Salud mental, derechos humanos y el rol del periodismo
El interés por la salud mental en la agenda pública y en la conversación ciudadana crece día a día, desde antes de la pandemia. La salud mental es un tema y un problema público. ¿Cuál ha sido y cuál debería ser el rol de los medios de comunicación en esto?, ¿Cómo deberían informar los medios sobre situaciones o casos que involucran a personas con problemas de salud mental?, ¿Cómo se acercan los medios al problema de la salud mental?
En general se ha asumido que las y los periodistas están inclinados a, en el mejor de los casos, reproducir un vocabulario inadecuado y sensacionalista o, en el peor, a desinformar y circular información inválida. La premisa es que una ciudadanía informada necesita periodistas igualmente informados sobre la realidad de la salud mental, las características de diferentes diagnósticos y las formas de tratarlos. Se asume que entre el periodismo, la realidad de la salud y la enfermedad mental existe una relación de ignorancia, requiriéndose la tutela de quienes realmente saben: psiquiatras, psicólogos y otros.
Esta presuposición, sin embargo, minimiza el rol que el periodismo ha tenido -y debería seguir teniendo- en este campo, un rol que va más allá de ajustar su vocabulario a lo que se considera la evidencia o las mejores prácticas en cada momento.
A lo largo de las décadas, las y los periodistas han liderado la exposición y denuncia de abusos y violaciones de derechos humanos cometidos por profesionales en contextos formales de "cuidado". Por ejemplo, el periodismo ha sido fundamental en la divulgación de casos de abuso y maltrato en instituciones psiquiátricas.
En tiempos más recientes, periodistas han denunciado la influencia de la industria farmacéutica en la prescripción de medicamentos, revelando cómo el marketing y los incentivos económicos pueden sesgar las decisiones de los profesionales de la salud mental.
Estas contribuciones han ayudado a generar cambios y reformas en el sistema de salud mental en diferentes partes del mundo. La denuncia bien fundamentada y valiente ha sido capaz de acelerar transformaciones muchas veces entrampadas en la inercia de las instituciones. La lista de contribuciones periodísticas en este campo es interminable y digna de reconocimiento y respeto. Tres ejemplos recientes:
Kings County Hospital Center: En 2007, el periódico The New York Times informó sobre las condiciones deplorables y el maltrato en el pabellón psiquiátrico del Kings County Hospital Center en Brooklyn, Nueva York. El informe llevó a investigaciones federales y estatales, y a una serie de reformas en el hospital.
Winterbourne View Hospital: En 2011, la cadena de televisión BBC emitió un documental basado en los registros de un equipo encubierto sobre el Hospital Winterbourne View en el Reino Unido, revelando malos tratos y abusos físicos y emocionales a pacientes con discapacidades mentales y del desarrollo. Este caso llevó al cierre del hospital y a un debate nacional sobre el cuidado de personas vulnerables en instituciones similares.
Abusos en el Hospital El Salvador de Valparaíso. Durante 2021 y 2022, diferentes medios escritos han brindado cobertura sobre la administración de terapia electroconvulsiva sin anestesia en este hospital, y sobre las diferentes repercusiones políticas y legales. Esto incluye a La Tercera, El Desconcierto, Biobío Chile y, el mes pasado, El Mercurio, en un trabajo de Claudia Farfán que, con habilidad y sensibilidad, reconstruye la situación desde la mirada de sus víctimas.
Además de trabajos periodísticos concretos, plataformas influyentes de divulgación y abogacía en salud mental son el resultado directo del trabajo de periodistas investigativos, como en el caso de la plataforma “Mad in America”, fundada por el periodista Robert Whittaker a partir de su libro “Mad in America: Bad Science, Bad Medicine, and the Enduring Mistreatment of the Mentally Ill” publicado en 2002.
Más que nuevas reglas de estilo que regulen qué decir y cómo decirlo, el trabajo periodístico acucioso necesita respaldo y profundización. Son, tal vez, los profesionales naturales de “lo mental”, como psicólogos, psiquiatras, quienes deben aprender del periodismo investigativo y su capacidad de exigir transparencia, informar al público y exponer aquello que algunas personas y organizaciones con suficiente poder desearían mantener en secreto.
Gracias a generaciones de periodistas dispuestos a revelar y denunciar lo que ocurre en instituciones psiquiátricas, hoy en día contamos con sistemas de salud mental más humanos y transparentes. En el campo de la salud mental, el papel principal del periodismo es observar con persistencia, y bajo un enfoque de derechos humanos, lo que se hace a los pacientes en nombre de su salud mental.