Madre de Jorge Salvo, víctima del estallido: “Mi hijo fue congruente a sus ideales”
“A Jorge le dolía mucho, le hacía mucho ruido todo lo social, era muy sensible ante todo esto y empezó a participar en marchas, protestas, alzando la voz, me decía ‘mamá, hay que alzar la voz, no hay que tener miedo’”, relató Susana Alarcón, la madre de Jorge Salvo, víctima de trauma ocular y quien se suicidó el pasado 28 de junio lanzándose al Metro.
Jorge salió un 17 de enero del 2020 de su casa en Maipú cuando su vida cambió para siempre. A no más de 30 metros y en una manifestación en Plaza Baquedano –más conocida como Dignidad en aquellos años–, un carabinero le disparó una bomba lacrimógena directa al rostro.
Ese mismo viernes por la noche su madre, Susana Alarcón, venía llegando del trabajo cuando recibió un llamado. Su hijo estaba grave en el hospital. Cuando llegó al lugar una fiscal le explicó lo que pasaba: Jorge estaba grave tras recibir el disparo de una bomba lacrimógena muy cercana, directo a su cara.
–¿Cuál fue su primera reacción cuando llega y le cuentan esto?
“Me volví loca… gritaba porque quería verlo, y me llevaron. Estaba inconsciente, vendado completo, yo pensé que había perdido ambos ojos. (Y me dijeron que) iba con un ojo perdido ya que tenía una hendidura tremenda. Jorge despertó y me pedía perdón y me preguntaba por su hija. “Perdón mamá, pero tú sabes que yo tenía que salir”. Lo que él me dijo es que los habían acorralado, que ese día viernes Carabineros lo había emboscado y les había disparado. (Después) cuando llegó el especialista le sacó la venda delante mío y él dijo que ya no había nada que hacer, que había un estallido de globo ocular. Yo estallé en llanto… y siento que hay un derecho de manifestarse, y nadie puede provocar esto, y esa rabia aumenta todos los días, no tan solo con la muerte de mi hijo. Uno ve asaltos y turbas y no hay heridos… en cambio quién sale a levantar la voz por justicia para todos, les disparan y no se hace nada...”, contó su madre, Susana, en conversación exclusiva con El Desconcierto.
Víctima de trauma ocular
Así como las más de 400 víctimas de trauma ocular por la represión policial ocurrida durante el estallido social –según datos del Instituto Nacional de Derechos Humanos–, Jorge fue derivado a la Unidad de Trauma Ocular (UTO) del Hospital Salvador, donde recibió una prótesis.
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Pero su hijo nunca volvió a ser el mismo, e incluso los especialistas dedicados al cuidado de las víctimas de trauma ocular mostraban un trato hostil con los jóvenes, según cuenta Susana. De hecho, el joven contaba con un carnet de discapacidad, por un 67% de discapacidad severa, lo que le impidió volver a desarrollar su vida de antes: “No podía trabajar (...). Duraba dos semanas… no le daban trabajo”, cuenta su madre.
–¿El especialista les dio la opción de que pudieran acceder a una prótesis, o eso llega mucho después?
Nos dijeron que iba a ser trasladado al Hospital Salvador, a una unidad especial por el trauma ocular, me dice que vamos a tener que esperar porque esto es un programa que había puesto el Estado en ese momento, el gobierno de Piñera, y cuando le dije “¿y usted cree que eso es una reparación para nuestro hijo?” me dijo, “bueno señora, eso es lo que hay…”.
Si bien tuvo muy buena atención, lo operaron en la UTO y recibió las primeras atenciones, Jorge no quería pararse de esa cama, me decía “mamá, es que así no puedo”. Él estuvo un mes sin poder pararse, y además estaba mareado, vomitaba, tenía problemas graves de profundidad, iba a tomar el cepillo de dientes y no lo veía.
Las atenciones que nunca llegaron
“(Una doctora) le sacó las esquirlas de la cara, le reconstruyó el pómulo (...), pero nos dijo que tenía un vaciamiento ocular, que no era el caso de otros traumas (oculares) y que había una importante parte psiquiátrica que teníamos que ver porque el impacto de la bomba lacrimógena había sido muy fuerte”, dice su madre.
Jorge sí recibió atención de especialistas, pero la contención psiquiátrica y psicológica para subsanar el trauma no llegó, ni para él ni para su familia, y el déficit sólo se vio acrecentado por la pandemia de Covid-19.
–¿Cómo fue la contención tanto de los servicios de salud, que se vieron paralizados por la pandemia, como la que ustedes tuvieron que hacer y darle como familia?
