Yerko Ljubetic: “La propuesta está orientada a favorecer a sectores privilegiados de la sociedad”
“Nos vamos a empeñar hasta el último día para lograr el milagro del acuerdo”, dice el consejero Yerko Ljubetic (CS) a un día de que finalizara la etapa de pleno del Consejo Constitucional. Para el oficialismo el balance es negativo. Republicanos y Chile Vamos impusieron la mayoría que ostentan en el órgano, visando aquellas normas en las que habían alcanzado consenso, dejando fuera a las bancadas de izquierda.
Pero más allá de excluir a un sector político, Ljubetic asegura que esta propuesta excluye a las mujeres, a los pueblos originarios y otros sectores vulnerables. “Esta propuesta es excluyente de los sectores más pobres del país e incluye nuevos beneficios y nuevos privilegios a los que ya gozan de muchos privilegios”, asegura el consejero en entrevista con El Desconcierto.
—Ayer miércoles culminaron las votaciones en el pleno, ¿cuál es su balance respecto a esta etapa del Consejo Constitucional?
La conclusión es obviamente negativa y más bien confirma las aprehensiones que teníamos al inicio de esta etapa, dado que no se hicieron esfuerzos serios por parte de la mayoría para llegar a espacios de diálogo, comprensión y búsqueda de acuerdos. Fue un hecho continuo en las votaciones que la mayoría circunstancial impuso su punto de vista en los aspectos más relevantes del texto y donde las conversaciones estuvieron limitadas a aquellas que se dieron entre Republicanos y Chile Vamos.
Esas conversaciones obviamente se dieron para morigerar los aspectos más extremos de la propuesta original de Republicanos, pero en el marco de una negociación excluyente. No hubo ninguna perspectiva de llegar a acuerdos que le hicieran sentido a la izquierda y a la centro izquierda presente en este proceso.
—¿Cómo evalúa el liderazgo que ejerció Republicanos en el pleno?
Yo me debato en qué porcentaje fue un liderazgo inepto y en qué porcentaje fue un liderazgo mal intencionado, porque si uno tiene por delante un proceso con un calendario predeterminado y tiene la conducción absoluta del proceso —porque hay que recordar que ellos tienen el control de la mesa directiva y de las comisiones— lo razonable era pensar que ellos mismos habilitarían espacios desde el inicio para los diálogos necesarios en la búsqueda de acuerdos transversales y básicos entre todos los sectores presentes en el consejo.
Esto no ocurrió así, perdimos mucho tiempo en la parte más adecuada para estas conversaciones.
—¿Las comisiones?
Claro, pero antes de las votaciones. Nosotros fuimos insistentes en la necesidad de iniciar esas conversaciones incluso antes de que se presentaran las enmiendas. Una vez presentadas las enmiendas, naturalmente los espacios se rigidizan. Los Republicanos, como ellos mismos dijeron, presentaron enmiendas para hablarle solo a su gente, por lo tanto los márgenes de acuerdos se restringieron bastante.
Además, es muy difícil estar en proceso de conversaciones mientras se están votando e imponiendo una mayoría en aspectos importantes. Naturalmente eso hizo fracasar los pocos esfuerzos que hicieron los Republicanos en el sentido de buscar consensos. Y yo adjudico, sin duda, la responsabilidad a quienes tienen la conducción plena del proceso.
Estos espacios se dan o no se dan de acuerdo a la voluntad que tiene la mayoría que conduce el proceso. Y en ese sentido mi evaluación acerca de cómo lo han hecho es claramente muy negativa.
—El texto emanado del pleno del consejo, pese a no ser definitivo, sí condiciona el carácter de la propuesta. En ese sentido, el borrador ha sido calificado con diferentes términos, pero destaca el de "excluyente". ¿A quiénes excluye esta propuesta constitucional?
