Coautor de libro sobre Carmelo Soria: “La doctrina Aylwin fue cómoda para la Concertación”

Coautor de libro sobre Carmelo Soria: “La doctrina Aylwin fue cómoda para la Concertación”

Por: Talía Llanos Chacón | 02.05.2023
En mayo, la Corte Suprema entregará la resolución sobre el asesinato de Carmelo Soria, a 47 años del crimen. En conversación con El Desconcierto, Andrés López Awad repasa el proceso detrás de la investigación y la importancia del caso, a 50 años del golpe de Estado.

A Carmelo Soria lo mataron dos veces, primero en la dictadura de Augusto Pinochet, y luego en democracia, cuando en los gobiernos de la Concertación se obstaculizó la investigación para dar con los responsables de su muerte. Esta es la tesis de su hija, Carmen Soria, recogida por los periodistas Andrés López Awad y Camilo Pérez Alveal.

En el libro “Carmelo: Matar dos veces a un hombre”, sus autores ahondan en el secuestro, tortura y posterior asesinato de un diplomático español relacionado con la oposición a la dictadura, el que formó parte del “caso Pinochet” que llevó a la detención del dictador en Londres en 1998.

Recién el próximo mes la Corte Suprema entregará la resolución del caso, a 47 años del crimen. En conversación con El Desconcierto, Andrés López Awad repasa el proceso detrás de la investigación y la importancia del caso, a 50 años del golpe de Estado.

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-¿Cómo llegaron con Camilo a la historia de Carmelo Soria?

Nosotros el 2019 teníamos un ramo que era hacer un reportaje largo durante todo el semestre. Habíamos elegido un tema del que nos habíamos enamorado, lo presentamos, y la comisión nos lo bajó. Teníamos poco tiempo para elegir otra historia, estábamos medio enojados buscando algo para salvar el ramo y resulta que llegamos, por coincidencias de la vida, al nombre de Carmen Soria. Sabíamos que tenía una historia con su papá, muy en general. Algo de lo que me arrepiento, hasta el día de hoy, es de haberlo tomado con tanta liviandad al principio, porque la primera vez que me encuentro con Carmen Soria para entrevistarla, mi visión sobre la importancia de esta temática cambió profundamente. Me obsesioné, junto con Camilo, con esta investigación. Revisamos todo lo que se había escrito sobre esto, todos los documentos judiciales disponibles, y quedamos bien tocados por la historia de una mujer que llevaba, en ese tiempo, más de 40 años buscando justicia por su papá.

Así fue como comenzó esta investigación. Empezó a avanzar, llegamos con una muy buena relación con Carmen, siento que le tocamos una fibra a ella porque le mostramos nuestra pasión por investigar una historia que estaba en la línea de lo conocido, pero no tan profundizado, porque la familia no había hablado nunca a tal nivel de detalle como lo hicieron con nosotros. Creo que esta fibra más emocional sirvió para que Carmen, sus hermanos, su mamá, la familia decidiera hablar con nosotros, abrimos las puertas de su corazón, y dejar que abracemos su historia con rabia.

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-¿Qué fue lo que más les impactó del caso?

Son muchas cosas la verdad, porque yo diría que esta es una historia de democracia, de dignidad, de resistencia si se quiere, pero también es una historia de mucha injusticia, de desacato y de impunidad. En el libro, que tiene dos grandes partes, narramos la historia de Carmelo Soria, su vida en España, del crimen, y de la gesta inconclusa de la familia por encontrar verdad y justicia. Diría que esa segunda gran parte para nosotros fue lo más impactante, ver que, por ejemplo la Concertación hizo todo lo que estuvo en sus manos para evitar que los asesinos de Carmelo Soria fueran condenados.

O sea, el presidente Aylwin no recibió a Carmen Soria, no declaró en el caso Pinochet cuando salió en España, el presidente Frei no recibió a Carmen, quiso ascender al asesino condenado por el caso a general... Cuando se admitió el caso, en el año 96, se lavaron las manos básicamente, escudados en el “bueno, mucho más no podemos hacer a la ley de amnistía”, que más bien gestionó una compensación para cerrar políticamente la idea de hacer justicia.

