El mundo del revés
El mundo del revés (María Elena Walsh) es una frase que interpreta claramente mi historia interior.
Por lógica, supongo, cuando a alguien se le daña, viene primero el dolor y la rabia. Después de a poco la asimilación, y finalmente un acomodo de la emoción en alguna parte del cuerpo.
Pues bien, creo que mis emociones las he movido al revés, porque nunca he deseado mal a nadie, esta es mi primera vez (Los Tres). Han pasado 50 años del golpe de Estado y aproximadamente, 42 años de mi encuentro consciente con la dictadura, cuando desde un camión de milicos detenido en el rojo del semáforo, mientras yo esperaba a mis 8 años la “liebre” para ir a la escuela, un “pelao” me apuntó con su fusil durante los eternos segundos que duró la luz cambiando a verde.
Esto lo vengo a recordar a mis 48 años, cuando entre tantos recuerdos por la conmemoración de los 50 años, me enteré de la muerte de unos niños que jugaban en una cancha de fútbol y simplemente les dispararon, los mataron. Este recuerdo de estar a 5 metros de un fusil apuntándome, gatilló algo muy extraño aquí dentro. Sentí rabia, y lloré, porque comenzó a desencadenarse en mi cabeza una serie de acontecimientos directos que siempre los leí como una novela, lejanos, duros, y sin mucha emoción. Mecanismo de defensa, tal vez, un escudo que siento por estos días caer. Abre esa ventanita del corazón que has olvidado (Elizabeth Morris), escucho, pero a la vez hay un acostumbramiento a normalizar el daño, a tal punto de no saber que está ahí, y que desde esa desconexión decidí mi vida por 4 décadas, y escucho sombra no me dejes solo. ¿Qué haré ahora con todo esto?
Masters of war (Bob Dylan)
Difícil es introducirme voluntariamente, y resuena Chinoy, entra si vas a bailar…, abre el pecho carcelario… y me doy cuenta de que he vivido enojado, miedoso y con una profunda rabia. ¿Por qué entones el mundo al revés? Porque los golpes fueron dados hace muchos años y los acomodé inmediatamente, como escondiéndolos, y recién hoy siento la rabia que creo debí haber sentido cuando era un niño.
Primera rabia por sentir culpa de sentir rabia.
Segunda rabia por mi padre detenido y torturado.
Tercera rabia por mi madre que tembló hasta hace muy poco cuando escuchaba acercarse un helicóptero a nuestra casa.
Cuarta rabia por la tristeza social e interna que acompañó mi niñez y adolescencia.
Quinta rabia por creer que la depresión era normal.
Sexta rabia por la autodestrucción que mi generación asumió como forma de relación consigo misma, y que sin saber nos llevó a ser destructivos también con otres.
Séptima rabia por los horrores innecesarios cometidos antes de matar…, por matar.
Octava rabia por desaparecer a una persona, y con eso nublar la existencia de toda una familia.
Novena rabia por los amigos que no soportaron el sin sentido. Almas de sublime sensibilidad e inteligencia.
Décima rabia por el “loco Andrés”, que “cortó por lo sano” y terminó con su vida.
Decimoprimera rabia por el Feña que perdió la memoria, que enfermó borrando su historia y amigos.
Decimosegunda rabia por ver a mis hijes sufrir en un colegio público.
Decimotercera rabia por no haber sentido rabia antes.
Decimocuarta rabia por ser uno de los locos, inllevables, traumados, dañados y dañadores “hijos de la dictadura”.
Decimoquinta rabia por creer que el problema era sólo yo y no el sistema de desconexión.
Decimosexta rabia porque esta rabia tocó todas mis experiencias.
CUANDO EL MUNDO TIRA PARA ABAJO, ES MEJOR NO ESTAR ATADO A NADA (Charly García)
Siento que el siguiente paso en este mundo del revés es ver desaparecer, no evadir para sobrevivir. Si no disipar la niebla frente a mi cara, y ser consciente de que esto me alivia…, darme cuenta de que la sombra ya no es amenaza, y dejarla ir, pero, despiértame antes de irte, despídete, no sé si vuelva otra vez (Fernando Milagros), y verla partir. Sanar.
Y tal vez, a la larga, agradecer. Increíble hasta pensarlo, pero sí. Gracias a la vida, que me ha dado tanto (Violeta Parra). Tal vez algún día hasta agradeceré haber sentido rabia no antes sino después.
Por tener la madre que tengo, que, en ese ambiente de oscuridad y tristeza de los ochenta, de todas formas, me llevaba a jugar básquetbol en la citroneta después de comer la avena que preparaba en la noche, creo que aún no existía la instantánea.
Agradecer porque conocí la guitarra que fue mi muleta, pastilla, venda y morfina.
Gratitud por darme cuenta de que lo importante al dar mis clases no es el conocimiento, sino reconectar al ser humano en cada una y uno de mis estudiantes. Y transmitirles que pueden ser libres y construirse desde ahí, sin miedo a ser quienes son.
Gracias por poder conversar hoy con mi viejo de todo esto, de tú a tú, de reconocerme en su historia y él verse en mi proceso. De tenerlo aún vivo y aprovechar que la tortura y un trabajo esclavizante ya no lo tienen ausente, ido, como fue por tantos años.
Gracias porque sé que no quiero vivir en unas décadas más como un viejo que fuera comunista y se sienta a fumar la tarde entera (Manuel García)
Gracias porque hoy, la pelea que doy es quererme más… () … hoy te pido perdón si te lastimé el corazón, hoy no quiero lo que me hace mal, lo oscuro del juego. Hoy que es tiempo de sanar las heridas del tiempo. Hoy es tiempo de ser luz…, ESA ES MI REVOLUCIÓN, llenar de amor mi sangre si reviento, que se esparza en el viento el amor que llevo dentro (Cuatro Pesos de Propina), sólo así el sol volverá, volverá, la noche se irá, se irá (Víctor Jara).
En mi mundo del revés lo que vi dentro es tan oscuro que brilla.