Magíster en Ciencias: "Más allá de cambiar la tiza y el pizarrón por un proyector, no veo un impacto mayor en las clases"
- Según otras entrevistas que se le han hecho, usted argumenta que el mundo de hoy ha cambiado debido a Internet. Como académico de la Universidad de Chile y en su práctica docente, ¿cuáles serían esos cambios?
"Las largas clases expositivas a las que estuvimos todos nosotros acostumbrados han dejado de ser efectivas: los jóvenes no soportan estar una hora entera pasivamente escuchando a un profesor y tomando notas. Su estilo es participativo, de discusión y cuestionamiento, ya no sirve esa larga clase tradicional. Cuando tienen una duda, su reacción natural es buscar la respuesta en Internet, nunca preguntarle a un profesor. La habilidad para encontrar las respuestas correctas y útiles es clave ahora para toda su vida. No estoy seguro que todos sepan hacer eso bien, y es algo que no estamos enseñando en ninguna parte".
"Por otro lado, hay un fenómeno de rapidez y simpleza que no estoy seguro cómo manejar: las redes sociales y el mundo adolescente les han acostumbrado a esperar que todo tenga una respuesta corta y definitiva. Un poco como pruebas con alternativas. Cuando los enfrentamos a problemas complejos, con soluciones variadas y con compromisos difíciles, tienden a confundirse y a rechazar esas preguntas como 'mal formuladas'. Creo que el colegio y la universidad deberán hacer enormes esfuerzos por enfrentar a los jóvenes desde muy niños a estos problemas abiertos, difíciles y con múltiples soluciones imperfectas. 2+2 es 4. Pero ¿qué provocó la guerra en Ucrania? es una pregunta mucho más compleja. No se puede responder en 120 caracteres".
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- ¿Ha cambiado la tecnología nuestra forma de enseñar, nuestra forma de aprender? Si esto ha sido así, ¿por qué?
"Cuando aparecieron las primeras propuestas tecnológicas para apoyar la educación, en los años noventa, teníamos una enorme esperanza en que íbamos a revolucionar la educación. Hemos debido aceptar que eso no fue así: más allá de cambiar la tiza y el pizarrón por un proyector, no veo un impacto mayor en las clases. Pero, por otro lado, tener un estudiante sentado en la sala con su celular en la mano, les permite buscar una afirmación hecha por el profesor y ver si es correcta o no, como también les permite conversar con sus amigos o mirar videos de Tik tok si la clase está aburrida. Es un desafío el aprovechar esa oportunidad sin ser destruidos por ella".
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- ¿Cómo cree usted que se visualiza en el futuro la Universidad de Chile en cuanto a la Transformación Digital y su presencia en la educación?
"Es imposible predecir exactamente qué pasará. De lo que estoy seguro es que la universidad de Chile será muy diferente en 20 años más a lo que es hoy. Una apuesta es pensar que podremos abarcar territorios mucho mayores, en todo Chile, en la región, tal vez en el mundo si comenzamos a tener siempre versiones en inglés de nuestros cursos".
- ¿Cuánto tuvieron que ver las complicaciones de la pandemia con los cambios en la forma de ver el proceso de enseñanza?
"Yo creo que lo más importante de la docencia remota de emergencia desarrollada durante la pandemia fue que mostró lo bien que funcionaban estas tecnologías, lo fácil que era hacer reuniones a distancia, a la vez que nos mostraban sus limitaciones y nos daban ideas de cómo hacerlas mucho mejores. Creo que nos dejaron motivados para abrazar el futuro".