Richard Sandoval: “Gladys Marín estaría increpando a los senadores que están reculando con la nueva Convención”
Desde su nacimiento en Curepto hasta su muerte en Santiago, Gladys Marín fue testigo y protagonista de algunos de los episodios más relevantes de la vida política y social del Chile del último siglo. Así lo confirma el periodista Richard Sandoval en “La sonrisa de Gladys”, publicación en la que reconstruye la vida pública y privada de esta figura fundamental en la historia política del país.
Richard Sandoval es periodista y licenciado en Comunicación Social por la Universidad de Chile, diplomado en Periodismo de Investigación Ciper-Universidad Diego Portales, con estudios de Escritura narrativa de no ficción en la Universidad Alberto Hurtado. Ha publicado los libros Colo-Colo ya no es Chile junto al periodista Dante Faúndez (2012), Soy periférico (Contragolpe Ediciones, 2014), Tanto duele Chile (Los libros de la mujer rota, 2017) y Tiempos peores (Planeta, 2018). Ha escrito en diversos medios de comunicación como La Tercera, El Desconcierto, La voz de los que sobran, Cosecha roja, El Siglo, revista Dossier y Noesnalaferia. Condujo el programa Escena viva en radio Usach. Actualmente realiza el espacio Todo por la tarde en radio Nuevo Mundo y dicta clases de crónica en la Escuela de Literatura y Oralidad Casa Contada.
- ¿Cómo surgió esta idea de contar esta idea de Gladys Marín?
Esta idea surgió a partir de una conversación con mi editor, Juan Manuel Silva, de editorial Planeta, a quien le agradezco muchísimo su disposición a estar siempre apostando por libros que rescatan la memoria. Hay un trabajo bien importante que ha hecho Planeta con la memoria. Yo recomiendo, por ejemplo, los libros que han publicado con la periodista Nancy Guzmán, que es una tremenda profesional. En conversaciones con él, la idea era hacer una biografía. Yo estaba muy interesado en dar ese paso, ese salto en la narrativa de no ficción, usando la crónica como género. Así surgió el nombre de Gladys, que él me lo propuso, y yo lo asumí como un desafío tremendo, es gigante. Ahí uno comienza a trabajar, no sin miedos, sin duda, por la envergadura del personaje. Pero, inmediatamente, yo tuve claridad respecto a cómo quería mostrar a este personaje, qué quería saber yo de Gladys. Mucho se sabe de Gladys en torno a su heroísmo, su épica, su lucha contra la dictadura, el símbolo de disputa, de rechazo a una forma de hacer política que se volvió tan sólida en la época de los 90, en los primeros años de los 2000, que a ella también le tocó vivir, que es este pacto transicional tan incombustible. Yo era chico en esa época, pero el mundo en Chile era derecha y Concertación y no había espacio para nada más. A mí me interesó ir a conocer el personaje humano que estaba detrás de esta mujer tan conocida por su lucha, tan conocida por sus peleas con Carabineros. Ir más allá de esta foto de Gladys peleando con Carabineros y descubrir al personaje humano, a la madre, a la amiga, que es un concepto increíble en esta historia. Hace unos días fue el lanzamiento del libro en el Drugstore y ahí estuvo Marta Fritz, que es protagonista del libro y recalcó el infinito aprecio que tenía Gladys por sus amigas y amigos, por el concepto de la amistad. Descubrir a ese ser humano, a esa mujer coqueta, sensual, muy femenina, que incluso tenía espacios para pasarla bien, para el humor, para tirar una talla en medio de la clandestinidad más peligrosa. Ese fue el personaje que yo quise rescatar.
- Entre toda esta investigación y todas las entrevistas que obtuviste de gente cercana, de su familia, amigos, militantes, etc. ¿Cuál fue el mayor descubrimiento?
