Cómo la Amazonía se convirtió en un centro de exportaciones agrícolas
"Integrar para não entregar" - integrar para no entregar. Bajo este eslogan nacionalista que aviva el miedo a una supuesta amenaza extranjera, miles de brasileños emigraron a la Amazonía del país a principios de la década de 1970, en busca de la prosperidad que el gobierno militar había prometido.
En aquella época, los campesinos que vivían en la pobreza en el sur de Brasil veían nuevos horizontes en la propaganda de la dictadura, que decía que la tierra era abundante y accesible -incluso gratuita- en una zona inexplorada de la región Centro-Oeste.
"Soy de [el estado de] Santa Catarina, me crié allí en el sur, y en general estaba bastante excluido, financiera y socialmente", dice Elmo Leitzke, ahora un rico agricultor y propietario de la finca Minuano, de 7.000 hectáreas, en Sinop, estado de Mato Grosso.
Este fue el inicio de un movimiento de colonización masiva en las tierras de transición entre los biomas del Cerrado y del Amazonas. Y así se dieron los primeros pasos hacia un modelo extractivo y explotador que todavía hoy define la forma en que el país ve sus bosques: como un obstáculo para el progreso que debe ser eliminado del camino de la producción agrícola.
"Hasta 1975, la selva estaba prácticamente intacta", afirma el historiador medioambiental José Augusto Pádua, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro. "Así que tenemos que entender el movimiento [migratorio] a partir de ahí. "
Esta intrincada historia y sus personajes forman parte de nuestra primera serie de podcasts en portugués, Amazônia Ocupada, que se estrena este jueves 15 de septiembre. Creada por Diálogo Chino en colaboración con Trovão Mídia, a lo largo de cinco episodios, relata cómo la selva más grande y famosa del mundo fue colonizada para la explotación de mercancías.
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BR-163, una autopista “espina de pescado”
Los oyentes viajarán a lo largo de la carretera BR-163 de Brasil, un proyecto de infraestructura iniciado por el gobierno militar que pretendía impulsar la ocupación de la Amazonía. Tal vez más que cualquier otra ruta, las historias y las vistas encontradas a lo largo de la BR-163 ilustran cómo la soja, el ganado, la minería y la tala se establecieron en la región.
La construcción de la carretera, que atraviesa Brasil de norte a sur a lo largo de más de 3.500 kilómetros, desempeñó un papel fundamental en el proceso de ocupación, ya que fue a lo largo de los bordes de este eje donde surgieron pueblos, algunos de los cuales se convirtieron en ciudades más grandes.
Ilson Redivo, presidente del Sindicato Rural de Sinop, emigró del sur de Brasil en la década de 1980 (Imagen: Felipe Betim / Diálogo Chino)
"Imaginen una espina de pescado", dijo Ilson Redivo, presidente de un sindicato rural en la ciudad de Sinop, Mato Grosso, y vicepresidente de Aprosoja Norte, una asociación de productores de soja. "Lo que alimenta una espina de pescado es la columna central. Esa columna central es la BR-163".
Los resultados de la colonización desenfrenada se dejan sentir hoy en día, con la aparición de conflictos por la tierra, el desplazamiento y la muerte de poblaciones tradicionales y la deforestación de la Amazonía, que ha registrado recientemente las tasas más altas de los últimos 15 años.
"Cuando abrieron la carretera BR-163, murió mucha gente, sobre todo el pueblo Panará", afirma Krekreansã Panará, líder de uno de los grupos indígenas desplazados de sus tierras por la construcción de la carretera. Krekreansã explica que, debido al contacto con enfermedades recién introducidas, como el sarampión, sólo sobrevivieron unos 80 de sus habitantes, que se marcharon al Parque Indígena Xingu.
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Sinop, la capital de la soja
Sinop, municipio del norte del estado de Mato Grosso, fue uno de los primeros destinos de los inmigrantes del sur, por lo que constituye un primer puerto de escala ideal en nuestra nueva serie. En los últimos 50 años, la ciudad se ha convertido en el epicentro de la producción de soja brasileña, una materia prima que es ahora la principal exportación de la agroindustria del país.
Con la ocupación de sus biomas para el monocultivo, y con el estímulo gubernamental, Brasil se ha convertido en el mayor productor y exportador de soja del mundo, con más del 60% de su producción vendida a otros países, especialmente a China, según datos de comercio exterior. Si Mato Grosso fuera una nación, sería el tercer mayor productor de soja del mundo, por detrás del propio Brasil y de Estados Unidos.
Campo de soja en Sinop, Mato Grosso, el estado que es la capital del agronegocio brasileño (Imagen: Felipe Betim / Diálogo Chino)
Sinop es el acrónimo de Sociedade Imobiliária no Noroeste do Paraná, la empresa que empezó a deforestar la selva y fundó la ciudad en esa zona. Hoy alberga 150.000 hectáreas de cultivo, según datos oficiales de 2020.
Aunque es un municipio rural, Sinop no se parece mucho a una ciudad de campo. En el centro urbano, los coches importados circulan por avenidas bien pavimentadas. Hay centros comerciales, tiendas de diseño y restaurantes caros más habituales en las grandes ciudades. El paisaje urbano está salpicado de vallas publicitarias que anuncian nuevas promociones inmobiliarias dirigidas a la élite de la agroindustria que vive en Sinop.
El municipio se ha consolidado como un importante centro de abastecimiento de productos, servicios y oportunidades en la región. Según datos oficiales, cerca de 150.000 personas viven en Sinop, que registró un PIB per cápita de más de 46.000 reales (8.860 dólares) en 2019, superior a la media nacional de ese año, de unos 35.000 reales (6.740 dólares).
Antes de alcanzar este cenit de la soja, Sinop conoció otros ciclos de producción. El primero, que coincidió con la fundación de la ciudad, fue la extracción y venta de madera. "La extracción de madera era lo que pagaba las facturas de las primeras etapas de la mecanización agrícola [a menudo sinónimo de deforestación] que perseguía en aquella época. Era habitual buscar nuevas fronteras agrícolas", dice Leitzke.
Una vez que se abrieron las ciudades, la región vivió un ciclo de ganadería, una forma de ocupar estos espacios abiertos a bajo costo. Y finalmente, en las tres últimas décadas, llegó el boom de la soja y el maíz.
Una céntrica avenida de Sinop. Las carreteras de esta ciudad agrícola están pavimentadas y los vehículos importados son habituales (Imagen: Felipe Betim / Diálogo Chino)
Esta fuerza creciente atrajo a Sinop a multinacionales del comercio de productos básicos como Bunge y Cargill, de Estados Unidos, la empresa china COFCO y la brasileña Amaggi. Estas empresas son las que actúan como intermediarias entre los agricultores y los compradores, además de haber aportado créditos, insumos y técnicas que impulsan el monocultivo brasileño.
Lo que resulta bastante contradictorio es que la propaganda difundida por el gobierno militar afirmaba que la Amazonía era objeto de la "codicia extranjera", especialmente de Estados Unidos. La colonización del bioma serviría, por tanto, para defender el territorio de una amenaza inminente, una visión nacionalista que aún resuena en la política brasileña actual.
"Hubo una gran presión internacional para que la Amazonía no fuera brasileña, para que perteneciera al mundo", recuerda Leitzke. "La idea era poner al pueblo brasileño en la Amazonía".