La pichanga que terminó con cuatro detenidos desaparecidos y un homicidio en 1973

La pichanga que terminó con cuatro detenidos desaparecidos y un homicidio en 1973

Por: Giglia Vaccani Venegas | 10.12.2022
Pocas semanas después del golpe, un grupo de carabineros cobró venganza por una pelea en un partido de fútbol en la Población La Faena. En el Día Internacional de Derechos Humanos, contamos esta historia que es parte del podcast Ñuñoa tiene memoria, que narra historias de lugares donde ocurrieron crímenes de la dictadura en la comuna.

En septiembre de 1973 dos equipos de fútbol de la población La Faena se enfrentaron en la cancha San Carlos. La pichanga era entre vecinos del barrio: por un lado, estaba el equipo Unión Victoria, de pobladores del poniente de la calle Ictinos; por el otro, el Club Deportivo Cordillera, de quienes vivían al oriente. La pelota girando por el terreno de tierra mantenía a los ocho jugadores por lado distraídos de la enorme crisis que se vivía en ese entonces. Ninguno sabía aún que el cruel destino del país se cruzaría con el desenlace de ese partido.

En el Día Internacional de Derechos Humanos, en El Desconcierto recordamos esta historia que es parte del Podcast Ñuñoa tiene Memoria de Ñuñoa tu Radio en coproducción con la Corporación Estadio Nacional, Memoria Nacional, que cuenta las historias de lugares de la comuna donde hubo violaciones a los derechos humanos en dictadura, pero en muchos casos hoy no son reconocidos.

Lo que pasa en la cancha no se queda en la cancha

Quedaban pocos días para el golpe de Estado liderado por Augusto Pinochet. Sin embargo, en este sector de la capital, que en ese tiempo pertenecía a Ñuñoa, la preocupación era cómo el Unión Victoria podría remontar la diferencia con el Deportivo Cordillera. Los entusiastas futbolistas eran jóvenes. El menor tenía 15 años, el mayor 22.

Una patada o simplemente una burla -el tiempo ha hecho que estos detalles sean difusos- tensionó el ambiente y los insultos llevaron a los combos. Héctor Vásquez Sepúlveda, un vecino de La Faena que se cambió del Unión Victoria al Cordillera se trenzó a golpes con Francisco Contreras Torres, quien pertenecía a su exequipo y era carabinero de la 13° Comisaría “Los Guindos” (actual 18° Comisaría de Ñuñoa).

La intensidad de la pelea subió. Se sumó a la riña Juan Manuel Veloso Ortiz, también carabinero de la 13° Comisaría, compañero de trabajo y de equipo de Francisco Contreras, a quien fue a apoyar. En el bando rival se metieron Hernán Peña Catalán, Luis Vergara González, José Ramírez Díaz y Pedro Pérez Godoy. La cancha San Carlos fue escenario de una batalla campal, aunque nada distinto a lo que se vive en cientos de partidos que cada fin de semana ocurren en las poblaciones de Santiago.

“Lo que pasa en la cancha, se queda en la cancha”, comentaron algunos después de la pelea, pero no fue así. “El partido fue entre ellos, dos equipos, una pichanga normal. El equipo de mi papá iba ganando y, no sé, por ahí se picaron y se agarraron a cornetes. Mi papi le pegó po', porque era bueno pal’ combo. Entonces fue el golpe de Estado y el paco se tomó la atribución de ir a buscarlo. Ahí yo creo que fue abuso de poder”, recuerda José Barahona Ulloa, hijo de Héctor Vásquez.

[caption id="attachment_797581" align="aligncenter" width="2560"] De izquierda a derecha: José Ramírez Díaz, Pedro Pérez Godoy, Hernán Peña Catalán, Luis Vergara González y Héctor Vásquez Sepúlveda: Fuente: memoriaviva.com[/caption]

Abuso de poder

El obrero Luis Vergara González se dirigía a su casa en la Villa Lautaro pocos minutos después de las 9 de la noche, hora definida por la Junta Militar para el toque de queda de ese día, el 15 de octubre de 1973. Había pasado poco más de un mes desde el bombardeo a La Moneda y con él la toma del poder por parte de las Fuerzas Armadas.

Luis estaba a pocas cuadras de su casa cuando se le acercó una camioneta roja, que hasta hace pocas semanas había pertenecido a Miria Contreras Bell, secretaria personal del fallecido Presidente Salvador Allende. Pero eso el trabajador de 22 años no lo sabía y solo vio un vehículo desde el que bajó Francisco Contreras, el policía con quien había peleado en la cancha San Carlos. Junto con otro carabinero lo redujeron para llevarlo detenido. El auto rápidamente se puso en marcha: él no sería el único.

A un par de calles de ahí, en la Villa El Duraznal, estaba la casa de Hernán Peña, chofer de 20 años que también había participado de la pichanga. En su hogar solo encontraron a sus dos hijos y otros familiares, por lo que los policías decidieron hacer un “barrido” por el barrio hasta que dieron con él. También se lo llevaron. El destino fue la Comisaría “Los Guindos”.

“Ellos fueron detenidos en un automóvil civil, que curiosamente se lo habían quitado, se lo había confiscado, a la secretaria del Presidente Allende. Pertenecía a la Payita”, relata Alejandro Ancalao, doctor en historia y jefe del Departamento de Patrimonio de la Municipalidad de Ñuñoa, organismo que está investigando las víctimas de la dictadura en la comuna.

“¿Está el Beto?”

Ancalao narra que dos días después los policías repitieron la rutina con “Pedro Pérez Godoy, que era un niño de 15 años, y José Adrián Ramírez Díaz, que era un joven de 20 años, estudiante de séptimo básico, trabajaba como ayudante de la feria. Fueron detenidos en la calle Ictinos”.

