Día del embarazo adolescente
Por estos días (el 26 de septiembre) se conmemora la semana de prevención del embarazo en la adolescencia en América Latina, una realidad que da cuenta de uno de los mayores indicadores de la desigualdad existente en un país. Para las Naciones Unidas, el embarazo adolescente constituye una “fábrica de pobres”, pues replica la desigualdad en las niñas y mujeres, atentando contra sus derechos a una vida digna, en una manifiesta violencia de género. Las niñas madres aumentan anualmente en el mundo, y si bien en Chile las tasas de embarazo adolescente han disminuido en el tiempo, sigue preocupando la ocurrencia del segundo embarazo en la misma etapa evolutiva.
Datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), entregados en 2021, señalan que la tasa específica de fecundidad en Chile corresponde a 23,2 nacimientos por cada 1.000 jóvenes entre los 15 y 19 años, cifra que da cuenta de una sostenida disminución con respecto a años anteriores. De este modo, si en 2010 se contabilizó un total de 39.010 embarazos adolescentes, en 2018 la cifra disminuyó a 14.640. Si bien, estos datos van de la mano con una tendencia a nivel país de la disminución de la tasa de fecundidad general en las mujeres, se considera que la tasa de embarazo adolescente se ha mantenido relativamente estable en los últimos años.
Para las adolescentes, existen aún importantes desigualdades de acuerdo a los distintos territorios, nivel educacional y socioeconómico. Es altamente preocupante que, del total de adolescentes embarazadas en el año 2017 (17.369), cerca de 472 tenían menos de 15 años; y lo que es más grave, 5 de ellas eran madres por segunda vez. De estos embarazos, según la experiencia de los programas CEPIJ de Corporación Opción, muchos han surgido en contextos de violencia o abuso sexual.
Dichas experiencias vitales para las adolescentes, revisten diversos problemas en distintas dimensiones, conllevando un importante impacto biopsicosocial. Como lo señala la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología Infantil y de la Adolescencia (SOGIA), el embarazo adolescente implica problemas de autoimagen corporal, en el derecho de identidad, definición de roles, lo cual en su forma agravada se vincula a tasas de mortalidad infantil más altas que en los demás grupos etarios, deserción escolar temprana y en general perpetuación del círculo de pobreza (ver el Primer Informe Salud Sexual Salud Reproductiva y Derechos Humanos en Chile, Fundación Miles, 2016).
Por tanto, aparece como relevante, en estos tiempos en que las violencias de género hacia las niñas y adolescentes se visualizan cada día más, continuar con los esfuerzos para que la maternidad constituya una elección y no una imposición.
El Estado debe velar por sus derechos a la salud sexual y reproductiva de calidad, así como a una Educación Sexual Integral y Temprana, para todos y todas, lo cual, en el concierto internacional de los expertos, es una de las principales maneras de efectiva prevención.