7M: entre la incertidumbre y la esperanza
El día domingo en la noche conoceremos a los ganadores y perdedores de esta elección y nos sorprenderemos u horrorizaremos con los Consejeros Constitucionales que tendrán la tarea de aprobar o rechazar el proyecto de constitución redactado por los expertos designados. Más allá de todo análisis y todo pronóstico, lo que prima hoy es la incertidumbre.
La incertidumbre es la ausencia de futuro que cuestiona el presente. La izquierda se enfrenta a un estado de incertidumbre que no es nuevo, sino que se ha agudizado con el tiempo y sobre todo con el derrotero de su vasta y dolorosa experiencia.
A pesar de la adversidad del escenario, mi filosofía es el optimismo pragmático. A los 15 años fui a ver una obra de teatro sobre las mujeres que buscan a sus seres queridos en el desierto y una de ellas dijo “Hay una sola verdad, pero muchas son las salidas”. Nuestra voluntad nos impulsa a encontrar soluciones.
La incertidumbre de la izquierda responde a la falta de política, no a la de falta de experiencia. La carencia de política se traduce en la necesidad de un proyecto político de izquierda que guíe el transitar; de lo contario, pensar en un Qué hacer se torna complejo de definir, incluso angustiante.
Debemos ser muchxs quienes nos preguntamos qué pasó con ese Programa de Gobierno de Apruebo Dignidad por el cual creímos, votamos y repletamos las alamedas. ¿Qué ocurrió con ese programa que recogió los anhelos de dignidad y suscitó la esperanza de miles, logrando derrotar al fascismo en las urnas?
Ese programa que trazaba el camino a un proyecto político socialdemócrata puede ser que en estos momentos esté guardado; quizás con pena, o más bien con resignación, en algún anaquel del segundo piso de La Moneda, desechado como aquel sueño irrealizable que permeó nuestros años de juventud.
El optimismo pragmático me dice que quizás ese programa se guardó en las entrañas del poder el día de mañana germine como semilla. Quizás esté equivocado. Es probable que mi filosofía sea la expresión de mi ingenuidad, pero de lo que estoy seguro es que me permite seguir adelante y no derrumbarme ante el horror que muchas veces significa el presente.
Nuestras esperanzas no acabaron con el plebiscito de salida del 4 de septiembre y menos aún con la elección del domingo 7 de mayo. La lucha por la dignidad nunca ha sido fácil, ha sido una lucha de años, décadas y siglos. Escoger el camino por la dignidad es escoger el camino difícil, muchas veces incierto, que conmemora más muertos que victorias.
El camino por la dignidad, se concreta diariamente con la entrega y la lucha que hacemos diariamente por construir un mundo mejor. El camino por la dignidad es la certeza que hoy tenemos y es el proyecto que debemos construir.