La batalla por Mediastream: El conflicto que golpea al rey del streaming en Latinoamérica
“Emprendedor iquiqueño, 39 años, sin título universitario”, así presentaba a Luis Ahumada el vespertino La Segunda en octubre de 2018. El perfil lo destacaba como el chileno que conquistó Latinoamérica con su empresa de streaming, fundada en 2007 en una oficina con un escritorio prestado.
Su historia era la del clásico gurú del emprendimiento digital: “Mientras transmitía la última Enade por streaming —video en directo por internet—, Luis Ahumada, su dueño, viajaba de Miami a Nueva York. No por avión, sino en su auto Tesla de motor eléctrico, vanguardista diseño y cuyo precio parte en los $70 millones”, describía la nota.
La historia en verdad era menos glamorosa. Antes de transformarse en el rey del streaming, Luis Ahumada abandonó la carrera de comunicación audiovisual en el Uniacc y comenzó a trabajar como DJ en la radio FM Hit. Luego se hizo cargo del área digital y empezó a realizar las primeras transmisiones por streaming para el conglomerado radial.
En el año 2007, Ahumada fundó Mediastream. Diez años después se transformó en la empresa de streaming más grande de Latinoamérica, con operaciones en varios países de la región, más de 100 millones de usuarios al mes y transmisiones de más de 500 eventos anuales, incorporando las señales internacionales de varios canales, partidos de fútbol en diversas ligas, el Festival de Viña del Mar y hasta los adelantos de contenido de Netflix.
[caption id="attachment_850337" align="aligncenter" width="727"] Luis Ahumada[/caption]
Fue en el año 2014 que Mediastream levantó su primer capital, a través del fondo de inversión Amérigo, representado por Scale Capital S.A., quienes compraron 85.130.374 acciones preferentes Serie A por un monto de US$1,7 millones, quedándose con un 21,74% de la empresa.
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La alianza prometía posicionar a la mediatech como un referente, ya no sólo en Latinoamérica sino también en Europa, pero la relación entre el fundador y los nuevos socios se fueron deteriorando al punto que Scale Capital acaba de presentar una querella en contra de Luis Ahumada, acusándolo de apropiarse de 975 millones de pesos y entorpecer las negociaciones respecto a una eventual venta de la compañía.
Manos atadas
El primer síntoma derivado de la incorporación de los nuevos socios, según el relato de Scale Capital, fue la “actitud hostil” de Luis Ahumada con el nuevo directorio. “Nunca se sintió cómodo por la simple razón de que es un espacio para debatir ideas que involucran la opinión de los otros inversionistas”, detalla el libelo.
La sociedad de inversión representada por Oliver Flögel, ex gerente de Telefónica y Microsoft en Chile, asegura que Ahumada rechazó ofertas de inversión de manera unilateral, no respetó la fecha de las sesiones y no aportó los documentos necesarios para la toma de decisiones. O sea, no contempló “los estándares mínimos de administración”.
Una muestra de aquello habría ocurrido en una junta extraordinaria de accionistas, el 24 de mayo de 2018, cuando el fundador de Mediastream solicitó repartir utilidades de la empresa, algo “atípico” en una startup cuyos ingresos por lo general son destinados al crecimiento del negocio. “Si no existe la reinversión, el negocio nunca puede escalar, ocasionando, en definitiva, que los startup no logren sus objetivos de mediano plazo”, dice el documento.
Pese a manifestarse contrarios a la medida, los nuevos socios aceptaron la solicitud de Ahumada cuyo objetivo habría sido “adquirir un inmueble personal a su nombre”. Para entonces, Scale Capital barajaba “desinvertir en el negocio” en la medida que las conductas erráticas persistieran.
Agente externo
Para el año 2021, el negocio del Mediastream comenzó a decaer y el directorio tomó la decisión de contratar un “agente externo para la búsqueda de alternativas estratégicas de inversión”. Fue así cómo apareció Delta 3, una empresa que buscaba complementar sus servicios, quienes decidieron hacer una oferta formal por la compañía tecnológica chilena.
La empresa ofreció 28 millones de dólares en un comienzo, aumentando 5 millones más cuando Ahumada solicitó aumentar el precio de sus acciones. “Esto era completamente impropio, pero en la medida que se mantuviera el pago de US$28.000.000, Scale estaba dispuesto a avanzar en la venta”, asegura la querella.
La indecisión de Ahumada habría entorpecido las negociaciones, dilatando la operación, en una maniobra que sólo fue entendida en su totalidad cuando el 30 de diciembre de 2021, en una reunión de directorio, el fundador de Meinstream reconoce haberse apropiado de 975 millones de pesos.
Scale reconoce que la maniobra dejó a los socios de “manos atadas”, pues cualquier cuestionamiento a la administración de la empresa podía hacer que el negocio fracasara. Ahumada, en tanto, habría solicitado que el asunto pasara como un nuevo reparto de utilidades.
La sociedad de inversión le exigió la devolución de la totalidad del dinero sustraído, sin que éste haya restituido hasta la fecha “ni un solo peso”. Durante los últimos meses, asegura el libelo, Ahumada habría comenzado un proceso de reorganización de la empresa con la finalidad de constituir el domicilio legal de la empresa en Estados Unidos.
El Desconcierto se comunicó con el abogado de Scale Capital, Jaime Winter, quien confirmó a este medio que “además de la acción penal, se ha iniciado un arbitraje y que no descartan acciones en Estados Unidos”.
Luis Ahumada, en tanto, aseguró a este medio que el asunto estaba en manos de sus abogados y que “por ahora no realizaría declaraciones al respecto”.