La Democracia Cristiana y la tragedia de 1973: Primera parte, 1971
Transcurridos cincuenta años del golpe cívico militar, el papel de los actores políticos protagonistas del proceso ha recibido de una u otra manera el juicio de la historia. ¿Ha sido así respecto al rol desempeñado por la Democracia Cristiana? Ciertamente no ha sido el caso.
Desde comienzos del régimen dictatorial las fuerzas de izquierda que han sido declaradas proscritas centran sus esfuerzos en lograr la mayor unidad contra la dictadura, en una política democrática consecuente y peligrosa. La DC en un comienzo no participa de estos esfuerzos y llama a colaborar con la reconstrucción nacional de los militares. Más aún, su presidente Patricio Aylwin autoriza a varios personeros DC a integrarse a puestos de gobierno de la dictadura, en una política de colaboración. Eduardo Frei se reúne en secreto con la junta militar.
Sólo cuando sus dirigentes toman conciencia que el régimen no llamará a elecciones, y frente a las graves violaciones de los derechos humanos, el partido pasa a definirse como opositor. Cuando se integra a las demás fuerzas opositoras que lo acogen con nobleza, no caben las divisiones, por tanto no hay espacio para críticas, y así transcurren los 17 años de la dictadura. Luego de la recuperación democrática, la DC es el principal partido de gobierno, y su líder Patricio Aylwin asume la presidencia del país, y en consecuencia no hay nuevamente ningún espacio para apreciaciones críticas al rol de este partido durante el conflicto político que culmina en el golpe de Estado. Este papel protagónico de la DC se mantiene durante los veinte años de gobiernos de la Concertación.
Abismo entre la DC y la izquierda desde 1964
En 1970 la relación entre la izquierda y la DC es muy compleja, debido a la campaña presidencial de 1964. Hasta entonces sus líderes principales Allende y Frei mantenían una relación de amistad, teniendo visiones políticas diferentes. En un contexto de Guerra Fría, y luego del triunfo de la Revolución Cubana, el gobierno de Estados Unidos del presidente J.F. Kennedy formula su proyecto político de la Alianza Para el Progreso, destinado a impedir una nueva revolución en América Latina, promoviendo gobiernos reformistas que impulsen la reforma agraria y otros cambios con contenido social.
Es bajo este escenario que Estados Unidos observa a la Democracia Cristiana como un aliado frente al comunismo, y en 1962 inicia los aportes financieros a este partido. Se aportan US$ 80.000 para la elección municipal de 1963 (del orden de US$3.600.000 actuales). Después vendrían muchos otros. Para la elección presidencial de 1964 la CIA financió más de la mitad de la campaña, según el informe Covert Action in Chile del Senado norteamericano. Estos dineros los reciben personas de confianza, siempre del ala derecha, vinculadas a Frei. Una estructura paralela, que gracias a esos dineros, pudo controlar el partido (Magasich, 2018).
La campaña presidencial de 1964 es sucia, conocida como la Campaña del Terror. Se orienta a asustar al electorado, especialmente a las mujeres, con los horrores del comunismo que esperan al país de triunfar la izquierda. Los comunistas son seres abyectos, que arrebatarán propiedades, incendiarán iglesias, arrancarán los hijos de las familias para enviarlos a Cuba. Anuncian el fin de las libertades y de la propiedad privada, Allende forzará a los propietarios a compartir sus viviendas con pobladores marginales, miles de folletos piden a la Virgen salvar a Chile de la plaga comunista, se muestran supuestos niños cubanos separados de sus padres, obreros cubanos confesándose antes de ser fusilados, afiches que muestran tanques soviéticos entrando a Santiago por la Alameda.
La campaña, que puede considerarse siniestra, fue tolerada y aceptada por el comando DC. El adversario pasó a ser enemigo, y más que vencido en la contienda fue destruído, homologado a un grupo de criminales, no respetando límites. Frei nunca la condenó, ni en ese momento ni después. Para el autor Magasich, con esta campaña la DC deshumaniza a la izquierda, y crea una abismo infranqueable. Las anteriores relaciones se terminan, aun cuando hay varias convergencias programáticas. Se rompe la amistad personal entre Allende y Frei.