Entonces, lo más impactante por supuesto que es el crimen, la brutalidad de los agentes de la Brigada Mulchén de la DINA, pero también, y un poquito más diría yo, es el desinterés de la mayoría política de este país en que este caso encontrara justicia.

-¿Crees que el accionar de la Concertación se puede relacionar con la crisis que atraviesa ahora? Con renuncias de militantes, acusaciones de que se están quedando atrás en los tiempos, quiebres en los partidos que la conforman...

Podría ser. Por ejemplo, el otro día Francisco Vidal, que fue vocero de la Concertación, del Presidente Lagos por mucho tiempo, calificó el libro de “impresionante”. Encuentro bien bueno que gran parte de esta mayoría política pueda ser autocrítica de la gestión a la hora de hacer justicia que tuvieron particularmente en los años 90, no solo en este caso, sino que en otros casos también.

Si bien, lamentablemente la autocrítica llega cuando ya es demasiado tarde, encuentro que es valioso que en los partidos de la ex Concertación, de la Nueva Mayoría, estén teniendo este pequeño refresh a la hora de cómo nos paramos ante los casos de violación de los derechos humanos, no solo en verdad, sino también en justicia, sobre todo ahora que estamos a 50 años del golpe militar.

La doctrina Aylwin, esto de “toda la verdad y justicia en la medida de lo posible”, en su momento fue cómoda para todos los actores; para los gobiernos de concertación, para el Poder Judicial, para las Fuerzas Armadas y los agentes de inteligencia, entonces generó como un loco y es que la doctrina Aylwin tuvo que haber sido un “desde”, pero se convirtió en un “hasta”. Que hoy los partidos estén dejando atrás eso y muestren una voluntad de cambiar, me parece importante.

-¿Cómo fue, en lo personal, el proceso de tener que entrevistar a los torturadores y a los asesinos de Carmelo Soria?

Crudo. Fue súper crudo la verdad, porque uno llega preparado a las entrevistas, uno sabe lo que hicieron algunos de los personajes, sabe de lo que los acusan, uno vio las fotos de los expedientes judiciales, tiene las declaraciones de qué fue lo que dijeron, cómo se recibieron. A Carmelo Soria lo secuestraron en la calle haciéndose pasar por Carabineros. Lo llevaron a la casa de Michael Townley, famoso por ser asesino confeso de Orlando Letelier, allá lo interrogaron, lo torturaron, le rompieron todas las costillas, le desplazaron dos vértebras, le rompieron el hígado y básicamente le rompieron la cabeza de una patada. Estamos hablando de un nivel de maldad que no alcanza a entrar dentro de palabras. “Maldad” queda muy corto a la hora de definir a los agentes de la Brigada Mulchén que asesinaron a Carmelo Soria.

Llegar a una entrevista con estas personas, teniendo esa información en la mano, es crudo. Da miedo. Hay un interés periodístico superior, hay una vocación porque el proyecto resulte de la mejor manera, pero uno tiembla cuando le suben un poco la voz, uno tiembla un poco cuando, de manera tan tajante, niegan algo que a todas luces es evidente, que la Justicia ha determinado que que evidente. Nunca nos confiesan a nosotros en el libro que ellos lo hicieron. Particularmente Guillermo Salinas Torres, que era jefe de la Brigada Mulchén y el que más conversó con nosotros, es sumamente claro. Él dice “nosotros éramos muy jóvenes, simplemente no podíamos elegir”. Creo que eso es muy decidor de hasta dónde puede llegar esa maldad y esa violencia cuando tienen el poder absoluto.

-Sobre el encubrimiento de los medios de la época, ¿Qué tanto jugó en entorpecer la investigación del caso?

La tesis del libro es “a Carmelo Soria lo matan dos veces”, una frase que nos dijo Carmen Soria, lo mata primero la dictadura y luego la democracia. El miércoles pasado presentamos este libro en la Galería VALA, y entre las presentadoras estaba Faride Zerán, premio nacional de periodismo. En sus palabras ella dijo “comparto esta tesis pero quiero agregar una tercera muerte”. Ella la calificó como el encubrimiento y la instalación de una mentira por parte de los medios de comunicación de la época.

