Mausoleos neoliberales

Mausoleos neoliberales

Por: Cristián Zúñiga | 05.08.2023
Esta semana en la comuna de La Granja, el Estado llegó con retroexcavadoras para echar abajo un improvisado monumento funerario hecho para un popular hincha de la Garra Blanca. Al igual que en los álgidos días del denominado estallido social, un grupo de violentos hinchas pretendió hacer valer, a punta de barricadas y enfrentamiento con la policía, su autodeterminación territorial por sobre el Estado de Derecho. Lo bueno es que, esta vez, la izquierda chilena, a diferencia del año 2019, cuando se ponía capucha y pañoleta, no salió a justificar la violencia, sino que, por el contrario, se mostró empoderada en su rol de conductora del Leviatán: ese fornido monstruo que llega para defender al colectivo de la violencia de los inadaptados.

Ya en el siglo pasado el antipoeta Nicanor Parra veía venir el asunto de los mausoleos exclusivos, mismos que hoy, en pleno siglo XXI, están emergiendo en algunas plazas populares de nuestro país y que se han transformado en emblemas de la disputa territorial (y cultural) entre barras bravas, narcotráfico y Estado de Derecho.

Un extracto de la obra poética De Nuevos sermones y prédicas del Cristo del Elqui, aborda la temática de estos monumentos funerarios para personas importantes:

Mucho cuidado con el concepto de socialismo,

socializar todo lo socializable perfecto!

Pero no vamos a socializar el W.C .

sería como poner varios cadáveres en un mismo ataúd

en ese caso todos a la fosa común y se acabaron los mausoleos de lujo

Si realmente fueran socialistas

Un monumento para cada mortal

O ningún monumento para nadie

Fue en el año 1979, a comienzos de la revolución económica que llegaba desde Chicago a cooptar las mentes nacionalistas de los sangrientos miembros de la junta militar, que Nicanor Parra advirtió sobre el cuidado que había que tener con el concepto de socialismo a la hora de imaginar un proyecto de vida colectivo, donde se pusiera en disputa el reconocimiento humano de acuerdo a las necesidades versus las capacidades de los integrantes de una comunidad.

No cabe duda que, en esa época, cuando la revolución capitalista le daba de patadas en el suelo al fallido intento de revolución socialista (única revolución en el mundo que intentó salir adelante por la vía de la democracia moderna) , las palabras del antipoeta sonaron profanas, especialmente para el sector derrotado que, hasta hoy, ve a Nicanor con sospecha e incluso le siguen apuntando con el dedo por no haberse comprometido lo suficiente, políticamente, en ese tiempo de guerra fría (y cabezas calientes).

Lo cierto es que el escrito de Nicanor Parra, más allá de su característica ironía y humor negro, deja en evidencia una de las grandes interrogantes que hasta hoy atraviesan a las izquierdas del mundo y, como no, de nuestro Chile: ¿qué es ser de izquierda?

La definición, explorada en los más populares buscadores de internet, nos lleva al cuerpo humano: “que está en la mitad longitudinal del cuerpo humano donde se sitúa el corazón”, y, en su significado político “al espectro político que defiende la igualdad social y el igualitarismo, frecuentemente en contraposición con las jerarquías entre individuos”.

Tal cual, si uno omitiera toda la literatura de Hegel, Marx, Lenin, Gramsci y el postmarxismo, y desde una aplicación de inteligencia artificial como Chat GPT, preguntara ¿qué es ser de izquierda?, es probable que la respuesta aparezca como un mix entre punto cardinal e ideología, algo así como: ser de izquierda es donde se sitúa el corazón que defiende la igualdad social.

Es poco probable que algún mortal de buena voluntad se oponga a cualquier deseo, proyecto o desafío que se declare desde el corazón (órgano que culturalmente está asociado a la autenticidad, lealtad y compromiso) y a favor de la igualdad de las personas.

Corazón e igualdad, como si se tratara de un paño de barra brava colgado desde la reja de un estadio, una canción de cumbia villera o trap (entonada en algún narco funeral) o el eslogan de algún político que se declara antisistema o que busca justificar sus acciones, más allá de las ideologías, cual creyente que, con la biblia en mano, escuda su nulo sostén científico a punta de la pachorra de la fe.

De ser así, el que al alguien declararse una persona de buen corazón que aspira a la igualdad (aunque sea desde un anhelo o ideal que se sostiene desde el pensamiento), inmediatamente califique como alguien de izquierda, estaríamos en presencia de un espectro político que llega para reemplazar a las religiones y los templos, mismos donde hasta hace poco llegaban las personas temerosas de aquel inexplicable destino que es movido por los hilos invisibles de la existencia.

Entonces, con justa razón, uno podría exigirle a esas personas que se autodeclaran de izquierda y que acceden al timón de la nave del Estado, que intenten aplicar el socialismo tal como lo describía el antipoeta: “a la fosa común y se acabaron los mausoleos de lujo”.

Recién ahí se podría comenzar a entender la lucidez de Nicanor Parra, quién advirtió a la audiencia sobre lo complejo que resulta llevar a la práctica el socialismo utópico en medio de una modernidad que se caracteriza por moverse desde el deseo de reconocimiento como motor de existencia.

Esta semana en la comuna de La Granja, el Estado llegó con retroexcavadoras para echar abajo un improvisado monumento funerario hecho para un popular hincha de la Garra Blanca. Al igual que en los álgidos días del denominado estallido social, un grupo de violentos hinchas pretendió hacer valer, a punta de barricadas y enfrentamiento con la policía, su autodeterminación territorial por sobre el Estado de Derecho.

Lo bueno es que, esta vez, la izquierda chilena, a diferencia del año 2019, cuando se ponía capucha y pañoleta, no salió a justificar la violencia, sino que, por el contrario, se mostró empoderada en su rol de conductora del Leviatán: ese fornido monstruo que llega para defender al colectivo de la violencia de los inadaptados.

Hacer caso a la advertencia del antipoeta, puede ser el comienzo de un nuevo camino para la izquierda chilena: Socializar lo socializable perfecto! Pero no vamos a socializar el W.C.