Primeros siete meses del gobierno de la Unidad Popular
Según el académico Arturo Valenzuela, quien entrevistó a diversos dirigentes DC después del golpe, para la elección municipal de abril de 1971 personeros de la DC proponen a la UP un acuerdo por omisión en las alcaldías, en el afán de no perder su influencia en los territorios. El gobierno no aceptó esta proposición, en un grueso error estratégico.
Luego, para una elección complementaria en Valparaíso de julio de 1971, el senador Tomic propone al presidente Allende que la UP apoye un candidato DC, considerando, dice la misiva, que los votos DC son imprescindibles en el parlamento para aplicar el programa. La propuesta es rechazada, especialmente por el Partido Socialista, que se opone a cualquier acuerdo, en un nuevo error estratégico. Sorprende la poca lucidez política al interior de la UP. En aquel año de 1971, la derecha presenta tres acusaciones constitucionales contra los ministros del gobierno: en febrero, marzo y septiembre. Las tres son rechazadas por la directiva DC del momento, y no prosperan. Su rechazo es categórico a cualquier alianza con la derecha. Este es el ambiente al comienzo del proceso, cuando el partido está siendo dirigido por su ala progresista, aun cuando las desconfianzas mutuas existían.
Sin embargo, las profundas diferencias al interior de este partido afloran desde el primer día. Durante el crítico periodo entre septiembre y noviembre de 1970 preside el partido Benjamín Prado del sector progresista. Cuando en diciembre del mismo año, en la Junta Nacional del partido, cumple su periodo y deja su cargo, expresa su orgullo por el papel de la DC después de la elección y su apoyo al candidato de izquierda, evitando una guerra civil, según sus dichos. Respecto al nuevo gobierno, se adelanta a la enorme disyuntiva histórica que tendrá que enfrentar el partido: “De lo que haga o no haga la DC puede depender en una medida importante el rumbo que tome la sociedad chilena…Creemos que en esta situación no hay cabida para la oposición de tipo tradicional y que el mayor desafío que la DC ha enfrentado en su historia, es probablemente éste, de la definición correcta de la estrategia que se debe adoptar frente a un régimen socialista que surge”. (Repositorio Digital Patricio Aylwin, citado en Amorós, 2020).
La enorme divergencia política interna del partido se refleja en esa misma junta partidista. El ex ministro Andrés Zaldívar postula una oposición a ultranza al proyecto de la UP, dado su carácter totalitario. Luego en mayo de 1971, en un seminario titulado “El socialismo visto por los comunitarios”, el senador Patricio Aylwin afirma su enorme desconfianza a los partidos marxista-leninistas del gobierno y su concepción de la revolución social, y que “sería engañarse a sí mismo pensar que los partidos marxistas que dominan la combinación de la UP fueran a abandonar a esta altura su filosofía marxista leninista, su concepción clasista, su mentalidad, su modo de ser –afirmado reiteradamente– para convertirse ahora que están en el gobierno en ejemplo de democracia, de pluralismo, de respeto por la libertad”.
Por su parte el ex presidente Frei no ha variado su visión pesimista y muy negativa del proceso que se ha iniciado. En diálogo con el embajador brasileño en Chile, Frei manifiesta su desánimo y pesimismo sobre la situación política y económica, se siente culpable de haber entregado el poder a los marxistas, y anticipó que el resultado del actual gobierno sería una guerra civil con un gran baño de sangre (Amorós 2020).
A su vez desde el inicio se desarrolló la estrategia de la derecha política a través del Partido Nacional (PN), orientada a cooptar a la DC para conformar una oposición unida que logre impedir que las transformaciones se concreten mediante leyes en el Parlamento. En enero de 1971 este partido propone a la DC consensuar una candidatura común para una elección extraordinaria de senador en abril. La propuesta es rechazada por el nuevo presidente DC, senador Narciso Irureta, quien declara “No aceptamos participar en ningún frente cívico ni político con los partidos de derecha” (El Mercurio, 21 enero 1971, Amorós 2020).
