Política afirmativa contra la desesperanza
Hoy poco queda -si es que queda algo- de lo que emergió en Chile a partir del 18 de octubre de 2019. Este escrito no es una conmemoración, sino más bien una reflexión sobre nuestro pasado, pero principalmente respecto a nuestro presente. Quisiera pensar que lo vivido hace tres años al menos se acercó a la idea de política en su sentido más original: una vida en comunidad orientada por la preocupación y la acción respecto a los problemas públicos. Desde una perspectiva más contemporánea, esa política que presenciamos (si así queremos verlo) también podría reconocerse en palabras del teórico político Jacques Rancière: La política ocurre cuando aquellos que “no tienen” el tiempo se toman este tiempo necesario para plantearse como habitantes de un espacio común y para demostrar que su boca emite también una palabra que enuncia lo común y no solamente una voz que denota dolor (Rancière, 2016, p. 26).
Como ha dicho este autor, lo que hace esta acción política es reconfigurar la manera en que opera la organización de lo que merece atención pública y aquello que no. En el contexto del estallido social en Chile, emergieron encuentros entre cuerpos diversos habitando el espacio público de maneras impredecibles, pero que al mismo tiempo representaron cuestiones muy esperadas por mucha gente y durante mucho tiempo. Esa condición de impredictibilidad -que operó en conjunto con una sensación de pertenencia colectiva- podría resaltar el carácter revolucionario de una política que no le pide permiso a nadie para aparecer, pero aun más: nadie la está esperando. Esta política es necesariamente colectiva, y reclama algo que le pertenece a esa parte de habitantes antes no considerada, mediante la enunciación de su voz común.
Estas manifestaciones constituyeron un breve momento de esperanza, de posibilidades para una acción política orientada a los cambios que nos permitirían vivir vidas más vivibles. Tres años después, tras un plebiscito mediante el cual se aprobó la redacción de una nueva Constitución por parte de una Convención Constitucional elegida por votación popular (una Carta Magna institucionalmente democrática, pero después veríamos que sus aspiraciones democráticas superarían con creces los aspectos estrictamente institucionales); un año de trabajo por la creación de este nuevo documento de importancia innegable y difícilmente superable; un cambio de gobierno de una derecha política que no quería cambios a una izquierda que los impulsaba; y, finalmente, un plebiscito de salida mediante el cual se terminó por rechazar la propuesta de nueva Constitución para Chile y, con ello, dar el portazo oficial, rotundo y doloroso a ese proceso que, al menos visible y evidentemente, inició el 18 de octubre de 2019.
Recordar este recorrido y compararlo con el lugar en el que estamos hoy, puede generar ansiedades, pero es parte de nuestra historia. Si reconocemos la necesidad de sobreponernos a la desesperanza que podamos sentir hoy (asumiendo que no renunciaremos a nuestras convicciones), entonces parece fundamental iniciar lo antes posible un nuevo proceso colectivo de reflexión y acción política que plantee preguntas respecto a lo que estamos siendo hoy, en conjunto con otros; las relaciones que estamos teniendo y queriendo establecer; las reorganizaciones que estamos necesitando para vivir mejor en conjunto; y el trabajo que tenemos que hacer hoy, en el presente, para poder asegurar un futuro vivible para todo el planeta. Esta es parte de la invitación que hace hoy la filósofa contemporánea y teórica feminista Rosi Braidotti.
Considero que estas reflexiones implican superar las ‘burbujas’ de críticas políticas y sensibilidades a partir de las cuales asumimos que existen necesidades y deseos previamente consensuados, y mediante las cuales el análisis se vuelve menos crítico, en la medida en que se repite entre las mismas personas, en los mismos lugares, y con los mismos viejos argumentos.
Hoy necesitamos una política afirmativa, en el sentido de crear relaciones que nos permitan tener las discusiones sobre nuestro presente, en vez del ambiente político de los insultos y la polarización (Braidotti, 2022).
Si hemos prestado atención a la contingencia política de Chile durante el último mes, es probable que sintamos desconcierto respecto a las articulaciones políticas posibles en nuestro contexto actual. Por lo mismo, parece urgente pensar y crear las condiciones para esta política afirmativa. Esta política es productiva, no en el sentido neoliberal del término, sino en uno creativo, en cuanto tiene la capacidad de crear nuevas configuraciones políticas posibles, que permiten ‘otras’ subjetividades, relaciones y ensamblajes para reordenar, con fines nobles, nuestro mundo más inmediato.
Hoy sólo quisiera recordar que incluso cuando todo parece perdido, podemos sorprendernos. Pero hay que aprender de nuestro pasado y cartografiar nuestro presente, para avanzar crítica y creativamente hacia nuestro futuro.