Consejero Barchiesi: apelar a la ciencia sin la ciencia
Revuelo han generado los dichos del consejero electo, y primera mayoría por Valparaíso, el abogado republicano Antonio Barchiesi, en una entrevista realizada por The Clinic en marzo de 2018.
En ella justificaba su rechazo a la Ley 21.120 de Identidad de Género, desestimando la vinculación entre la discriminación y las altas tasas de suicidio en las poblaciones trans. Dijo: “Al contrario, no tiene que ver tanto con la discriminación. Cuando había esclavitud en Estados Unidos los negros no se suicidaban. Y ojo, eran esclavos”.
A continuación, agregaba nuevos antecedentes: “Y después no eran esclavos, pero tenían un trato absolutamente segmentado. Todos conocemos los casos: baños de blancos, baños de negro, un negro sentado en una micro tenía que pararse si se subía un blanco. Esa es una discriminación brutal. Mucho más dura que cualquier cosa que podamos ver hoy en países occidentales”.
En la misma entrevista, el consejero electo argumentaba su rechazo a esta ley, que reconoce el derecho a la identidad de género, haciendo uso de la evidencia científica para afirmar su posición. Así señalaba: “Yo creo que todas las personas somos hombres o son mujeres. Y no hay ningún argumento científico para sostener que el hecho de autoconcebirse de una forma diferente haga que una persona deje de ser lo que es”; o bien, “la experiencia, especialmente en Estados Unidos, ha demostrado que las estadísticas son lamentables. La cantidad de personas que terminan mal después de un tratamiento hormonal son muy tristes”.
En materia de discriminación por motivos raciales, el consejero republicano parecía ignorar la sólida y abundante evidencia que establece consistentemente que este tipo de discriminación es un importante factor de estrés psicosocial, que aumenta la susceptibilidad a sufrir enfermedades tanto físicas como mentales. Así lo plantean investigaciones como la de Sara Carrer y otros, en 2011; Rachel Hardeman y otros, en 2022; Camara Phyllis Jones, en 2000 y 2022; Bonnie Kaiser y otros, en 2015; Amani Nuru-Jeter y otros, en 2009; y Robert Schweitzer y otros, en 2006).
En materia de identidad de género, parecía ignorar también la gravedad de la discriminación sufrida por los niños, niñas y adolescentes trans, y sus devastadores efectos psicosociales y en la salud. Al respecto, en 2017 la Encuesta T (OTD, 2017), realizada con población trans de entre 14 y 67 años residente en Chile, mostraba que durante su infancia y adolescencia los encuestados habían sufrido violencia en sus familias: 39% por parte de sus madres y 29% por parte de sus padres, los cuales cuestionaban su identidad de género. El 40% había experimentado discriminación en su lugar de estudio, la cual resultaba ser alta o muy alta mientras cursaban de 5º a 8ª básico ,y también, en la enseñanza media. Además, un 95% declaraba haber sentido que cuestionaban su identidad de género en los centros de salud. Por si fuera poco, un 56% declaraba haber intentado suicidarse. Estos intentos iniciaban a edades tempranas: un 9% entre los 1 y 10 años, un 46% entre los 11 y 15 años, y un 26% entre los 16 y 18 años.
La revisión de la evidencia científica relativa a la asociación entre la salud mental y algunos determinantes sociales de la salud, como son la discriminación por motivos raciales o la identidad de género, no respalda los dichos del consejero electo.
Debemos recordar que la apelación espuria a la ciencia —particularmente a la ciencia biológica— y a las ideas de “lo natural” como criterio de validez para sostener determinadas visiones del mundo social, político, económico, valórico, religioso y/o espiritual, es un recurso retórico que ha sido utilizado en épocas oscuras de la humanidad. Entre ellas, la apelación al racismo científico y a las doctrinas de superioridad racial durante la Segunda Guerra Mundial y durante la expansión colonialista de los siglos XIX y XX; o los llamados a una “sexualidad natural” en las terapias de conversión sexual, aun en el siglo XXI.
Por lo tanto, debemos ser cuidadosos al aceptar los argumentos que apelan a la evidencia científica, especialmente cuando estos son utilizados para sustentar visiones de mundo cuya aceptación acrítica produce el sufrimiento, la enfermedad o la muerte de otros seres humanos.