Nelson Caucoto: "El fortalecimiento de la ultraderecha genera un panorama desolador"
Considerando que nuestro país está ad portas de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, un hecho que marcó dolorosamente la historia de Chile, Nelson Caucoto, abogado de reconocida experiencia en diversas causas de derechos humanos, y quien se desempeñó como funcionario de la Vicaría de la Solidaridad en dictadura, comenta este hito en entrevista con El Desconcierto, sincerando cómo lo asume en medio de los convulsionados tiempos que corren.
Considerando que este 2023 se cumplen 50 años del golpe de Estado, ¿qué tan importante es que el país tenga una Constitución elaborada en democracia?
Una nueva Constitución elaborada en democracia para Chile es, sin lugar a dudas, una gigantesca deuda con nuestro devenir histórico. La Constitución política es la carta de navegación de los países que nos compromete e involucra a todos sus miembros. Por ello, qué importa la forma de su elaboración, mientras más participación popular exista en su elaboración, más legitimada y democrática será.
Nuestro país se merece una nueva Constitución, pensada y diseñada desde las bases mismas de su comunidad, que gire en torno a los conceptos de democracia y derechos humanos. Nunca hemos tenido una Constitución hecha por el pueblo y para el pueblo, gran deuda en consecuencias.
Fui partidario de la Constitución rechazada, porque daba cuenta de un Chile diverso, inclusivo, pluricultural con reconocimiento de nuestras etnias originarias, con paridad de género, y tantas otras innovaciones que nos transformaban en un ejemplo a nivel mundial, y con la omnicomprensiva mirada de los derechos humanos.
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¿Cuáles son los pendientes de la dictadura en materia de DD.HH. en nuestro país, a cinco décadas del golpe?
Todavía quedan temas pendientes en derechos humanos en estas décadas. Aún no sabemos el paradero de cerca de un millar de compatriotas que fueron arrancados de la faz de la tierra por los agentes de la dictadura y nunca más aparecieron.
En materia judicial, actualmente existe una gran cantidad de procesos penales y civiles que reclaman justicia, verdad y reparación, tanto para detenidos desaparecidos, ejecutados políticos y prisioneros torturados.
Es importante reconocer, en materia judicial, los inmensos avances y logros obtenidos en los Tribunales de Justicia en materia de descubrimiento de la verdad, en sanción penal y reparación del daño causado. Los últimos 15 o 20 años de la actividad judicial han sido muy fructíferos, pues se ha reafirmado y consolidado una rica jurisprudencia a favor de las causas de derechos humanos. En esta temática, hay que reconocer el importante papel que ha cumplido la Sala Penal de la Corte Suprema, gran impulsora de estos avances, que ha devuelto prestigio a la función jurisdiccional.
¿Qué le falta a nuestro país para reconciliarse realmente?
Hablar de reconciliación en estos tiempos parece un imposible. No están dadas las condiciones para sentirnos reconciliados si aún persiste ese tremendo forado de chilenos desaparecidos y víctimas de la dictadura. El avance de la justicia aporta a esa tarea, pero es aún insuficiente. El clima político (...) con el resurgimiento del negacionismo y del pinochetismo son una traba que hay que considerar y superar. El fortalecimiento de la ultraderecha genera un panorama desolador que ojalá responda a los caracteres de una moda pasajera, porque ahí hay violencia de diversa índole. No se pueden ignorar los crímenes de la dictadura ni se puede reivindicar la figura de los criminales. No podemos aceptar que nos falsifiquen la historia.
¿Qué pueden esperar las víctimas de violaciones a los DD.HH/familiares, que siguen buscando justicia y todavía no la han encontrado?