Me gustaría insistir con las cualidades más sencillas y humanas de Gladys. Un personaje que tiene tal nivel de responsabilidad política, social incluso, que no se olvida que es una persona, una mujer, es una persona joven, que quiere ir al cine o al teatro. Eso me maravilló, descubrir detalles cotidianos. Cuando está en la clandestinidad en Chile, tiene un equipo de seguridad que la acompaña y a ellos les pide libros para estudiar, por ejemplo, siempre está muy atenta al estudio teórico, no quiere perder esa densidad que requiere la militancia comunista. En varias oportunidades pide que la lleven al teatro. Es muy entretenido ver cómo se genera una operación para que Gladys llegue, la hacen entrar cuando las luces ya están apagadas, entonces llega siempre atrasada a ver las obras. Luego sale, cuando están los aplausos, Gladys tiene que salir corriendo. En cierta ocasión, ella se encuentra en Colombia con su amiga Marta Fritz. Gladys viaja desde Moscú a Colombia, porque allá vivía su mamá. En ese encuentro, el esposo de Gladys, Jorge, todavía estaba vivo, le dice a Marta Fritz, quien va desde Chile al encuentro, que por favor no salgan, no se luzcan, no den pistas a los organismos de represión, porque están en todo el mundo. Gladys insiste que por favor vayan al cine. Van al cine a ver una película de terror “El bebé de Rosemarie”, Gladys casi se desmaya porque no puede ver sangre, y se van al baño. Gladys se desmaya y la Marta no sabe cómo resucitarla. Es un escándalo, todo eso con mucho susto, porque no las pueden ver. No las puede ver la policía, siempre andan con el susto de que las ande siguiendo algún agente de la dictadura chilena. Eso a mí me llamó mucho la atención. Cómo Gladys, en toda su dimensión heroica, política, social, no deja de ser una persona que también necesita divertirse, reírse, no se puede vivir.
- Esas escenas muy cotidianas de una mujer que trata de hacer una vida normal, dentro de lo poco normal que era su vida. ¿Cómo fue el tema de hablar y entrevistar a los hijos de Gladys, siendo que la historia de su maternidad es bien compleja?
Para mí, poder llegar a los hijos era una cuestión crucial del libro. Porque hay otros libros que se han hecho sobre Gladys, pero no están los dos hijos. Por ejemplo, Rodrigo, su hijo mayor, la última vez que habló es cuando Gladys murió hace como 17 años. Es de un estilo mucho más reservado, entonces un desafío mío, como periodista e investigador, era llegar al corazón de ellos como hijos. Y yo creo que se logró. Allí el trabajo es muy fino para poder abordar una sensibilidad que es tremenda.
- ¿Qué impresión te dio de la mirada de parte de los hijos?
En el libro se cuenta la relación que tienen los hijos con Gladys, lo que significan esos 14 años de ausencia. Imagínate que a tu mamá la dejas de ver a los 10 años, luego te haces hombre o mujer, tienes 20 y tantos años, eres universitario, y todavía no ves a tu mamá. Es ahí cuando Rodrigo le da un ultimátum a Gladys, a través de la tía Marta. Le dice: "Tía Marta, dígale a Gladys que, si no nos vemos este año, se olvide que tiene hijos". Después de ese reencuentro que se da, que también tuve la posibilidad de recrearlo con mucho detalle en Bariloche, Argentina, comienza todo un proceso de recomponer la relación con la mamá. A una mamá que tampoco la ven mucho. Después, cuando llega la democracia, Rodrigo, que es médico, se va a vivir a la región del Maule, a la cordillera. Álvaro se va a estudiar a Alemania. En ese sentido, siempre es una relación que se está recomponiendo, se está recomponiendo el daño generado por una distancia de 14 años. Hay un capítulo en el libro, que para mí es de lo más bello en esta historia humana, que es cuando Gladys está recién operada en Suecia, por su cáncer. Se aloja allá en la casa de la familia Weibel, de Patricio Weibel con Elena, un matrimonio de exiliados comunistas en las afueras de Estocolmo. Salen a caminar a la orilla de un lago, de un hermoso lago, el lago más grande de Suecia, y van del brazo caminando. Gladys con Rodrigo, Gladys con Álvaro, a veces Gladys acompañada por amistades. Rodrigo recuerda ese momento como el momento más preciado del adiós a su mamá. Mirándose, tocándose, conversando, él siente que se perdona todo, sin aparecer la palabra perdón, él siente que le puede decir a su mamá que se vaya en paz, que no hay ninguna cuenta pendiente. En ese momento Gladys con 60 y tantos años, recién en ese momento, hijo y madre sienten que están en paz, luego de todas las fisuras que provoca una vida como la que ellos vivieron.
- Para las mujeres es mucho más duro, en el sentido de que se espera que las mujeres estén presentes como mamá. De los hombres no se exige ese nivel de presencia. También resalta el poder de su convicción y de su lucha, porque podría juzgarse que es más poderoso que su rol como madre, pero son cosas distintas. Pero es verdad que las mujeres son más juzgadas por ese tipo de cosas, debe haber sido muy duro.
