El 25 de marzo del año 2022 quedó marcado en los fanáticos, no sólo de Foo Fighters, sino de la música en general. Una terrible noticia llegaba desde Colombia: Taylor Hawkins, baterista de Foo Fighters, fue encontrado sin vida en la pieza de su hotel.

En Chile, la noticia se sintió especialmente fuerte e impactante, pues no había pasado ni una semana desde el energético show de la banda norteamericana, donde Hawking no sólo mostró su clásico amor por nuestro país y su virtuosismo sobre la batería.

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El artista tomó el micrófono, envió a Dave Grohl a la batería y se puso a cantar a todo pulmón “Somebody to Love” de Queen acompañado de las más de 60.000 personas que, en Lollapalooza Chile, estaban viendo lo que sería su último show con vida.

Y para los que han asistido a todos los conciertos que Foo Fighters ha brindado en Chile, sin dudas, era el mejor. Tal vez haya sido el regreso a la masividad tras la cuarentena por COVID-19, las ganas de verlos o el furor que causan, pero el público nunca había estado tan enfervorizados con ellos.

Taylor Hawkins lo sabía y desde el proscenio, agradecía con muchos besos a Chile, un país que se instaló en su corazón desde que lo pisó por primera vez en el año 2013. Si hasta recorrió pequeños bares del sur de Chile con Chevy Metal, un proyecto musical paralelo del cual se le recuerda con cariño.

Un año sin Taylor Hawkins, un año tratando de entender cómo perdimos a uno de los bateristas más talentosos y energéticos que se han visto pasar por Chile. Un año desde que Foo Fighters perdió la sonrisa de alguien que jamás podrá ser reemplazado.

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