Cámaras trampa en tiempo real ayudan a frenar ataques de perros a huemules
“Los perros mataron dos hembras huemules y estaban preñadas. Fue lo más lamentable que tuvimos el año pasado”, cuenta Carlos Subiabre, guardaparque del Parque Nacional Patagonia, al sur de Chile.
Así como esos dos animales, muchos otros huemules (Hippocamelus bisulcus) —un ciervo que sólo habita la cordillera de los Andes de Chile y Argentina— mueren a causa de los perros que asedian a esta frágil especie considerada En Peligro por la Unión internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y que a penas cuenta con unos 1500 ejemplares distribuidos en poblaciones desconectadas unas de otras en ambos países.
De hecho, ni siquiera en las áreas protegidas los huemules están a salvo de esta amenaza. Históricamente los censos daban cuenta de que el sector Tamango, en el Parque Nacional Patagonia, albergaba una población de entre 30 y 40 huemules asegura el veterinario Cristian Saucedo, director de vida silvestre de Rewilding Chile, fundación dedicada a la restauración de ecosistemas. Esa cifra, sin embargo, ha disminuido drásticamente. Hoy esa población sólo tiene entre 15 y 20 huemules, confirma Subiadre y una de las principales razones de ello es el ataque de perros.
Para abordar este problema, que según el experto de Rewilding Chile no está restringido en ningún caso a ese parque nacional ni a esa especie, sino que afecta a muchas otras áreas protegidas y especies silvestres del país, se instalaron en Tamango cuatro cámaras trampa que envían fotografías en tiempo real.
Los guardaparques reciben en sus correos electrónicos las imágenes, eso les permite actuar rápidamente, trasladarse al lugar donde se identificó la amenaza, capturar al perro y entregarlo a la oficina de tenencia responsable en Cochrane, la ciudad más cercana.
Esta tecnología, única en América Latina, ha permitido mejorar considerablemente la capacidad de respuesta de los guardaparques. Sin embargo, los retos continúan siendo muchos. Saucedo advierte que, aunque es una importante herramienta que ha beneficiado la gestión del área protegida, no resuelve un problema que “es nacional” y que permanece sin solución con consecuencias dramáticas para la vida silvestre.
Cámaras trampa en tiempo real
Todos los días, lo primero que hace Carlos Subiabre al llegar a su puesto de trabajo es revisar su correo electrónico para ver si ha recibido imágenes de las cámaras trampa. Si es así, y en ellas se advierte alguna amenaza que, por lo general, suele ser la presencia de uno o varios perros, el guardaparque sale inmediatamente para intentar detenerla.
Las cuatro cámaras trampa que envían fotografías en tiempo real han sido instaladas en zonas de Tamango donde los guardaparques pueden llegar sin mayores dificultades: están cerca de la administración del parque, a la ciudad de Cochrane y a las parcelas privadas aledañas al área protegida. Estos puntos fueron escogidos estratégicamente tras identificar que generalmente los perros que ingresan al parque lo hacen desde las áreas urbanas.
Los guardaparques deben procurar actuar rápido. Si demoran, los perros pueden adentrarse en las 8600 hectáreas que tiene el sector Tamango y complicar enormemente la tarea. Sólo son dos guardaparques para supervisar esta enorme extensión que recorren a pie, en bote y, algunas veces, a caballo.
¿Cómo funciona esta tecnología?
Las cámaras trampa tienen una cámara fotográfica y un sensor detector de movimiento que, al captar la presencia de un animal, activa la toma de foto o vídeo. Las imágenes son guardadas en una tarjeta de memoria que luego es retirada para ser analizada en una computadora. Esta herramienta ha sido utilizada ampliamente por la ciencia desde 1920.
La gran novedad con las cuatro cámaras trampa instaladas en Tamango es que ya no es necesario que una persona se traslade hasta el lugar donde están instaladas para recuperar las imágenes, sino que éstas son enviadas automáticamente a los correos electrónicos que hayan sido programados.
Además, todas las fotografías son filtradas previamente por una plataforma de inteligencia artificial que permite descartar las imágenes fantasma. Sucede que, muchas veces, el sensor de movimiento de la cámara se activa por razones equivocadas como, por ejemplo, las ramas de un árbol mecidas por el viento.
La plataforma clasifica así, automáticamente, sólo las fotografías que realmente tienen información útil para el análisis: animales, personas y vehículos. Esto permite ahorrar un valioso tiempo que puede ser empleado en tomar acción en el momento preciso en que la amenaza está presente.
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Con las cámaras trampa convencionales “generalmente nos enteramos de situaciones que ocurrieron meses atrás”, explica Saucedo, porque las tarjetas de memoria se retiran varios días después de haber sido instaladas y porque “toma mucho tiempo procesar la información: en un mes puedes tener cientos de fotos y en períodos más largos hasta miles”, cuenta.
El problema de esto, agrega el experto, es que “cuando procesamos la información ha pasado mucho tiempo, lo que en términos de la gestión, especialmente de las amenazas, es súper limitado porque estás siempre atrasado”.