A veces se cambiaban las horas, las suspendían, pero después todo se vio suspendido por la pandemia. Hubo lapsus en que Jorge demostró su descontento en la casa, nos decía, “pucha mamá voy, me citan, me cambian la hora…”; de primera era muy buena la atención pero después decían que los habían dejado de lado, como que molestaban. Y nosotros nunca tuvimos contención como familia más que nosotros, el tratar de superarnos porque nos mutilaron junto a mi hijo (...), porque Jorge fue otra persona después de su trauma. Él era súper extrovertido, muy alegre, gracioso, siempre con muchos ideales. “Mamá si los cambios van a venir, si no son hoy día, los va a disfrutar mi hija”. Y después verlo así, derrumbado…Me decía, “salgo a la calle y la gente me empuja, o si pasó a llevar a alguien me ‘echa la choriá’”. La contención fue la que nos dimos entre nosotras (junto a sus dos hijas) porque nunca superamos su mutilación. Nosotros tuvimos que sobreprotegerlo, volver a verlo niño…
–Una vez que la pandemia de cierta forma termina, mejora la situación ya en 2021, ¿Jorge vuelve a recibir estos tratamientos? ¿El Estado nuevamente abandona a Jorge y a ustedes como familia?
Recibió pero no era cuando él lo requería. Si se sentía mal tenía que esperar que le dieran la hora, los medicamentos. No era como se les había dicho en un principio, que iban a tener la contención. Él siempre me decía que tenían que gestionar entre los mismos “traumas” –los otros jóvenes víctimas de trauma ocular por la represión policial–. Hacían rifas, completadas, todo para pagar los pasajes. Incluso me contó que un chico de Tomé, tuvieron que juntar plata para que pudiera recibir las atenciones (en Santiago). “La UTO no es lo que nos dijeron, no hay especialistas, no hay terapeutas ocupacionales”, me decía mi hijo. Y después de que lo mutilaron, él no podía encontrar trabajo y eso influía mucho en su depresión.
“Mamá, si los cambios van a venir”
–¿Usted cree que, como decía su hijo, el cambio va a llegar?
No entiendo mucho de políticas de gobierno, pero sí todavía hay una esperanza de que pueda haber cambio, es importante para todas las víctimas. El mes pasado cumplimos 50 años de tanta represión política, de tanto detenido desaparecido, de tantas familias… No se puede seguir repitiendo esta historia, no puede haber más familias sufriendo como estamos sufriendo nosotros, porque es horrible. Entonces tiene que haber una reparación… Hoy en día, por lo que me han contado los compañeros de trauma ocular, me dijeron que se abrieron muchos protocolos con la muerte de Jorge, cuando mi hijo tenía mucha rabia contra todo… pero también veo que mi hijo fue congruente a sus ideales… su muerte fue una forma de reivindicar lo que él creía.
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–Después de la muerte de Jorge… ¿hubo un acercamiento de las mismas autoridades o del Estado para poder acompañarlos como familia?
El subsecretario de Derechos Humanos (Javier Altamirano Molinta) del gobierno se juntó con mi hija, pero yo estuve un mes que no supe nada… Jorge es el segundo de tres hermanos, el único hombre y para nadie es fácil recibir la noticia… cuando el último mensaje fue “mamá, nos vemos mañana. Espérame que voy”.
–Y desde el gobierno cómo han tomado estos casos para darle justicia, no sólo a su hijo. sino también a las otras víctimas, porque sabemos que son procesos lentos, pero también sabemos que, con otro gobierno, habría sido aún más difícil…
El tiempo que pasó con el (anterior) gobierno fue difícil, pero con este gobierno (Jorge) sentía más libertad, más confianza, y eso nos lo transmitía a nosotras también. Entonces yo tengo la convicción y esperanza de que se abran más políticas para todas las víctimas. Yo a Jorge le decía “no vayas” y él me decía, “pero mamá, es vencer o morir, ya empezamos, no podemos parar, sería derrumbar todo lo que hemos logrado, es por todos”. Y yo hoy siento que es por todos y que no puede parar, yo estoy tratando de llegar al Presidente, mandando cartas, porque todos necesitamos esa reparación, tanto las víctimas que quedan mutiladas como los que han perdido a sus familiares. Y yo creo en la palabra del Presidente, creo que él puede hacerlo, no sé cuánto se demore… Yo trabajo en la Municipalidad de Maipú, son técnica en párvulo, y de la primera persona que recibí un llamado fue del alcalde (Tomás Vodanovic) poniéndose a la disposición de lo que yo necesitara, y diciéndome que el Estado estaba al debe… entonces si uno no tuviera esa fe, esa esperanza, no podríamos estar parados todos los días.
–¿Desde la municipalidad han prestado más ayuda además del mensaje del alcalde?
