El cobarde asesinato de las hermanas Mirabal, opositoras al dictador Rafael Trujillo en República Dominicana, impulsó a las Naciones Unidas a establecer el 25 de noviembre como el día en que reafirmamos la lucha por la eliminación de la violencia contra las mujeres.

Podríamos decir que la población nacional ha avanzado en comprender que este no es un problema privado, sino que impacta a la sociedad en su conjunto, siendo todas y todos responsables de hacerle frente. Sin embargo, las cifras no se condicen con una toma de conciencia, lo que se evidencia en los 37 femicidios consumados y 192 femicidios frustrados, a la fecha (Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género) junto a las más de 83 mil denuncias de violencia en contra de mujeres ocurridas en nuestro país, una proporción mucho mayor comparada con 2022.

Leyes, como el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, son avances legislativos que se han impulsado con fuerza en el Gobierno del presidente Boric. El Ministerio de Mujer y la Equidad de Género, está trabajando junto al Senado, haciendo una serie de indicaciones destinadas a perfeccionar la iniciativa que cumple su segundo trámite. Buscando principalmente mejorar las normas del proyecto para que la violencia contra las niñas y mujeres sea prevenida y sancionada, que se establezcan medidas de protección en favor de las víctimas, y se restituyan los derechos vulnerados. Se incorpora además una nueva mirada, que visibiliza la violencia de género que sufren niños y niñas, ejercida con el objeto de dañar a sus madres y cuidadoras, para que el sistema de justicia tenga un abordaje integral del problema.

Por otro lado, la cobertura mediática tiende a centrarse en que las mujeres no denuncian, o que vuelven a la relación de pareja, no obstante, la pregunta que debemos hacernos es ¿qué estamos haciendo como sociedad para que estas prácticas se sigan perpetuando y se legitime el control sobre las mujeres, la culpabilización de quien sufre violencia y la protección de quién agrede?

Como país tenemos el desafío de hacernos parte de los cambios culturales que se requieren para erradicar la violencia contra las mujeres en todas sus formas, es por ello que necesariamente debemos impulsar acciones en diferentes ámbitos; ya sea en salud, educación, trabajo, etc. Tenemos el deber de asumir la responsabilidad que nos cabe como sociedad, aunque sea un tema que les incomode, por una vida libre de violencia de género, en memoria de aquellas que ya no están, por nosotras y las que vienen.