Reseña de libros| “El viejo de la lluvia” de Rodrigo Téllez. Una historia atemporal
Uno de los tantos méritos que se reconocen en ciertos libros de grandes autores, es precisamente que nos relatan hechos comunes, de gente común, pero que siempre de una u otra forma, no notamos. Por eso esos autores logran traspasar el tiempo y conmovernos, porque nos recuerdan precisamente esas vidas olvidadas y nos conectan con nuestra humanidad. Este libro, se acerca a eso, y afirmo que se acerca, porque estamos ante un novelista en formación y que probablemente más adelante nos sorprenda con muchas más novelas que no solo se acerquen, sino que lo logren totalmente.
Desde el inicio del libro, se anticipa que la llegada al pueblo del que es el personaje central que va a cambiar la vida del narrador de la historia y, por lo mismo, provoca desde el comienzo curiosidad y deseos de seguir leyendo, y, esta curiosidad esta cruzada por varias preguntas que puede el lector formularse desde el comienzo.
A la obvia de ¿qué le pasó al narrador en relación al recién llegado?, se suma la que se deriva de la idea que ya logramos formarnos de la lectura de las primeras páginas del libro como esta: ¿qué puede ser tan importante de contar si el viejo llega a un pueblo chico, perdido en algún país - que puede ser cualquiera de eso pueblos perdidos en cualquier país – en que vive poca gente, que lleva una vida sencilla y sin expectativas? Esta curiosidad que ocasiona el comienzo, marcada por el perjuicio inicial de que es muy difícil que pase algo interesante en un lugar como ese y con ese personaje, me hizo reflexionar sobre hasta qué punto juzgamos el contexto, y ya solo por eso, vale la pena leerlo.
Además, esa primera impresión sobre el contexto , se va reforzando con los personajes que van apareciendo, como por ejemplo “la Maceta” que representa a todas las señoras pendientes de la vida ajena del pueblo y que pasa los días mirando por la ventana; la mamá Tere , la reconocible madre jefa de hogar a cargo de llevar el orden tanto de lo domestico, como de la vida de quienes tiene a cargo; Jenny la mujer joven, ingenua , que de aburrida se engancha con un pescador, que es otro personaje bien reconocible. La gente del pueblo que comenta la llegada del forastero como un acontecimiento de tal importancia, que provoca que muchos vayan directamente a tratar de hablar con el nuevo vecino, que se instaló en la casa de uno de ellos, que era su familiar y que ya está muerto, es un personaje en su conjunto.
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Me reservo para no adelantar la historia, los centrales: el “viejo de la lluvia”, “Cojinova”, que es el que la relata y por supuesto, Demóstenes. Todos ellos, son grandes personajes, muy bien descritos y logrados, en especial, el del “viejo de la lluvia” por sus características y su historia personal, me aventuro a afirmar que sobrevivirá marcadamente en la memoria del lector, más que el mismo “Cojinova”.
Debo agregar que la descripción del entorno y sus personajes nos sitúa en un lugar universal y reconocible, e insisto en esto, porque me parece que es uno de los grandes méritos del libro. Siendo así de universal, el reconocimiento es individual, por ejemplo, a mí me recuerda a un pueblo chico del sur y estoy segura de que a otros lectores les va a recordar algún otro lugar con esas características, sea del norte, del centro, y sea de Chile o de cualquier país.
Mención aparte merece el narrador del libro, que a la vez fue protagonista de la historia que cuenta. Lo interesante, es que este narrador carece de ego, y se describe a sí mismo y a los protagonistas sin pretensiones ni juicios, pero consciente de su vida pobre y sin aspiraciones. Hay un párrafo que me permito trascribir y que muestra lo que intento transmitir respecto de este narrador-protagonista: “Sumando y restando, mirando dentro de la niebla del pasado, creo que esa tarde rozamos esa forma de felicidad que nos toca a los pobres: el alivio”.
El narrador era muy consciente de su vida, y esa vida sencilla, plana y sin aspiraciones, fue la que él juzga que cambió totalmente el “viejo de la lluvia “, y logro hacerlo un “hombre de bien” según afirma él mismo.
No quiero contar de que se trata específicamente la historia, solo pretendo rescatar lo que me parece que deben considerar para leerlo: una historia de personas que sí existen, aunque las ignoremos; que están en lugares remotos, que ocurren en cualquier país, pese a que finjamos que no están, cuyas vidas son tan valiosas como cualquiera, aun cuando la generalidad las ignore y pareciera que no existen. El libro nos recuerda que sí están.
Da para pensar que esas realidades deberían cambiar en varios sentidos. Dan ganas que sus habitantes quieran un poco más, que no vivieran en esa especie de sueño largo con algunas pequeñas interrupciones.
Finalmente, después de terminar el libro, pienso que tal vez muchos estamos en ese pueblo chico, que vendría siendo nuestra vida, y seguro muchos hemos tenido nuestro propio “viejo de la lluvia”.