Nuevas imágenes de socavón en Cachagua: Geólogo advierte sobre intervención de privados
Alrededor de 2.500 toneladas de material removido desde una duna, ubicada en el borde costero, habría sido depositado en la playa de Cachagua, un bien nacional de uso público, tras la aparente intervención de un colector por parte de privados en el condominio Beranda.
El desastre habría ocurrido en un exclusivo sector, cuyos terrenos serían los más caros de la costa nacional, avaluados en más de 1,8 millones de dólares, y cuyas propiedades se arrendarían por más de 700 mil pesos al día, según datos de corredoras que promueven las lujosas viviendas del balneario predilecto de políticos y empresarios.
Tras las últimas lluvias de agosto, al mismo tiempo del colapso en el colector del edificio Kandinsky en Concón, habría ocurrido el desprendimiento de tierra en Cachagua que dejó un camino interior cortado y varias casas aisladas. La situación se mantuvo en completo hermetismo hasta que el caso fue abordado por El Desconcierto.
Hasta ahora las explicaciones de las autoridades no han sido del todo aclaratorias. Desde la municipalidad de Zapallar comentaron a este medio que el problema se habría generado tras la intervención de un privado, sin ahondar en eventuales responsabilidades.
El director de Planificación del municipio, Rodrigo Navas, apenas el caso fue recogido por otros medios, comentó que estaban recabando información “con los vecinos, con los planos de loteos y con la información que tiene Vialidad. Nosotros somos mediadores para resolver la problemática que tienen”.
La delegada presidencial en Valparaíso, Sofía González, sostuvo ayer que habría sido informada de una solicitud que la municipalidad habría hecho al ministerio de Obras Públicas -misma versión entregada por el municipio a este medio-, “para poder revisar una situación que se había dado al interior de un condominio que podría estar vinculado a las últimas lluvias”.
El MOP, en tanto, a través de su oficina de comunicaciones confirmó a El Desconcierto que la Dirección de Vialidad habría sido requerida por la Municipalidad de Zapallar y que luego de una inspección en terreno verificaron que el socavón se habría producido en “un camino de servidumbre, al interior de una propiedad privada”.
Producto de esta situación, agregaron desde el MOP, la vía habría sido dañada “a raíz de la conducción de aguas que se ha realizado por particulares y en predios de su dominio. Se informó al municipio que la normativa legal no permite que la Dirección de Vialidad atienda la situación en este marco».
Gatillantes
El destacado geólogo Luis Ribba estuvo recorriendo el lugar donde habría ocurrido el desprendimiento de material, comprobando lo que hasta ahora parece un leitmotiv en materia de construcciones en el borde costero.
“Los problemas gatillantes de desastres son nuevamente los mismos: presencia de colectores, falta de mantención, intervención de privados y abandono del responsable final que podría ser el controlador del colector primario, que es algo que aún no se tiene certeza, pero que aparentemente se habría producido por el desvío de una cámara del MOP, proveniente de más arriba”, sostiene.
Ribba asegura que al lado de una estructura de concreto prefabricada (colector principal), que aparentemente canalizaba una tubería, existiría otro ducto corrugado que habría sido cortado tras la construcción de una de las viviendas y que empalmaría con una cámara ubicada más arriba del colector de concreto.
Para el geólogo el problema radica en que a nadie parece importarle la duna, el borde costero o la playa. “Falta dimensionar el daño que se produce por estas intervenciones de privados que deberían, de alguna manera, ser reguladas y controladas por quien está preocupado de que no existan erosiones al frente de la duna”.
“Porque si cada persona va a hacer lo que quiere, con desvíos o intervenciones no siempre pensadas de manera inteligente, en vez de contactar al municipio o a la Dirección de Obras Hidráulicas para que la obra sea debidamente cautelada y no termine en una debacle en un sector que, por lo demás, está erosionado hace mucho rato”, asegura.
La historia en este caso parece repetirse y, probablemente, vuelva a suceder. Por eso las preguntas que dejan este tipo de situaciones, según Ribba, son las mismas de siempre: ¿Por qué se construye en dunas? ¿cuál es el riesgo real para las personas? ¿quién fiscaliza este tipo de construcciones?