Muchas veces, desde la derecha o desde otros espacios políticos sociales, casi que se le asignaba como la mala madre, como que Gladys sí es consecuente, pero es mala madre porque abandonó a sus hijos. Ese tema salió el otro día en el lanzamiento y la propia Marta Fritz, algo con lo que suscribo absolutamente, decía que, al contrario, Gladys dejó de ver a sus hijos, y hay escenas increíbles donde ella los mira desde lejos y llora y se le parte el corazón por no poder abrazar a sus niños. Ese sacrificio lo hace para proteger a sus hijos, porque Gladys sí o sí siempre va a ser buscada, siempre va a ser perseguida, lo quiera o no. Entonces, estar lejos de sus hijos es la única y mejor manera de protegerlos. Eso es un sacrificio. Me imagino que la gente que nos esté escuchando o leyendo, que sea madre o padre, imaginarse pasar días, meses, años, lejos de tu hijo o hija, es una cuestión que uno no se puede imaginar lo terrible de ese dolor. Al contrario, Gladys es mejor madre porque se sacrificó para protegerlos.
- ¿Cómo fue ese proceso entre tu investigación y el proceso de escritura?
En cuanto al proceso de escritura, este es el trabajo más arduo que he tenido periodísticamente, literariamente. Uno trata siempre de ir inspirándose en algunas autorías. Para este libro estuve leyendo harto a Carlos Pinto. Compré sus libros, porque me parece fascinante cómo construye escena, cómo construye misterio, cómo genera expectativa. Siempre leo a (Eduardo) Sacheri para inspirarme literariamente.
- ¿Cómo fuiste armando el relato?
En cuanto a cuándo llegar al papel fue como al final, yo traté de tener la mayor cantidad de voces posibles para construir las escenas, para construir los capítulos de la manera más completa posible. Hay algunas escenas muy particulares que, llegando de la entrevista, las escribí, porque tienen tal nivel de impacto, están tan vivas, están tan frescas, que algunas escenas, después de la entrevista, llegué directamente a escribir. Por ejemplo, la entrevista que le hice a Rosita Hernández, a quien también se le conoce como Eugenia, las escenas más potentes de esa entrevista yo llegué inmediatamente a escribirlas, porque son increíblemente únicas. Rosita nunca había hablado con nadie, periodísticamente, sobre su historia con Gladys. Me contaba Rosita: "Me han buscado escritores, me han buscado cineastas y yo nunca he hablado". A nivel de obtención de fuentes, esa es un lujo que tiene el libro. Rosita Hernández fue la secretaria de Gladys durante mucho tiempo y fue la persona más cercana, fue su socia de trabajo en el exilio en Moscú. Ese exilio en Moscú no está reporteado y yo tuve la fortuna de poder recrear la vida de Gladys en Moscú. Lo más relevante es el momento y la reacción y lo que viene después cuando Gladys se entera de la desaparición de su esposo Jorge. Hay ahí todo un juego con un poeta ruso, Konstantin Simonov, porque Jorge le envía un poema a Gladys de Simonov, que es un poema que fue escrito en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, que servía para que los soldados les dijeran a las esposas: "Espérame, no pienses que yo ya morí en la guerra, porque si dejas de esperarme, yo ya habré muerto". Eso le escribe Jorge, desde la clandestinidad chilena, a Gladys en una carta. Cuando Gladys se entera de que Jorge desaparece, que lógicamente está muerto, ella lo único que quiere es encontrarse con este poeta, para, a través de ese encuentro, sentir a Jorge, extender la presencia de Jorge. Lean el libro y van a descubrir si es que lo encuentra o no. Esa aventura es increíble a nivel narrativo, poético e histórico también.
- Es una gran y dramática historia de amor. Durante el proceso de investigación, ¿hubo algún entrevistado que te interesara mucho y que no pudieras conseguir, o porque no estaba interesado en asociarse con la figura de Gladys Marín?