Los familiares y las víctimas deben saber que ellos han sido pilares civilizatorios de nuestra sociedad, con una lucha pacífica que ha creído en la acción de la justicia como forma de resolución de un conflicto serio y profundo. Y ese camino ha dado frutos que se deben seguir multiplicando. Chile, en esta lucha por hacer justicia para los crímenes contra los derechos humanos, desde mi óptica personal, se ubica como un ejemplo a destacar en todos los países que vivieron en dictaduras. Ello se demuestra con la enorme cantidad de juicios pendientes, de condenas para los represores, de agentes presos y procesados y en fin, de una actividad judicial que no existe en otras realidades. Y ello es fruto de una lucha de los familiares y de los sobrevivientes que no se puede detener.
Asumiendo el momento político que enfrenta el país, ¿cuál debiera ser el mensaje que debiera transmitir el gobierno respecto de esta conmemoración?
Cualquier mensaje de conmemoración de los 50 años, debe estar inmerso en el contenido humano de lo que significó el golpe militar. No sólo se quebrantó la institucionalidad democrática, se nos impuso por la fuerza una nueva economía al servicio de una elite, sino que lo más trascendente, se inauguró un período de 17 años plagado de terror, crímenes, abusos, atropellos, exilios, torturas, exoneraciones, desplazamientos forzados, demasiado sufrimiento que hoy además, debe sufrir la agresión del negacionismo. De manera que ese mensaje debe estar plagado de reparación, aliento y esperanza para los que sufrieron tanto, impulsando tareas de fortalecimiento de la democracia y del respeto irrestricto de los derechos humanos.
¿Qué anuncios esperaría del Ejecutivo en el contexto de los 50 años?
Entre los anuncios que pudiera esperarse de las autoridades del Ejecutivo, o que bien pudieran ser materias de estudios:
La reapertura de una comisión calificadora de los casos de desaparición forzada y de víctimas de prisión política y torturas durante el periodo dictatorial, pues las anteriores comisiones Rettig y Valech no contemplaron todos los casos de esta naturaleza.
La incorporación de los derechos humanos como materia de formación de los integrantes de las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad, sumando también al personal de Gendarmería de Chile.
La incorporación de la enseñanza de derechos humanos en todo el proceso de la educación formal en Chile, desde la más tierna infancia hasta 4to. medio.
Incorporar la enseñanza en derechos humanos en las universidades.
Como una forma de combatir el negacionismo, se podrían realizar medidas tales como: a) Exhibir en TVN, en horario prime, los documentales o películas, reportajes sobre los sucesos del 11 de septiembre y las violaciones de DD.HH. cometidas durante la dictadura. b )fomentar, promover y apoyar la creación de radios populares o canales vecinales de TV, diarios electrónicos y periódicos comunales como una forma de evitar desde la base poblacional, la hegemonía de los grandes consorcios periodísticos que abren espacio al negacionismo.
Si existiese una difusión objetiva de nuestra historia y de los hechos que suceden en el país a una masa importante de la ciudadanía, a través de medios alternativos, cercanos a la gente, se estaría construyendo un dique importante al negacionismo.
Término del secreto de la información del Informe Valech, respetando el derecho de los declarantes que por razones personales quieran omitir se publicite su relato.
Los archivos de las FF.AA deben pasar a formar parte del Archivo Nacional, entidad que recopila información de todas las entidades públicas.
Elaboración o promoción de una legislación que sancione o prohíba el negacionismo.
Confección de un catastro de bienes inmuebles de los que fueron despojados ilegalmente por la dictadura respecto de instituciones o particulares.
Creación de sitios de memoria en todos los lugares que fueron centro de detención clandestinos o públicos de la dictadura.
Colocar los nombres de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos a calles, plazas, escuelas, bibliotecas y demás recintos públicos, en los barrios o territorios donde vivieron. También se les puede recordar a través de placas con sus nombres.
Cierre de Punta de Peuco, en cuanto simboliza un privilegio entre los reclusos del país.
Estudio de las reformas a las policías.
Mejoramiento del sistema penitenciario, en cuanto la carencia o insuficiencia de su infraestructura propende a un mantenimiento inhumano de los reclusos.