Claramente excluye a las mujeres, considerando que amenaza los derechos que las mujeres han conquistado durante los últimos años en nuestro país. Excluye a grupos vulnerables sobre los cuáles existía la expectativa de que fueran acogidos en el texto constitucional. Estoy pensando allí en las personas discapacitadas, en las personas de tercera edad, en las personas que cuidan y las que son cuidadas, cuyo reconocimiento quedó simplemente como una cuestión simbólica a la hora de los deberes constitucionales, que no tiene ningún efecto práctico. Excluye naturalmente a los pueblos indígenas. Y también excluye a otros sectores importantes de la sociedad que paradójicamente venían ganando espacios concretos y que ahora corren el riesgo de quedar fuera del marco constitucional que Republicanos y Chile Vamos propone.
—¿Entonces a quién apunta esta propuesta?
Esta propuesta está más bien orientada a favorecer y a generar condiciones aún más beneficiosas para sectores ya privilegiados de nuestra sociedad. Ahí pienso en cuestiones relativas a la eliminación de las contribuciones. Como todos sabemos, es algo que beneficia a un pequeño porcentaje de la población que vive en el barrio alto Santiago y al mismo tiempo afecta gravemente el fondo común municipal.
En definitiva, es excluyente para los sectores más pobres del país e incluye nuevos beneficios y nuevos privilegios a los que ya gozan de muchos privilegios.
[caption id="attachment_870878" align="aligncenter" width="900"] Consejero Ljubetic junto a bancada oficialista. Agencia Uno[/caption]
—Los partidos han dicho que en la revisión de expertos se deben alcanzar consensos, pero los comisionados expertos han sido claros en sostener que esto solo se puede hacer mediante un acuerdo de los consejeros, ¿qué margen queda para alcanzar una propuesta que incluya a todos los sectores?
Tal como dicen los expertos, su margen de maniobra es directamente proporcional a la existencia o no de acuerdos políticos, no solo de los partidos, sino que del Consejo, donde estamos las personas elegidas por la ciudadanía. Es evidente que la Comisión de Expertos, por muy buenas intenciones que tenga, no puede alterar sustancialmente cuestiones sin un acuerdo político. Eso es así, nos guste o no.
Por lo tanto, el nivel de éxito de arribar a una propuesta constitucional que nos haga sentido a la inmensa mayoría, está muy condicionado por la existencia o no de ese acuerdo político. Y no solo porque es razonable desde el punto de vista de la lógica de la política, sino que también porque en términos concretos lo que salga de la Comisión de Expertos vuelve al Consejo para ser votado.
En ese sentido, si la mayoría de este Consejo no está dispuesta a llegar a una propuesta de consenso, los esfuerzos en la Comisión de Expertos están condenados al fracaso.
—En este contexto, en el que se abre una nueva posibilidad de llegar a un acuerdo, ¿hasta qué punto está dispuesto el oficialismo a ceder?
Si uno plantea la necesidad de una negociación es porque está en condiciones de asumir que no todas sus posiciones van a estar reflejadas en el acuerdo final. Eso es una disposición básica para negociar. Pero eso tiene que ser recíproco. Todas las partes tienen que estar en disposición a que el producto final no sea de nadie, en el sentido de que nadie esté totalmente reflejado en él, pero se sienta incluido. Por parte de los partidos de la centro-izquierda y de la izquierda hay disposición a aquello.
Pero también esto debe ser entendido desde la perspectiva de que tiene que ser un acuerdo integral. Una constitución debe ser un conjunto político necesariamente armónico. No es un programa de gobierno, es una construcción política que tiene que ser coherente desde el primer artículo hasta el último. Y eso significa que para llegar a un acuerdo tiene que haber disposición a revisar todo el texto hasta ahora elaborado.
Y esto no lo digo pensando en que queden nuestras posiciones, sino para que se cumplan estos dos criterios; que el acuerdo deje razonablemente satisfecho a cada una de las partes involucradas y que el resultado sea un marco político armónico.
—A medida que fue avanzando el proceso constitucional, José Antonio Kast se fue involucrando cada vez más, ¿cómo ve esta situación?