Matías Leal, guardafauna de Rewilding Chile y encargado de la instalación de las cámaras trampa en tiempo real, cuenta que, además, dos de las cámaras trampa en tiempo real tienen asociada una jaula para capturar perros.
“Son jaulas grandes donde se deja un cebo, entonces el perro entra y queda atrapado”, explica. En ese preciso momento, “la cámara trampa captura una fotografía y la envía para que el equipo de guardaparques vaya a retirar el perro y sigan los procedimientos que corresponden”.
Alertas al WhatsApp
Una de las grandes limitaciones que continúa teniendo esta tecnología es que requiere de una señal de teléfono para poder acceder a internet y, por ende, a la plataforma artificial donde las imágenes son procesadas y luego enviadas por correo electrónico. Esto limita enormemente los posibles lugares donde instalar las cámaras trampa.
Se espera que en un futuro la tecnología evolucione de tal manera que las cámaras puedan conectarse a un internet satelital a un precio accesible. Por ahora ya hay un segundo avance que permitirá mejorar la experiencia de las cámaras trampa en tiempo real.
Rewilding Chile y la Corporación Nacional Forestal (Conaf), el organismo encargado de la administración de las áreas protegidas terrestres en Chile, están terminando de configurar una segunda plataforma de inteligencia artificial que enviará las fotografías que procese ya no sólo a los correos electrónicos, sino también a los WhatsApp que se programen.
“No siempre hay alguien frente a la pantalla del computador, pero en el teléfono hay muchas más posibilidades. Además no lo configuras a un solo usuario, sino que lo hacemos bien amplio entre el equipo de Conaf y de Rewilding; estamos todos atentos de manera que, el primero que se dé cuenta de que pasó algo, pasa la voz y se despliega quién pueda intervenir”, explica Saucedo.
Las cámaras trampa con esta nueva tecnología se instalarán en la Reserva Nacional Futaleufú donde también se está realizando un monitoreo de huemules y donde hay, además de perros, jabalíes y ganado.
El huemul: una especie vulnerable
“Tamango es la cara del parque que mira hacia Cochrane que como todas las localidades, tiene más gente, por lo tanto más perros”, explica Saucedo. De hecho, los perros que ingresan al parque son generalmente los mismos, asegura Subiadre. El problema es que “no son supervisados, no se les mantiene dentro de las propiedades, salen a hacer maldades por los alrededores”, agrega el veterinario.
Según Subiadre, se han identificado dos tipos de perros: “Los primeros y los más fáciles de capturar son los que llegan con los visitantes que vienen en bicicleta o caminando desde Cochrane”, cuenta el guardaparques. Luego están los perros que ingresan solos desde la localidad. “Esos son los que están haciendo daño últimamente con muerte y persecuciones de huemules”, asegura el guardaparques. Por último, también están las jaurías de perros que, cuando están presentes, pueden ser particularmente dañinas.
El perro desciende del lobo, es decir, de un cazador conocido como cursorial. Esto quiere decir, explica Saucedo, que su manera de cazar es persiguiendo y cansando a su presa. Así, por agotamiento, termina mordiéndola y dándole muerte. “Eso es exactamente lo que hacen los perros con los huemules”, asegura el experto.
El huemul, en cambio, es una especie que no evolucionó frente a un cánido grande que lo persiguiera. Su principal depredador es el puma, que tiene una manera de cazar al acecho, muy diferente a la de un perro, explica el veterinario.
Por lo mismo, este ciervo no tiene herramientas eficaces para hacer frente a la persecución. “No es capaz de mantener una carrera por periodos prolongados, se cansa y, por lo tanto, sucumbe a estos ataques”, precisa Saucedo.
Subiadre asegura que, además de las cámaras trampa, se instalaron 4000 metros de malla para evitar aunque sea un poco el ingreso de perros al parque. Sin embargo, asegura que es una medida “insuficiente”, porque “los perros están rompiendo las mallas o están escarbando debajo de ellas”.
Además, el poco personal limita enormemente las posibilidades de vigilancia. “Somos dos personas permanentes y tenemos que hacer de todo. No estamos nosotros dedicados solamente al tema de conservación, también atendemos público, que nos ocupa mucho tiempo y hacemos las manutenciones de una red de senderos que es muy grande”. comenta.
Con todas las limitaciones que aún existen, las cámaras trampa en tiempo real no sólo han contribuido a tener una capacidad de respuesta rápida ante las amenazas, sino que permite reunir material necesario para socializar el problema para buscar soluciones eficaces.
“Perder dos o tres huemules en un simple evento es dramático porque, además, estás viendo sólo una muestra de lo que ocurre en realidad”, dice Saucedo. En efecto, no todos los eventos logran ser registrados y, además, “esta situación se repite desafortunadamente en casi todas las áreas en que habita el huemul”, asegura el experto. Pero no sólo es esta especie la afectada.
“Los perros son transmisores de enfermedades para los zorros y son agentes de perturbación porque acosan a la fauna silvestre en general”, explica el especialista quien asegura que “si bien ha habido avances en términos de legislación, falta todavía, especialmente en el medio rural, regulaciones para tener herramientas que permitan abordar esta problemática que no ha disminuido sino que sólo ha aumentado”.