¡Hagamos la diferencia!
Cuando las feministas estamos donde se toman las decisiones marcamos la diferencia: logramos que los problemas estén sobre la mesa y trabajamos por resolverlos. Por eso importa nuestro protagonismo en los espacios de poder.
¿Quién más que nosotras conoce nuestros problemas? Sabemos lo que cuesta salir adelante, porque el mundo no está hecho para que podamos trabajar, estudiar, criar y cuidar tranquilas y en condiciones dignas. En Chile, si queremos trabajar formal y remuneradamente, estamos en desventaja. Se nos ponen trabas y se nos castiga: tenemos que enfrentar horarios de trabajo rígidos que no coinciden con los de salas cunas, jardines y colegios de nuestras hijas e hijos o de las necesidades de quienes cuidemos; empleadores descuentan las horas que debemos dedicar al cuidado o no nos contratan porque “salimos más caras” o porque “faltamos más”. Además, cuando no logramos resolver solas los cuidados como esperamos, trabajamos en la informalidad o tenemos que depender de alguien más.
Pero, ¿qué pasaría si fuéramos nosotras las que pusiéramos las reglas? Seguro encontraríamos la forma de asegurar el derecho a trabajar y el derecho a cuidar, de que se reconociera el trabajo que hacemos en la casa, que los horarios de trabajos y colegios coincidieran para poder trabajar tranquilas. Seguro marcaríamos aún más la diferencia.
La conmemoración del Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras. Eso nos recuerda que desde siempre las mujeres luchamos y que cuando lo hacemos conseguimos lo que buscamos. Si hoy día podemos votar es porque nuestras abuelas pelearon por este derecho. Si hoy trabajamos ocho horas y no 16, es porque otras mujeres lucharon por ello. De eso se trata a fin de cuentas el feminismo, de que las mujeres luchemos por lo que necesitamos para vivir mejor: una sociedad distinta para todas y todos.
Hemos avanzado mucho, pero todavía nos falta mucho: seguimos ganando menos que los hombres; llegando del trabajo a nuestras casas a seguir trabajando, limpiando, cocinando; haciendo las tareas con nuestras hijas e hijos; cuidando a alguna persona enferma sin reconocimiento ni valoración. Seguimos recibiendo pensiones que no alcanzan ni para comprar los remedios y un largo etcétera que nos recuerda que todavía estamos lejos de la verdadera igualdad entre las personas. Nos queda mucho por avanzar.
¿Cómo podemos hacer la diferencia?
Chile tiene una nueva oportunidad de escribir una Constitución que ayude a resolver los problemas que enfrenta la sociedad y también los que enfrentamos las mujeres. La Constitución actual no ofrece soluciones, solo contribuye a perpetuar dichos problemas. Necesitamos una nueva Constitución, pero no solo eso. Necesitamos que la escriban mujeres, dispuestas a defender con garra nuestros derechos y los avances ya alcanzados. Necesitamos feministas peleando nuevamente, ahora dentro del nuevo Consejo Constitucional.
A nosotras nadie nos ha regalado nada. Por eso recordamos y celebramos a mujeres luchadoras. Nosotras también lo somos.