Están las puertas abiertas para lo que yo necesite y lo que nos puedan brindar. Hay un cuidado de preguntar cómo estoy desde la municipalidad, a llamarme… ya llevo tres meses con licencia médica, de entender lo que me está pasando y no cuestionarme. Y desde el gobierno también está la esperanza, porque entendemos que son procesos lentos. Uno quisiera una acción inmediata, pero también es difícil y eso nos llama a no bajar los brazos.
–Es muy importante lo que dice sobre no bajar los brazos… sobre todo en un escenario político tan complejo en el país, que está tan polarizado, que niega las violaciones que ocurrieron durante el 18 de octubre y hace 50 años atrás… ¿Cree, por eso, que Chile es un país sin memoria?
No es que no tengan memoria, pero hay muchas personas que lo niegan. Saben, pero le tienen miedo a los cambios, y prefieren estar en su centro de contó y que no los muevan. Pero la gente que quiere los cambios es porque los sufre día a día y no hay otra opción que no dejarse estar, porque quieren taparlo y hacer como si la vida siguiera igual, pero no lo es, para nadie que ha tenido un detenido desaparecido, que ha sufrido una herida, nadie que ha sido violentado injustamente (...). Y mi hijo la segunda secuela que tenía era mental, psíquica, porque no tenía capacidad para hacerse cargo de su hija, y él no pudo con esa mochila, sentía que tenía tantas cosas que cambiar…
La lenta justicia
Susana Alarcón también explica la lentitud de los procesos, donde Jorge no alcanzó a conocer al abogado que llevaba su caso por la burocracia que conllevaba. “Traté de comunicarme con él, pero no alcancé a conocer a su hijo”, le dijo el abogado a Susana. “Siempre están rotando, cambiando, y se sienten abandonados”, señaló ella.
–Y vuelve la revictimización…
Sí, yo no sé a cuántos lados he ido, y de nuevo hablar… llevo tres meses desde que mi hijo… y vuelvo a llorar como si fuera ayer su muerte, pero todo es burocrático. Incluso ir al psiquiatra que es carísimo. Si a mí me ha costado para pagar mi consulta, cómo la pagaban ellos (las demás víctimas, que no contaban con profesionales adecuados en la UTO de acuerdo al relato de Susana Alarcón).
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–Y la salud pública es también muy lenta…
A nosotros desde el gobierno nos mandaron a una agrupación de víctimas de delitos violentos, pero ha sido súper lenta. Tuve que pasar por trabajador social, y cuando le pedí ayuda psiquiátrica, me dijo “aquí tenemos psicólogo, trabajador social, pero no hay psiquiatra. Tendrías que ir a inscribirte al consultorio”.
–Y usted… ¿Pensó que su hijo podría tomar esta determinación?
Me comentó que había muchos chicos que después de que se les empezó a criminalizar, a ignorarles... (se suicidaron). Él me decía que los habían sacado del Hospital del Salvador, y se veía un lugar bien grande, pero me decía “ya no estamos importando, nos están ignorando, la atención es súper mala, hasta el portero”. Y las políticas de reparación para ellos no estaban como tenían que haber estado. Y todavía hay jóvenes que están pasando por lo mismo y yo les digo “vean lo que tienen, porque nosotros estamos destrozados”. Y él me decía, qué va a decir la Eli (su hija), “yo no sé si voy a poder”. Y si lo vimos mal, lo vimos deprimido, y venían esas depresiones tremendas (...), estaba sin medicamentos porque no conseguía hora al psiquiatra.
–Uno de los chicos compañeros de Jorge le mencionó que a raíz de lo ocurrido se abrieron protocolos nuevos
Me dijo que se abrieron muchos protocolos por la muerte de Jorge. A él le decían ‘pelao’, y me decía “este pelao siempre lo supo hacer, nos sigue doliendo en el alma pero nos sigue sorprendiendo”. Me dijo que habían estado en una reunión con un subsecretario, y me preguntaron si podían nombrar a Jorge… me ha dicho que los han escuchado y yo recientemente me reuní con la Justicia y me dijeron que volvieron a tomar todos los casos, incluso el de Jorge…
Super Jorge: “Mi papá es valiente como un superhéroe”
–Empezamos a conversarle a ella (la hija de Jorge Salvo), le decíamos a ti te gustan los superhéroes, tu papá así salía a la calle, él tuvo un accidente y perdió el ojo. Él se preocupaba, pero yo le decía que para ella no era un tema, entró al colegio y sus compañeros le preguntaban “oye a tu papá qué le pasó”, “que mi papá es valiente, es como un superhéroe”. Y le hizo muchos dibujos, le hizo un leopardo negro que tiene fuerza, pero con un solo ojo, porque así ve a su papá.
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