos.
En Chile, después de la dictadura y la caída del muro de Berlín, nuestro país asume las medidas del consenso de Washington, y con ello cambiará el eje de nuestro modelo de desarrollo. Consolidando lo que ya había realizado la dictadura privatizando empresas públicas, abriendo nuestro mercado internacional a través de cientos de tratados de libre comercio y generando una institucionalidad de regulación, en muchos casos muy débil, para que creciera la economía. A fines de los 90 y posterior a la crisis asiática hubo sendas discusiones sobre qué hacer con los recursos que ganaba el país. Qué duda cabe que se avanzó en acceso a servicios sociales como la salud, vivienda y educación, pero con modelos que al largo plazo generaron una enorme distancia entre la política y los ciudadanos.
En el campo de la economía, donde predomina el paradigma ortodoxo, nadie parece cuestionar otra forma de generar riquezas y desarrollo que no sea a través de la pura iniciativa privada. El Estado debe cumplir un rol de regulador, fiscalizar, de guardián de reglas de libre mercado. La política pública y el debate parlamentario siempre están en un tira y afloja respecto de cuán fuertes o débiles deben ser estas políticas. Si se habla de alianzas público-privadas, éstas siempre están en el ámbito de como el Estado le transfiere dinero al privado para que realice lo que el Estado por convicción ideológica no hace lo suficientemente bien. Un asunto que se encuentra en debate a propósito de asuntos como el SENAME o los convenios o incluso la salud, donde las transferencias públicas a entidades privadas son enormes.
Más o menos Estado, más o menos mercado es un discusión pendular, circular diría yo, que se repite una y otra vez en universidades, instituciones gubernamentales, partidos y el parlamento con escasa innovación.
¿Qué tiene que ver todo este preámbulo con lo de Codelco y SQM? Quizás nadie lo ha dicho, o por lo menos yo no lo he escuchado. Y es que este memorándum de acuerdo, desde mi punto de vista, será una de las más importantes acciones donde el Estado y una empresa privada crean una alianza estratégica, en un mercado de total interés nacional y global para todo el siglo XXI. Pero no ya desde los paradigmas del consenso de Washington, tampoco lo harán desde las teorías Keynesianas, lo harán con una formula ya tratada por otros economistas como Mariana Mazzucato, en clave: “Estado emprendedor”.
Es por ello, que las primeras críticas al acuerdo surgen de sectores ideológicos contrapuestos. Para unos esto implica un ataque al libre mercado y el supuesto de que el rol del Estado es solamente regular y no participar del “negocio”. Por otra parte, están aquellos que hubieran preferido una respuesta al estilo siglo XX en los años 60. Empresa pública, control estatal, participación de “los trabajadores”. Todos estos asuntos son tan escuchados de uno y otro lado, en un país donde, al parecer, la cordillera impide enterarnos sobre lo que ocurre en el globo y de lo que nos estamos jugando para las próximas décadas.
El acuerdo, que por supuesto debemos mirar con cuidado para saber cómo se implementará y qué beneficios tendrá la población por aquello al largo plazo, cambiará el paradigma de como entendemos las relaciones económicas y las estrategias de desarrollo. Debemos analizar si es posible que sea aplicable a otros sectores importantes, una pregunta no menor.
Esto no es algo nuevo en el mundo. Vamos a participar de otra forma en el mundo que se construye en las próximas décadas como lo es la transición y el mercado de la energía, la posición geopolítica del país. Son muchas las dimensiones a observar y en las que el debate público debe ser clave. También nos toca salir de los paradigmas polarizantes del siglo XX en materia de políticas públicas y administración del Estado. No podemos comenzar a hacer negocios nuevos con instituciones añejas.
A diferencia de las décadas pasadas no podemos seguir solamente con la idea del “chorreo”, de ir ganando lo que vaya cayendo, debemos ser capaces de que en las próximas tres décadas se instalen modelos de desarrollo sostenibles capaces de beneficiar a la población, y que tengamos todos mejores niveles de vida.
Las barreras ideológicas del siglo XX sobre los postulados económicos de izquierda y la derecha nos detienen si pensamos que se está construyendo un nuevo mundo mientras yo escribo y tu lees. En mi caso, la izquierda en el siglo XXI son un conjunto de valores como: la justicia, la solidaridad, la libertad, el bienestar social, económico y ambiental de todos independiente de la cuna, los rectores de un desarrollo armónico. Son marcos para la acción, no reglas rígidas que no podamos adaptar para tener mejores resultados.
La misión que debe guiar el futuro es la de construir un mejor país, pero esa frase cliché debe entenderse claramente como un lugar donde, cuando nazcas, tus necesidades están garantizadas y puedas emprender tu vida, comprendiendo que es compatible tu proyecto personal con garantizar que no debas pisar a nadie para lograrlo, y que para eso debes colaborar.
Codelco y SQM podrían estar cimentando un nuevo modelo de desarrollo para el país. Debemos estar presentes para guiarlo hacia resultados que beneficien a todos.