Bad Bunny: más allá del “queerbaiting”
La exploración de la sexualidad es un camino difícil para algunas personas, una odisea desafiante y aterradora. Se puede vivir una vida heterosexual y luego descubrir que existe interés en personas del mismo sexo o viceversa.
En la industria del entretenimiento, la ambigüedad sexual es a veces aprovechada con fines publicitarios, tales como promover un álbum, el estreno de una película u obtener seguidores en las redes sociales.
El uso indebido de esta técnica publicitaria se conoce como “queerbaiting”, un término que describe un intento de marketing dirigido a un público LGTBIQA+. Muchas celebridades han sido acusadas de ello y durante la última semana Bad Bunny ha sido el blanco de esta crítica.
¿Qué es el "queerbaiting"?
El “queerbaiting” es una técnica de marketing que pretende atraer y seducir a personas LGTBIQA+ con promesas de representación en una obra o programa, sin que necesariamente cumplan con lo ofrecido. Se trata de una especie de carnada para atraer a ese público, evitando el riesgo de ofender a la mayoría.
Durante los últimos días causó revuelo en redes sociales el anuncio que el cantante Bad Bunny recibirá el premio anual de vanguardia, entregado a “aliados que han marcado una diferencia significativa en la promoción de la aceptación de personas y problemas LGBTQ”, por parte de GLAAD (Alianza de Gays y Lesbianas contra la Difamación, por su sigla en inglés). Este titular nos hace cuestionar sobre cuál es el aporte que el artista realiza por nuestra comunidad; ¿acaso se merece este premio por besar a un hombre, pintarse las uñas o usar falda en televisión?
En la industria musical es común jugar con la sexualidad usando el “queerbaiting” para atraer al público LGTBIQA+, pero sin incomodar mucho al público heteronormado. Un claro ejemplo de esto es la estadounidense Madonna, quien en el lejano 2003 se besó con Christina Aguilera y Britney Spears (nota al margen: que “iconic” cuando ponen ese video en Illuminati) y recientemente la vimos besarse con Tokischa en un concierto en New York. Pero hay un gran problema con esto.
Hace unos días vi un video en el canal de YouTube “Orden en el Caos” y comentaban lo siguiente: “Si Tokischa se da un beso con Rosalía no pasa nada. Si Tokischa se da un beso con Madonna no pasa nada, pero cuando Tokischa se da un beso con Villana (Antillano) es un problema, porque Villana es trans y maricona(sic)” y este es el problema. Porque cuando dos artistas públicamente heterosexuales se besan todo está bien, rompen patrones de género, ¡son lo más progresistas de la industria! Sin embargo, no es algo genuino.
Esto lo explica claramente la artista Drag Vivacious, al decir que “GAY” significa Generation Ahead of Yesterday. Cuando un hombre cis hétero se pinta las uñas o usa falda los medios celebran, las redes sociales explotan aplaudiendo esa ruptura de roles de género, pese a que esta disrupción es un aspecto cotidiano en la comunidad queer y, contrario al alabado heterosexual atrevido, las personas LGBTIQA+ cargamos con connotaciones agresivas y denigrantes. Seguimos siendo catalogados como maricones.
Porque cuando amenazamos al sistema de privilegio, quienes están en lo más alto de la pirámide social, y no sólo me refiero a las personas cis heterosexuales, se incomodan. Es más fácil aceptar a Bad Bunny que a Sam Smith. En el momento en que Smith se alejó de la fantasía “masculina” que giraba a su derredor y comenzó a explorar su expresión de género, provocó una reacción negativa. Incomodó al público.
Parece que es más fácil de digerir que una persona cis hétero levante la voz por la lucha LGBTIQA+ que a alguien perteneciente a las disidencias sexuales. El problema de esto es que el foco se pierde, las luces y cámaras se dirigen a las personas equivocadas. Mientras tanto, quienes sufrimos la opresión cotidiana de este sistema quedamos en el fondo, sin una representación real que esté orientada al resguardo de nuestros derechos.
Dentro de nuestra realidad, cuando exigimos participación en la política nacional, aparece un señor diciendo que los gays y las lesbianas tenemos nada que aportar en la vida política y que ni siquiera deberíamos participar en política, porque lo nuestro no es discriminación, sino una enfermedad que debería ser tratada (Sseguimos esperando que el señor Jaime Ravinet aclare si continúa pensando lo mismo que expresó en 1995).
Pero volvamos a Bad Bunny. Personalmente no me declaro su fan yun güan yun, ni mucho menos su defensor, pero no puedo negar que en más de una fiesta he cantado a gritos alguna de sus canciones, incluso las he bailado hasta donde me lo permiten mis rodillas de 37 años.
Recientemente, durante una entrevista con The Angeles Times, dijo lo siguiente: “Al final del día, no sé si en 20 años me gustará un hombre. Uno nunca sabe en la vida. Pero por el momento soy heterosexual y me gustan las mujeres”. Como decía al comienzo, la exploración de la sexualidad es un camino largo y complejo para algunas personas. Y con esto no estoy sacando del closet al “conejo malo”, sino que aplaudo (solo un poco) la apertura de decir hoy soy hétero, mañana no sé.
Cuando Bad Bunny se presentó usando una falda en The Tonight Show, en el año 2020, su intención no era romper patrones de género. La polera que usaba en esa presentación decía “mataron a ALEXA, no a un hombre con falda”. ¿Quién era Alexa? Una mujer trans de Puerto Rico que asesinaron a balazos por entrar a un baño de mujeres. Los medios de ese país se refirieron a ella como “un hombre con falda”.
Cuando hace drag en “Yo perreo sola”, o cuando uno de sus videoclips es coreografiado por la bailarina profesional Kendra Mart, utiliza ropa de la diseñadora mexicana Lula Arreola, o cuando invita al escenario a Villano Antillano a cantar frente a más de 18 mil espectadores –todas destacadas artistas trans– infiero que Bad Bunny no sólo se preocupa, sino que intenta ocuparse de las problemáticas LGBTIQA+.
Es muy fácil hacer declaraciones o poner la bandera gay/trans en nuestro perfil de redes sociales. Como dijo el youtuber español Daniel Valero (Tigrillo), el apoyo que ha dado Bad Bunny a la causa trans va más allá de la mera imagen, porque “cuando estamos hablamos de un colectivo con una tasa de paro (desempleo) del 85% en muchos países, es darle trabajo. Porque visibilidad también necesitan, pero de visibilidad no se come y en el caso de Bad Bunny lo hace”.
Entonces, lo de Bad Bunny ¿es “queerbaiting”? Creo que no. ¿Se merece ser premiado por su aporte a la comunidad LGBTIQA+? Creo que sí. ¿A GLAAD se le fue la olla entregando esta distinción? ¡Definitivamente no!