No es azaroso que se haya escondido la verdad de qué se hizo con Carmelo en dictadura, pero peor todavía lo convirtieron en una crónica roja, o sea, inventaron que el tipo estaba dolido emocionalmente porque su mujer lo estaba engañando y que por todos estos problemas emocionales decidió beber alcohol esa noche, ir al casino, y en este arranque de alcohol, locura y despecho volcó su vehículo y fue un accidente. Así fue como lo vendió El Mercurio, La Tercera, todos los medios de ese momento. Entonces hay una responsabilidad importante.

Si uno analiza el libro puede identificar claramente que se compartieron noticias sin fuentes, se compartió una versión oficial de la dictadura sin respaldos, y fue una mentira que se dijo tantas veces que termina convirtiéndose en una verdad mediática. Ahí hay un  papel muy importante de los medios de comunicación que hasta el día de hoy no han pedido perdón, y creo que todavía están a tiempo, sobre todo en este año tan importante, de hacerlo. No solo en el caso Soria, sino con los montones de casos que conocemos de la complicidad de la prensa en crímenes de lesa humanidad.

-¿Qué papel pueden o deben jugar los periodistas en estos tiempos?

Sobre todo en este año, diría que lo esencial es entender que el periodismo juega el rol más importante a la hora de masificar las verdades respecto a los crímenes de lesa humanidad, y que muchas veces es complejo porque uno cree que porque la justicia encontró ciertos testimonios, determinó ciertos fallos, estamos todos bien y nos vamos para la casa, pero creo que este libro, a nivel periodístico, es un buen ejemplo de que hay que ir un poco más allá en la verdad.

Este libro no se reduce solo la vida de Carmelo Soria, su crimen y esta gente inconclusa por hacer justicia, sino también la historia de una familia que tuvo que huir de Chile por las amenazas que sufrían, por los hostigamientos, por la persecución. Este libro es la historia de cómo la impunidad puede ser que el tronco de una familia crezca completamente torcido. Entonces el rol del periodismo tiene que ser justamente en cooperar desde la información, desde el periodismo, desde la verdad, para que esa impunidad evite que tantos tantos troncos de familia, sigan creciendo igual de torcidos como en este caso.

-Este es tu primer libro y el de Camilo, ¿Qué se siente poder publicarlo ahora en el contexto de los 50 años del golpe de Estado?

Creo que al final del día lo que uno sienta pasa a segundo plano. Han sido días bien lindos, de mucho respaldo, y lo que más quiero destacar de mayores alegrías con este trabajo periodístico, que se demoró tres años, es ver los ojos de la familia y sentir que claramente esto era una cicatriz que estaba más fresca que nunca. Pasa el tiempo y uno piensa que estas cosas uno las va sanando, va cerrando ciertos temas, pero hay temas que muchas veces nunca terminan de sanar.

Saber que este libro puede hacer un aporte a sanar, un aporte a la verdad, a visibilizar el caso también... En un par de semanas más el caso se va a revisar en la Corte Suprema, en su última etapa. Nosotros cuando terminamos el libro no se había puesto en tabla, pero hace unos meses se puso en tabla. A mediados o fines de mayo vamos a tener la resolución final de este caso. Saber que este libro puede ser un empujoncito respecto a estos datos judiciales tan fríos, a estas declaraciones, a estos requerimientos, a estas resoluciones, y que puede poner a nivel mediático la historia de esta familia y todo lo que ha sufrido durante estos casi 50 años, yo creo que eso es lo más simbólico. Poder aportar a la verdad desde el periodismo, en un contexto de 50 años de un golpe militar que escondió la verdad, creo que es el principal deber que tenemos las y los periodistas.

-Finalmente, ¿Tienes algún próximo proyecto en mente?

La verdad, después de tres años de estar trabajando... Este caso tenía, imagínate, más de 20 tomos judiciales, muchas veces cada tomo judicial tiene dos tomos, entonces son algo así como 35 tomos de 400 páginas cada uno, más toda la prensa de los años 90, del año 2000, entonces estoy en este momento bajando todavía de esa presión.

Pero espero pronto, ya creo que el próximo año, sentarme a evaluar nuevos proyectos. Me interesa mucho lo que se está haciendo ahora con el Plan Nacional de Búsqueda anunciado por el Gobierno del Presidente que va comenzar, supuestamente, a fines de agosto en el día del detenido y detenidas desaparecidas, así que por ahí yo creo que voy a empezar un nuevo proyecto para lo que viene.