Pronóstico de un ciudadano, efectos de propaganda y voto obligatorio

Pronóstico de un ciudadano, efectos de propaganda y voto obligatorio

Por: José González | 03.09.2022
Este ciudadano común declara que votará Apruebo y, sobre la base de un conjunto de análisis y consideraciones (entre ellas la propaganda y el voto obligatorio), pronostica que este 4 de septiembre la opción Apruebo ganará el plebiscito con una votación aproximada al 64%.

En tiempos de incertidumbre, el 15 de noviembre de 2019 el país recibió con esperanza el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución entre la mayoría de los partidos políticos, el gobierno y el Congreso, y firmado por las y los presidentes de partidos y por el hoy Presidente Gabriel Boric, instancia abierta gracias al esfuerzo y sacrificio de la ciudadanía independiente. Según lo declarado, el Acuerdo era una respuesta “de la buena política” a la exigencia de una ciudadanía que había sufrido personas muertas, mutiladas y afectadas en sus derechos esenciales. Y significaba “hacerse cargo y asumir la responsabilidad por muchas injusticias, inequidades y abusos” que precipitaron al país a una profunda crisis social y política. El pacto comprometía “por primera vez una Constitución 100% democrática” a objeto de “buscar la paz y la justicia social, a través de un procedimiento inobjetablemente democrático”.

El 25 de octubre de 2020, con la mayor participación de la historia, casi el 80% de los electores votó “Apruebo” para darse una nueva Constitución elaborada por una Convención Constitucional compuesta sólo por redactores elegidos para ese fin, imponiéndose a las opciones “Rechazo” y “Convención Mixta” (Convención Constitucional más parlamentarios).

Más adelante, en la elección de los redactores, en un “efecto bumerán”, el sector Rechazo de la lista Vamos por Chile volvió a obtener magros resultados al elegir sólo 37 constituyentes, cantidad inferior al 1/3 de un total de 155 e insuficiente para su objetivo: impedir la aprobación de los distintos artículos de una nueva Carta Magna que significaría poner fin a un largo tiempo que algunos llaman transición y otros posdictadura.

El altísimo quorum de 2/3 para la aprobación de cada artículo es el mismo de la Constitución del 80, que impidió su modificación profunda por largos años, incluyendo la desestimación por el ex presidente Piñera de un Proyecto de Reforma elaborado en el gobierno de la ex presidenta Bachelet. Recién ad portas de este nuevo plebiscito para aprobar la nueva Constitución sectores de derecha dieron su aprobación y dicho quorum fue rebajado a 4/7.

Entonces, ante la imposibilidad de imponer sus términos en el nuevo texto, el sector del Rechazo inició una sostenida campaña de dura crítica desde mucho antes que la propuesta se encontrara terminada, desvirtuando a priori su contenido y menospreciando el trabajo de la Convención a través de tergiversaciones y mentiras que los ciudadanos informados han podido verificar a través de la simple lectura del texto. Entre esas falsedades se encuentra la supuesta adhesión al autodenominado grupo Amarillos del filósofo Gastón Soublette, quien lo desmintió públicamente destacando que en su juventud se motejaba de “amarillos” a personas que eran “chuecas o traidoras” y, al mismo tiempo, asegurando que votará Apruebo.

Así, fue quedando en evidencia que ciertos participantes en el Acuerdo, lejos de convertirse en “buenas personas”, nunca tuvieron la honesta voluntad de poner fin a los abusos e injusticias y tampoco un verdadero compromiso con la paz y una nueva Constitución para el bien de Chile, sino que sólo buscaban evitar que su sector fuera alcanzado por los efectos del estallido social del 18 de octubre de 2019 que “no vieron venir”; a pesar de las incontables protestas y múltiples movilizaciones de los estudiantes, del feminismo, del movimiento por el agua, del movimiento por la vivienda, de los ambientalistas, de la agrupación de trabajadores NO + AFP, etc., que en repetidas ocasiones reunieron en las calles a millones de personas exigiendo pacíficamente una nueva constitución y la realización de reformas estructurales.

