Incendios y primeros auxilios psicológicos
¿Se hace en Chile todo lo posible para evitar problemas de salud mental ante catástrofes? ¿Estamos como comunidad preparados para apoyarnos como se debe? ¿Cómo está la salud mental de base en nuestra sociedad y cómo está nuestra voluntad para apoyarnos generosamente?
No se puede ser tajante en la respuesta. Desde la Sociedad de profesionales que formo parte, que incluye a diversos profesionales de la salud mental, estamos involucrados en mejorar la calidad de la salud mental.
Felicitamos la entrega y la coordinación que logran profesionales, técnicos y voluntarios por estar disponibles de antemano y por movilizarse ante situaciones puntuales de mayor sufrimiento que afecta a comunidades, familias y, especialmente, a niños, niñas y adolescentes.
Tanto en las regiones de Ñuble, Biobío y la Araucanía se han realizado innumerables acciones de rápida respuesta tanto desde servicios de atención pública, como privada, tanto desde salud, como educación, que tienen mucho que decir, y comunidades locales. La familia extendida ha sido una fuerte red de apoyo en acoger y permitir que los albergues no estén colapsados.
Más que quejarnos de falta de profesionales y de recursos, pensamos que en lo que debemos poner nuestro mayor esfuerzo es en construir esa cultura de coordinación y colaboración. No es fácil que la ayuda llegue oportunamente y a quien corresponda.
Las necesidades son diversas en cada situación y para cada persona las prioridades son distintas. Un niño puede estar sufriendo por la pérdida de su mascota, otro por no poder columpiarse en el árbol que siempre lo hacía. Unos por la falta de seguridad laboral, otros por ver a su madre triste.
Debemos tener un trabajo continuo en la educación en primeros auxilios psicológicos, que yendo a lo medular, no es otra cosa que saber escuchar al otro con respeto a sus propios tiempos. En esto podemos avanzar todos: hacia una cultura en la que el trato sea de más respeto (del latín re-spectare, "observar desde atrás”, que implica el reconocimiento y la aceptación de la diferencia).
Eso nos permite escuchar, que el otro se sienta valorado en lo que es, reflexionar sobre lo que puedo aportar y llevarlo a la acción. Esta es una necesidad básica para la salud mental, tanto en la convivencia cotidiana como ante catástrofes; que se nos comprenda en nuestras propias emociones y necesidades, ser empático, compasivo y solidario. Esa es la tarea.