Corriente de Humboldt: reactores sumergidos para producir combustible

Corriente de Humboldt: reactores sumergidos para producir combustible

Por: Lucio Cañete | 21.04.2023
Si los estudios de rentabilidad arrojan resultados atractivos, el mar de Chile podría contar con una red geolocalizada de estos reactores aportando al transporte marítimo a través de la entrega de un bien ambientalmente amigable.

Actualmente la humanidad se enfrenta a desafíos crecientes respecto a la gestión de la energía, debiendo recurrir a estrategias cada vez más innovadoras para suplir su déficit en distintos ámbitos. Una estrategia consiste en aprovechar fuentes renovables no tradicionales; donde, por ejemplo, desde una visión social, económica y ambiental, resulta atractiva la oferta de energía mecánica y de biomasa de la corriente oceánica de Humboldt.

La demanda creciente de energía por diversos agentes económicos, tanto estatales como privados, ha obligado a recurrir a fuentes alternativas no convencionales donde la biomasa es una de ellas. Sin embargo, el acceso a estos acervos y su procesamiento requiere también de recursos energéticos escasos.

En este contexto, al observar el mar de Chile desde una mirada tanto biótica como mecánica, se nota que la corriente oceánica de Humboldt transporta abundante biomasa y que el propio movimiento de las aguas posee una capacidad para realizar trabajo. Si a este fenómeno se suma la declaración de “país oceánico”, resulta interesante evaluar la rentabilidad de algún sistema que capture, procese, almacene y posteriormente despache esa biomasa ya transformada como combustible usando la propia energía de la corriente desde donde obtiene la materia prima.

En un contexto más concreto, se trata de diseñar artefactos automatizados que, anclados en el fondo marino, y enfrentados a la corriente de Humboldt, capturen la biomasa empujada y usando la misma motricidad del flujo, aporten el trabajo para que estos reactores sumergidos realicen el proceso de producción de biodiesel; quedando este bien a disposición de diversos usuarios, entre ellos la Armada, marina mercante y flotas pesqueras.

Cada reactor consistiría en un artefacto compuesto por un cuerpo principal y un anclado. El cuerpo principal es la componente que realizaría el proceso de transformación propiamente tal que con su cara enfrentaría a la corriente por donde ingresaría el agua con su contenido orgánico, siendo éste atrapado por un dispositivo selector.

Una vez realizada la selección sobre un flujo continuo, la materia prima iniciaría su proceso de transformación al interior del reactor reaccionando con alcoholes, catalizadores y otros insumos previamente ingresados hasta convertirse en combustible en virtud a la energía mecánica aportada por el mismo flujo de agua marina que incide sobre el reactor. Tanto el agua incidente como los subproductos no nocivos serían liberados al mar.

Esta idea presenta varios desafíos tecnológicos. Uno de ellos es que la cadena productiva debe contar en sus primeros eslabones con un mecanismo inteligente que identifique y atrape a la parte de biomasa más atractiva como materia prima de combustible, evitando individuos de especies marinas que tengan una importancia ambiental y por ende que no deben dañados.

Otro desafío es que todo el proceso en forma simultánea debe ser autárquico, prescindiendo de apoyo externo o requiriendo un mínimo de él. También el reactor debe tener la versatilidad para entregar el biodiesel a naves localizadas en superficie como también a submarinas. Debe, además, tener la autonomía de entrar en máxima capacidad de procesamiento cuando exista un Bloom de organismos para así atrapar preferentemente aquellos que son males y entrar en letargo cuando su capacidad de almacenamiento ya sido alcanzada.

Como último desafío, idealmente debe ser capaz de energizar las turbinas que normalmente sirven de transductores de la energía cinética del agua y así convertirse en un torpedo explosivo en caso de escenario bélico para impactar a naves enemigas.

Si los estudios de rentabilidad arrojan resultados atractivos, el mar de Chile podría contar con una red geolocalizada de estos reactores aportando al transporte marítimo a través de la entrega de un bien ambientalmente amigable.