Con todo, es indudable que después del Acuerdo, Chile crece y avanza en democracia y paz social,  y que nadie quisiera retrotraerlo al tiempo del estallido social con el consiguiente riesgo de su repetición ante la defraudación de no dejar de ser uno de los países con mayor desigualdad, injusticias, inequidades y abusos, donde, a modo de ejemplo, existe una gran mayoría de trabajadoras y trabajadores sufriendo un mal presente de bajos sueldos, sobreendeudamiento y la amenaza de un peor futuro con pensiones miserables, cuyo monto será apenas equivalente a su fondo ahorrado en la AFP dividido por 200.

Surgen las interrogantes:

  • Si con total desamor siempre se impidieron cambios tan necesarios para aliviar la angustia de la ciudadanía, ¿podría algún elector creer que votando Rechazo ahora sí que los mismos que siempre los impidieron permitirán los cambios que el país reclama?
  • Si, como es sabido, las cosas buenas se imponen por sí solas, ¿por qué la campaña del Rechazo ha estado plagada de tantas agresiones y mentiras cuando, como también es sabido, las agresiones son contrarias al amor y la paz, y la mentira es propia del engaño y el fraude?

Su identificación con la Constitución de la dictadura cívico-militar que el pueblo votó cambiar, la aplastante derrota que les infligiera el Apruebo en el plebiscito de entrada, su fracaso en la última elección presidencial, la impotencia mencionada, su conveniencia en que sigan habiendo cambios para que nada cambie y así no tener que disminuir “sus privilegios y compartir con los demás” (Cecilia Morel dixit), amén de su lejanía de la mayoría del pueblo elector, han llevado a los partidarios del Rechazo a un estado de desesperación traducido en una campaña de amedrentamiento, negatividad y pesimismo, sustentada en mentiras grotescas y absurdas donde tal vez la mayor sea su “rechazar para reformar”, menospreciando, una vez más, la alta capacidad de información y análisis del ciudadano común actual.

Efectivamente, la propaganda de quienes están detrás del Rechazo se ha caracterizado por su crítica destructiva, falta de creatividad y nula propuesta, lo que sumado a la carencia de una épica propia les ha llevado, incluso, a plagiar la exitosa propaganda política identitaria del sector del Apruebo, como aquella del puente sobre el río Mapocho llamando a votar NO en el plebiscito del 5 de octubre de 1988. Campaña con la que se derrotó a la dictadura y se recuperó la democracia para todas y todos los chilenos que, de forma similar, con aplastantes votaciones, han venido determinando darse una nueva Constitución y dejar atrás la proveniente de uno de los episodios más oscuros y tristes de nuestra historia.

Asociada a lo anterior, aparece la deserción de algunos antiguos militantes de colectividades de centroizquierda (generalmente identificados “a la derecha” de los mismos), entre los que se encuentran ex directora/es de AFP, dueños de grandes derechos de agua, empresarias de la educación, “cocineros” de la política, etc. Ellos no conformes con meramente desertar, se pasaron a las filas del Rechazo, haciendo abstracción, primero, de la tremenda diferencia que existe entre esta nueva Constitución, producto de un ejemplar proceso democrático y paritario, y aquella impuesta por la dictadura de Pinochet; y segundo, de que sus ex partidos y su militancia les entregaron confianza y apoyo durante décadas, les aportaron recursos y les posibilitaron conseguir figuración pública, cargos de gobierno y en empresas y servicios del Estado y, en algunos casos, postulaciones al Parlamento y a la Presidencia de la República.

Distinto es el caso de la ex Presidenta Bachelet quien, citando a Pablo Milanés, expresó que la propuesta de nueva Constitución “no es perfecta, mas se acerca a lo que yo simplemente soné”. Y es que siendo perfectible como todo en la vida, la propuesta rescata derechos conculcados por la dictadura soñados por la ciudadanía desde entonces y crea otros nuevos como el reconocimiento de los cuidados y labores en el hogar, el reconocimiento de los pueblos originarios y los derechos de la naturaleza y del medioambiente y los animales, todo lo cual ha concitado gran admiración internacional y se ha convertido en un ejemplo para el mundo.

En consecuencia, este ciudadano común declara que votará Apruebo y, sobre la base de un conjunto de análisis y consideraciones (entre ellas la propaganda y el voto obligatorio), pronostica que este 4 de septiembre la opción Apruebo ganará el plebiscito con una votación aproximada al 64%, estimación a la que se le ha restado un 6% que seguramente quedará atrapado en las redes del "miente, miente, que algo queda" de la campaña del Rechazo..