Estos dos jóvenes fueron llevados al mismo lugar que sus compañeros del Deportivo Cordillera, sin embargo, ya estaba colapsado por la cantidad de detenidos, así que fueron trasladados al Retén Quilín, dependiente de la 13° Comisaría de Carabineros. A la 1 de la madrugada fueron sacados del recinto policial y trasladados en la camioneta roja de “la Payita” hasta dependencias de la Viña Cousiño Macul.

El vehículo se detuvo ante una vista panorámica de Santiago bajo toque de queda. Carabineros bajo las indicaciones del teniente Pedro Herrera Mossuto hicieron bajar a los futbolistas amateur de la población La Faena y los forzaron a caminar hasta la ribera del canal San Carlos. En ese lugar los funcionarios sacaron sus armas de fuego y les dispararon. Las heridas le provocaron la muerte a José Ramirez, mientras que de Pedro Pérez hasta el día de hoy se desconoce su paradero.

“¿Está el Beto’?”, se escuchó solo horas después el 18 de octubre de 1973 frente a la casa de Héctor Vásquez. El joven del Deportivo Cordillera se estaba bañando y sus hermanos recibieron a los dos carabineros vestidos de civil que preguntaban por él, Francisco Contreras y Juan Manuel Veloso. Los funcionarios eran conocidos por la familia porque vivían en el barrio. Parecía una simple visita de unos vecinos.

Cuando Héctor salió del baño le pidieron que los acompañara porque tenía que prestar una declaración en la comisaría por la pelea en el partido de fútbol. Los policías se lo llevaron en un bus de locomoción colectiva, donde casualmente se encontraron con la mamá del joven, quien se preocupó al ver la escena. Los carabineros le dijeron que no se preocupara, que solo debían tomarle un testimonio y ya estaría de vuelta en su casa. Desde ese día, Beto es un detenido desaparecido al igual que Luis Vergara y Hernán Peña, de quienes tampoco se tuvo más información desde su secuestro.

La polola de Héctor Vásquez en ese entonces, Mercedes Ulloa Almonacid, quien al momento de su secuestro estaba esperando un hijo junto a él, recuerda: “Me enteré porque la hermana me dijo que se había perdido, que se lo habían llevado unas personas, pero ellas tampoco sabían si eran carabineros porque no andaban vestidos de carabineros; que se había perdido y después pasaron como dos, tres o cuatro días (...) Su hermana lo empezó a buscar después. Pasó una semana y no aparecía. Nos habían dicho que la mamá lo había visto”.

13° Comisaría de Carabineros durante la dictadura

El historiador Alejandro Ancalao expone que el caso de los jóvenes de la población La Faena deja a la luz que los crímenes de la dictadura fueron contra toda la población y no solo dirigida a un sector político. “No era solamente el objetivo las personas políticas, con participación política, sino que era toda la sociedad. Implantar el terror, el miedo, en toda la sociedad y eso se hacía indiscriminadamente”, argumenta.

El jefe del Departamento de Patrimonio de la Municipalidad de Ñuñoa añade que muchos de estos abusos se realizaban gracias a “los secuaces, los que acusan o delatan a vecinos por problemas entre ellos y terminamos con casos de detenidos desaparecidos que no tenían absolutamente ninguna relación política, sino que eran simplemente por arbitrariedades de los funcionarios públicos”.

“Entre 1973 y 1990 todas las comisarías del país fueron lugar de detención. Todas. No hay ninguna que no haya tenido detenidos, que no haya detenido desaparecidos dentro de ellas o que no haya habido tortura dentro de alguna. Todas están reconocidas y algunas fueron destruidas los últimos días de la dictadura para poder borrar algunos casos”, concluye el experto en base a los informes oficiales.

En 2017, la Corte Suprema condenó a los excarabineros Francisco Contreras Torres y Pedro Herrera Mossuto a siete años de cárcel por la desaparición de Héctor Vásquez. Además, en 2021 el máximo tribunal determinó 10 años y un día de cárcel al funcionario Juan Paredes Rodríguez por el homicidio calificado de José Ramírez Díaz y la sustracción del menor de edad Pedro Pérez Godoy; otros 10 años y un día a Francisco Contreras Torres por los secuestros calificados de Hernán Peña y Luis Vergara, mismo delito por el que condenó a 7 años de presidio a Pedro Herrar Mossuto. Asimismo, Bernardo Pérez Arriagada fue condenado a 7 años de presidio por el asesinado de José Ramírez Díaz.

El hijo de Héctor Vásquez, José Barahona, sostiene que “fue poco lo que le dieron al paco” y dice a casi 50 años del hecho: “Yo tengo pocas esperanzas de que esté vivo, lo que yo tengo esperanzas de que puedan aparecer son sus huesos”.

Pese a las sentencias, los cercanos de las víctimas y vecinos de la comisaría conocen muy poca información del caso. Por ejemplo, Mercedes Ulloa afirma que ubicaba a las otras víctimas además de Héctor Vásquez, en ese entonces su pololo. “Pero no sabía que les había pasado eso mismo, que se los habían llevado, que los habían matado”, cuenta.

Escucha el capítulo completo de Ñuñoa tiene memoria en que se cuenta esta historia acá

Ñuñoa tiene memoria es un trabajo de Edgar Pfennings de la Vega en el guion e investigación, Felipe Zenteno en la música y Rodrigo Montanter y Fernando Pereira en el sonido.

Otros sitios de la comuna que se recuerdan en este podcast son la actual 18° Comisaría “Los Guindos”, el antiguo Campus Oriente de la Universidad de Chile y el Cuartel de Investigaciones de Obispo Orrego N°241, además de los parcialmente reconocidos, Estadio Nacional y José Domingo Cañas.

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