Crónicas australianas 2: La tierra del fútbol
Las sonrisas abundaban, pero no hubo bocinas toda la noche ni banderas repartidas en la ciudad. Quizás fuese que, a fin de cuentas, el partido no era tan importante (OK: sólo clasificaron a segunda ronda); tal vez el rival no era el de más alcurnia (Canadá es el actual campeón olímpico de fútbol, no las campeonas mundiales); puede que un dejo de flema británica persista y los lleve a esa moderación curiosa. O quizás el asunto es más simple y el fútbol no alcanza el sitial que tiene en otros lados.
Pero también hay una alternativa más atractiva: quizá esta feliz tranquilidad no sea la peor manera de celebrar. Vaya a saber uno.
Mientras salía del Fan Fest, con una bandera con la hoja del arce y de la mano de mi hijo (ya canadiense a estas alturas y que había llorado luego del segundo gol matildiano), intentando explicarle que lo hermoso del fútbol es que siempre permite un nuevo partido –un nuevo domingo, un próximo mundial—un tipo alto, rubio, que bien pudiera ser un icónico surfero, me dice junto a una sonrisa: Mate, welcome, I hope you are having a Good time. No hay ironía en su voz. Sonrío de vuelta y le doy las gracias: Yes, Sydney is a beautiful city.
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La tierra donde estamos es tierra aborigen. Hay un intento significativo por reconocerlo (en cada instancia pública se comienza la alocución –bienvenida a un tour, visita a un lugar—recordando que el lugar donde estamos es un lugar de los pueblos originarios.
¿Cuánta lucha (cuánta sangre y cuánto dolor) se ha debido experimentar para alcanzar esta pequeña mas significativa etapa? No lo sé. Podría googearlo, pero prefiero aprenderlo de boca de alguien.
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Capeta lo tuvo para Portugal. Dos centímetros más a la izquierda y el poste hubiese dicho otra cosa. Jennifer Silva corrió todo el partido, increíble, fantástica, pero no fue suficiente. Mientras que Morgan decepcionó y Rapinoe con su pelo azul no logra cambiar las cosas. Portugal juega bien pero no alcanza. Tanta Saudade.
El fútbol es siempre un recuerdo, una memoria. Mientras escribo Inglaterra hace su sexto gol contra China; mientras escribo la noche ya es larga y la luna llena y mañana, finalmente, iremos al estadio.