María Ochoa ha vivido toda su vida en Tulahuén, pequeña localidad de Monte Patria, región de Coquimbo. Aunque es más correcto decir que ha sido una vida entre la cordillera de los Andes y la cordillera de la Costa.

María es criancera, antigua labor que consiste en el trabajo con el animal caprino, y se ha desempeñado como presidenta de los crianceros de Monte Patria, en un intento por organizarse y recibir ayudas.

"Los crianceros tienen una vida muy sacrificada. Ellos viven de la costa a la cordillera. Cuando ellos llegan de la cordillera se van a la costa a buscar pasto para otros lados, pero hoy en día ya no se puede hacer eso", afirma.

Desde el 2010 le ha tocado vivir una de las sequías más duras que ha visto Chile. De hecho, nuestro país fue elegido en 2017 como un caso de estudio por la Organización de Naciones Unidas (ONU) documentando como el 15% de la población de Monte Patria ha tenido que dejar la zona por el estrés hídrico.

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Los primeros migrantes climáticos de Chile. En una situación que ha afectado en su mayoría a adultos mayores, y en mayor medida a mujeres, que son las que se han tenido que quedar en el lugar. Para María irse no es opción, aunque reconoce sus hijos ya no viven en Monte Patria.

"Al final lo que uno no quiere es que la actividad no se pierda porque son muchos años haciéndola, muchas generaciones, pero sabemos que nuestros hijos no se quieren dedicar a esto", afirma.

Aunque afirma que a pesar de ser una "una actividad muy dura, de mucha soledad, pero tiene su recompensa. He podido educar a todos mis hijos", agrega.

"El precio del pasto no ha bajado y eso nos afecta mucho a nosotros. La sequía aquí nos sigue afectando", asegura. Lo que se suma a la dura noticia del cierre de la cordillera argentina para el pastoreo a finales del 2022, por ser una actividad que está marcada por lo difuso que se vuelven los limites nacionales.

"En realidad ni en la agricultura, ni en la ganadería hay recursos hídricos. Estamos mal todos", cierra.