Yo creo que no, en general nadie me dijo que no. Gladys fue un personaje súper transversal. Hay mucha gente que no sabe o no se imagina que Gladys generó vínculos con gente de derecha. En el lanzamiento estaba Gustavo Hasbún, quien es un personaje de la UDI, que fue alcalde, diputado. Marta Fritz lo saluda como nuestro alcalde. Es bien curiosa esa relación, porque Gustavo Hasbún construyó una amistad con Gladys. La hermana de Gladys, Nancy, trabajaba en el municipio de Estación Central. Cuando Gladys se enferma, él le da todos los permisos para que pueda viajar a La Habana a ver a su hermana. Gustavo Hasbún viaja también después a ver a Gladys, se encuentran. Hay una relación que se extiende, incluso después de la muerte, con la familia, cuando Gustavo Hasbún lidera el proceso para nombrar "Gladys Marín" a la Avenida Pajaritos. Se hace un evento, una inauguración. Hay una relación que muestra a una Gladys mucho más abierta a nivel social de lo que también la caricatura indica. Construye vínculos con gente de derecha, no tiene ningún problema en sentarse a conversar con alguien de derecha. Algo tan distinto a lo que pasa hoy día, en que yo veo que la política está tan anclada en extremos, anclada en fanatismos. Yo veo Twitter y mucha gente dice: "Yo de izquierda, jamás tendría amigos de derecha". Nada que ver con lo que Gladys era, quizás la persona más de izquierda. Es bien interesante descubrir a Gladys desde ese lugar, más desprejuiciada. La misma historia con Camiroaga, yo aquí pongo el capítulo de la historia de esa famosa fotografía que anduvo dando vueltas un tiempo. Gladys genera también una amistad con Karen Doggenweiler, con ese mundo de la televisión, que ella criticaba tanto a la tele por frívola, pero se acerca a la tele, quiere conocer cómo funciona la tele, les pregunta. "Cuéntenme por favor, quiero conocer como es este mundo pop". Gladys es súper abierta en muchos sentidos, que la gente no se imagina detrás de esta caricatura que muchas veces se levantó.
- Presumo que sabías hartas cosas previas al libro. Pero, me imagino que te acercaste a la imagen de ella y su vida. Te acercaste tanto en este proceso, que es como si la hubieras conocido de cerca. ¿Qué crees tú que hubiera pensado si es que estuviera viva hoy día con todo lo que está pasando, desde el estallido y el proceso constituyente?
Yo creo que Gladys estaría plenamente arrojada a la disputa política. Ella era una mujer muy vital, muy joven. Veo los videos de antes que enfermara, ella ya tenía más de 60 años, el 2001 cumplió 60. Ella era una mujer tremendamente vital, se veía juvenil, muy activa. Gladys siempre fue deportista, igual que sus hijos, sus dos hijos son deportistas, atleta y basquetbolista. Gladys salía a trotar, bailaba. Ella tenía una larga vida por delante. En la época de los 2000 hubiese estado caminando a los 70, ahora tendría 80. Yo me la imagino plenamente activa en la política. A fines de los 90, propuso vínculos para pactos con la Concertación a nivel electoral, para acercarse a la institución. Gladys siempre fue infinitamente institucional, desde sus tres periodos como diputada. Algunos se quedan con la imagen de los 80, liderando el trabajo militar del partido, pero Gladys es mucho más que eso. Gladys murió el 2005, y el 2009 el Partido Comunista volvió a tener diputados, a través de un pacto con la Concertación. No tengo dudas de que Gladys hubiese sido diputada en esa pasada y después, muy probablemente senadora, hoy quizás sería ministra.
- ¿Cuál habría sido su lucha en el estallido o con la constituyente?
Estaría muy en la línea, a mí me lo decía Guillermo Teillier, a quien se lo pregunté. Gladys estaría contenta con Apruebo Dignidad como pacto. Gladys estaría empujando el carro para que las transformaciones se hagan y quizás sean más profundas. Hoy, tenemos un momento político muy difícil para las posiciones más de izquierda dentro del gobierno, pero Gladys estaría allí, tratando de mantener las posiciones. Siempre fue una política de tomo y lomo. Una política de tomo y lomo entiende las distintas circunstancias que te propone la realidad en diferentes momentos de la vida. Sin dudas que Gladys estaría otra vez luchando para que, tras el triunfo del Rechazo, se haga una nueva Constitución. Me la imagino, hoy día, increpando a los senadores de RN que están reculando con la nueva Convención, Gladys estaría luchando por que vayamos nuevamente a la pelea.
- ¿Qué le podrías decir a la gente para invitarla a leer el libro?
Le diría a la gente que se van a encontrar con una escritura fresca, rápida. Yo me esfuerzo siempre por eso, y amigos, lectores me escriben señalándome eso, que es una lectura rápida, emocionante y no solamente por los momentos más tristes o dramáticos, sino que hay muchas emociones, hay mucha risa también, hay harto humor. Hay un capítulo del Circo Timoteo que es para carcajadas. Es un libro para valorar la historia de Chile, para valorar la historia de los que ya no están, para valorar la memoria y para valorar la democracia. Gladys fue un personaje tremendamente democrático, luchó por la democracia, vivió y murió por la democracia. Entonces, en estos momentos en que siempre está en tensión la democracia, la participación, el progreso es una buena oportunidad para descubrir que esa lucha tiene una historia de muchos años.
Ficha Técnica
Título: La sonrisa de Gladys
Autor: Richard Sandoval
Editorial: Editorial Planeta
Temática: Actualidad
Año Publicación: 2022
Colección: Fuera de colección
Número de páginas: 228