Crítica Literaria| La muerte en colores: Para muertes, colores
La muerte es uno de los tópicos transversales a la producción literaria. Por ello, cada nuevo intento exige audacia y frescura. Es el caso de La muerte en colores, del joven periodista Carlos Rendón (Antofagasta, 1994). Una apuesta que busca renovar el género del cuento desde el norte del país.
Esta primera publicación del autor, a cargo de Ediciones Hurañas, presenta cinco relatos en los que la muerte es un motivo, pero también un pretexto, para transitar por los avatares de la modernidad. Con fluidez y soltura, y un notorio interés en retratar a una generación –la de los noventa y los dos mil– el escritor se convierte en un facilitador de experiencias renovadoras sobre futuros distópicos, en una era consumida por la inteligencia artificial, dispositivos móviles y redes sociales.
Así, en Midnight pretenders, una pareja de jóvenes –caracterizados con sus sobrenombres en un foro virtual– falla en su intento de suicidio asistido, lo que los lleva a enfrentar la bohemia nortina. Ahora, con sus verdaderas identidades, no tienen nada que perder, salvo sus vidas si es que deciden continuar con el plan que los juntó en un comienzo El relato cierra con un final ambiguo, característica que prima en la mayoría de los relatos del libro.
[Te puede interesar] 20 años sin Roberto Bolaño ¿Cuáles son los mejores libros para conocer la obra del detective salvaje?
Tanto en esta historia como en Ecos de guerra aparecen elementos mundanos que se vinculan con hechos históricos, como la exaltación local a episodios de la Guerra del Pacífico. Asimismo, hay guiños a la geografía citadina de Antofagasta. Particularmente en este último relato se presenta una visión crítica del nacionalismo exacerbado y de la guerra como efeméride.
Aquí un mayor desarrollo discursivo permitiría redondear mejor una narración en primera persona, que sobresale en la exposición de ciertas expresiones de dominación y xenofobia para caracterizar al protagonista, pero que se vuelve a ratos críptica y no se detiene a construir al resto de sus personajes.
Por otra parte, en Liv Rendón se anima a descifrar los límites del presente y aventurar un futuro en el cual nuestra existencia perdure en la virtualidad. La “reflexión sobre el futuro de la muerte” que destaca el texto de contraportada del libro se expresa a través de Liv, una red social creada para reemplazar a todas las redes sociales del mundo, idea que en que se va sugiriendo como posible en un futuro perverso e invasivo.
[Te puede interesar] Ministra Arredondo: "Si existe la sensación de no haber cumplido las expectativas en Culturas, mi trabajo es revertirlo"
La narrativa rítmica del autor, con diálogos acertados que aportan realismo, favorece una lectura amena, conectando al lector con los esquemas y vicisitudes emocionales la protagonista. Lis se ve enfrentada a una red social que la estorba, la presiona y, finalmente, la lleva a un punto de ebullición cuando esta afecta los lazos con su madre recién fallecida.
Hojas de otoño nos transporta a una fiesta de navidad noventera, en plena bonanza económica de la región. Cuando llega el momento de los regalos, el protagonista, Iván, recibe una de las primeras cámaras digitales que llegan a Chile, y junto con ella la particular misión de retratar los últimos años de vida de su abuela desahuciada, con la que no se lleva bien. El relato se mueve con gracia por escenas hogareñas y anécdotas familiares, sin perder de vista la misión singular y hasta cierto punto cruel que tiene el protagonista. Una sentida reflexión sobre las grietas generacionales que surgen al abordar la temática de la muerte, la distancia y el tiempo perdido. Las propias descripciones de las fotografías tomadas –utilizando una diagramación especial– acaban por definir un contorno poético y entrañable.
[Te puede interesar] Lina Meruane, escritora chileno-palestina: "Creación del Estado de Israel tiene una vocación colonial"
El relato de mayor extensión es reservado para el final. Es también el que da título al libro y en el cual Rendón saca a relucir los elementos narrativos y creativos que se desvelan, en mayor o menor medida, en los texos anteriores. La detallada ambientación y el manto oscuro que pesa sobre la existencia de sus personajes resultan claves para ubicarnos en un hipotético 2030, donde la eutanasia no solo es legal, sino que es un trabajo remunerado y un elemento de control y discriminación. Pascal es una de las figuras más importantes en este negocio, pero su fachada de genio y líder esconde una sombra alimentada por traumas del pasado. Rendón propicia un acercamiento necesario a la obscena originalidad que proponen las nuevas tecnologías.De esta forma, La muerte en colores se perfila como uno de los grandes descubrimientos literarios de este año en la región. Un inicio prometedor para Carlos Rendón, quien, mediante un lenguaje pulcro y sencillo, una descripción certera aunque algo pesimista de los nuevos tiempos, y la genuina construcción emotiva de sus personajes, entrega una visión renovadora y sin tabúes acerca de la muerte.
La muerte en colores
Carlos Rendón Bejarano
Ediciones Hurañas
128 páginas
Precio de referencia: $12.000