La democracia sólo se arregla con más democracia
“Todo reino dividido por una guerra civil está condenado al fracaso. Una ciudad o una familia dividida por peleas se desintegrará”. Esto nos enseña Jesús, en Mateo 12:25, y esto es lo que estoy viendo, desde hace un tiempo, en nuestra familia, los chilenos.
Todo país se organiza según su Constitución, o Carta Magna, o Carta Fundamental u otros nombres. Se estructura, se orienta, se guía, según su Constitución, por lo cual ésta debe ser respetada y honrada por todos los ciudadanos.
Desgraciadamente, la Constitución que tenemos en estos momentos no está legitimada por nuestros conciudadanos, debido a su origen, pues fue escrita en dictadura, entre cuatro paredes, por un grupo de “expertos” designados. Se escribió otra, una nueva Constitución, cumpliendo con todos los parámetros democráticos, y fue rechazada, democráticamente, por la ciudadanía.
Y en estos momentos, nuestra familia se encuentra dividida: para unos la Constitución actual es válida y buena. Para otros, el Congreso debe nombrar a un grupo de expertos que sea capaz de redactar una nueva Carta Magna. Para otros, la debe redactar un grupo elegido democráticamente por la ciudadanía. Y para otros tantos, sería buena una solución intermedia, que la redactara un grupo formado por personas elegidas democráticamente, junto a un grupo designado por el Congreso.
Y en esto, nuestros dirigentes llevan discutiendo más de tres meses, sin poder llegar a un acuerdo. Y cualquier acuerdo que tomen, en este momento, un sector de nuestra sociedad se sentirá pasado a llevar.
Yo creo que la condición fundamental, imprescindible, de toda Constitución, es que los ciudadanos la consideremos legítima, y la legitimidad no se impone.
Si queremos tener en nuestro querido país una Constitución que todos consideremos legítima, debemos elegir nosotros, los ciudadanos, como ésta se debe redactar.
Debiera haber un plebiscito que nos consulte: ¿queremos una nueva Constitución?
Si queremos una nueva Constitución, ésta debe ser escrita por:
- ¿Un Comité nombrado por el Congreso?
- ¿Un Comité Mixto? (explicitando los porcentajes de cada grupo)
- ¿Un Comité elegido democráticamente?
Y que decidamos los ciudadanos, democráticamente. Así funciona la democracia, y nadie, ningún sector, aunque pierda su opción, se puede sentir pasado a llevar.
Es el mínimo de respeto que nos merecemos, nosotros, los ciudadanos. Y sólo con respeto, escuchando al otro, aceptando las decisiones de las mayorías, nuestra familia comenzará a sanar sus heridas, y a reencontrarse, para caminar juntos hacia un camino de unidad y prosperidad.