La reforma agraria pudo ser un terreno de entendimiento entre la DC y el Gobierno, pero eso no ocurrió. La disputa por ganar adeptos entre los trabajadores campesinos, adquirió una dinámica negativa entre ambos y lo impidió. Comenzaron las denuncias DC de la pretensión de crear granjas estatales por parte del Gobierno, que en realidad continuó con la política de los asentamientos con un nombre distinto. Los argumentos de la DC giraban también en torno a la anarquía generada con las tomas de fundo indiscriminadas, que efectivamente promovía el MIR, responsabilizando al gobierno.
La elección municipal fue un enorme éxito para el gobierno. Su votación como conglomerado superó el 50%, muy superior al resultado de la elección presidencial (36.2%). Estos resultados debieron preocupar a la DC, dado que su influencia electoral disminuía frente a un gobierno de izquierda. De allí su afán por mantener su propia identidad, lo que reafirmaba su carácter opositor al gobierno, sin entrar por ahora en alianzas con la derecha.
Asesinato del ex ministro Pérez Zujovic cambia el escenario
El 8 de junio de 1971 un hecho trágico y deliberado provoca un abismo infranqueable y definitivo entre la DC y la Unidad Popular. Al revés del abismo de 1964 preparado para golpear a la izquierda, esta vez, es para golpear a la Democracia Cristiana pero con el mismo objetivo, poner entre ambos un rencor y distancia insalvables. Es asesinado el ex Ministro del Interior del presidente Frei, Edmundo Pérez Zújovic, por un grupo de ultraizquierda denominado Vanguardia Organizada del Pueblo (VOP).
Al contrario de la campaña del terror de 1964, en que está comprobada y reconocida la participación de la CIA, en este caso no hay evidencias. Sin embargo, sabiendo hoy la importancia que la CIA asignaba al papel de la DC en el derrocamiento de Allende, junto a las graves consecuencias políticas que se derivan del crimen, llevan a concluir que este grupo minúsculo pudo ser infiltrado y utilizado. Es un crimen despiadado, frío, aterrador. Pretende demostrar a los demócratas cristianos, que los izquierdistas están dispuestos a asesinar a sus líderes, que la izquierda es terrorista, autoritaria y antidemocrática. Pretende cavar un profundo foso entre ambas fuerzas políticas, que haga imposible una colaboración. Desde entonces se impone una completa desconfianza hacia el gobierno y se iniciará un proceso de alejamiento, que no terminará. Si hay instigadores que se propusieron esos objetivos, éstos se alcanzaron plenamente.
Las consecuencias son inmediatas. La DC rompe el acuerdo que permitía a la izquierda presidir la Cámara y a la DC el Senado. La DC preside ahora también la Cámara, esta vez con los votos de la derecha. En la elección complementaria de julio de una diputación por Valparaíso, la DC va por primera vez en alianza con la derecha, la que no presenta candidato. A su vez, en diciembre de 1971, la DC por primera vez presenta una acusación constitucional, esta vez contra el Ministro del Interior, acercándose más a la oposición de derecha. ¿Qué hace entonces la derecha? Hábilmente, retira tres nuevas acusaciones contra ministros que había presentado, y apoya la acusación de la DC, le cede el protagonismo. El PN sabe que sus objetivos van mucho más allá que una acusación constitucional contra un ministro. Pero la DC no lo sabe, y posiblemente piense que está dirigiendo a la oposición.
El crimen de Pérez Zujovic marca un hito. Allí comienza un proceso inexorable de alejamiento DC. Con mayor razón, si luego de la elección complementaria de julio, un grupo de parlamentarios renuncian al partido en protesta por la alianza electoral con la derecha, y forma un nuevo partido, la Izquierda Cristiana. Al interior de la DC, el camino queda despejado para el sector más conservador, que llegará a dirigir el partido en mayo de 1973. Estos dos factores, el crimen del ex ministro y la salida de un importante número de parlamentarios más proclives a lograr acuerdos con la izquierda, serán determinantes en el camino que en adelante seguirá el partido. La DC pierde su sector más progresista, sale fortalecido el sector más conservador y pasará progresivamente a una oposición radical.