Ha sido evidente su injerencia. Lo planteó la alcaldesa (Evelyn) Matthei, y para nosotros en el transcurso del día a día de este Consejo ha sido muy notorio. La bancada republicana se mueve en función de orientaciones que vienen de afuera, probablemente de su líder. Y sus dirigentes, su presidente de partido, han estado muy frecuentemente acá.
Eso ha sido claro en el caso de la bancada republicana, en contraste del bloque de Unidad para Chile, que entendimos que aquí había que combinar razonablemente los niveles de autonomía que corresponden a este proceso, con las vinculación necesaria con los partidos a los que pertenecemos.
—También Demócratas y Amarillos han entrado de lleno al terreno constitucional, negociando con la derecha, ¿cuál es su evaluación sobre esas gestiones?
Yo esperaría que Amarillos y Demócratas revisaran aquellos elementos por los cuales fueron activos convocantes al rechazo del proceso pasado —llámese afanes identitarios, la exclusión o el carácter refundacional—, y que están presentes en este proceso.
Quizás estos elementos se han dado de un modo menos vistoso en este proceso, pero se han dado con mucha evidencia. Por lo tanto, espero consistencia por parte de Amarillos y Demócratas, en el sentido de que si estos aspectos se repitieron, deberían ser muy críticos acerca de los resultados que este proceso ha tenido, y que se sumen a las fuerzas políticas que están pidiendo sensatez y racionalidad. De otra manera, yo vería bastante poco consistente la perspectiva que han asumido estos partidos, porque es evidente que en este proceso se han dado las mismas razones y los mismos elementos que, según Amarillos y Demócratas, los llamaron a rechazar el proceso anterior.
—El presidente de la UDI señaló que toda la clase política tendría responsabilidad ante un eventual rechazo de la propuesta constitucional, ¿comparte esa apreciación?
Yo leía al senador Macaya y él hacía esta afirmación, pero concluía diciendo que es evidente que hay quienes tienen más responsabilidad que otros, que son los que constituyen la mayoría. Y yo coincido con ese juicio. Este proceso fue generado desde el acuerdo de los partidos, por lo tanto un eventual fracaso los involucra necesariamente a todos. Pero sin duda, la primerísima y mayor responsabilidad corresponde a la mayoría circunstancial que hizo correr este proceso por rumbos que lo han llevado a la situación en la que está. Y creo que va a ser muy evidente que ese fracaso, Republicanos y Chile Vamos tienen muchísima más responsabilidad que la que tiene efectivamente el conjunto de los partidos del sistema político chileno.
—El consejero Viveros (PC) mencionó que "la suerte ya está echada" sobre este proceso, ¿cómo vaticina el resultado del plebiscito y de este proceso?
En la bancada todos tenemos una mirada, porque hemos estado en el día a día y hemos visto cómo esto ha funcionado como una especie del 'día de la marmota', donde después de los debates todas las votaciones son de una mayoría que se impone persistentemente.
Esa vivencia, los antecedentes que aquí fluyen y los resultados de hasta ahora, nos hacen ser francamente escépticos. Pero eso no quiere decir que no nos vamos a empeñar hasta el último día para lograr que ocurra el milagro del acuerdo. Y nosotros vamos a estar disponibles para aquello. En la medida que eso no ocurra, creo que es bastante probable que este segundo proceso vaya contra el iceberg del fracaso y se hunda, como el anterior.
—¿Qué efectos tendría un segundo fracaso constitucional?
Más allá de la apreciación que tenga uno tenga acerca de la necesidad de rechazar proyectos excluyentes y autoritarios como el que nos está presentando Republicanos, sin duda constituiría un problema. Sería una carga negativa adicional al sistema político chileno que ya está desgastado con una crisis de credibilidad y confianza.
Sumado a eso, un eventual fracaso creo que ahondaría la brecha que hay entre la ciudadanía y la política y eso creo que es muy malo no solo para la izquierda o para la derecha, sino que para el país y la democracia.