Editorial: La Constitución del Bien Común

Editorial: La Constitución del Bien Común

Por: Giglia Vaccani Venegas | 30.08.2022
Como medio de comunicación independiente, comprometido con la formación de opinión crítica y los procesos emancipadores de la sociedad para un buen vivir, hacemos un llamado responsable a la ciudadanía a no permanecer neutrales en esta elección. La nueva, la Constitución del 22, abre las grandes avenidas para transitar hacia un nuevo sentido común nacional, uno cuyo sello sea, inequívocamente, el bien común.

El tejido social y la capacidad de convergencia de una comunidad en torno al bien común de todos y todas quienes participan, aportan y se benefician de ella son un valor y un interés compartido por la totalidad de sus habitantes, y representan un principio político sustancial para la estabilidad y cohesión social de cualquier comunidad en el tiempo. La aprobación de la nueva Constitución en Chile es clave para que este principio se exprese en toda su magnitud, pues se trata de una Carta Fundamental que pone la vida en el centro de su atención, asegura los derechos universales básicos de su población, la protección del medioambiente, la soberanía de sus recursos naturales y la sostenibilidad de los territorios y comunidades que lo habitan, de manera tal que el bien común tenga la posibilidad real de prevalecer y desarrollarse a plenitud a lo largo y ancho de todo el país en los próximos 20 a 30 años.

Los medios de comunicación, sus editorialistas y la mayoría de sus periodistas, han ido tomando partido frente a las opciones constitucionales. No podía ser de otra manera. Lo que está en juego es el futuro del país y el bienestar de sus habitantes. La elite que ha dominado la escena social, económica, política y mediática estos 50 años, se resiste a ceder su poder construido a partir de una Constitución inspirada en el pensamiento totalitario de Jaime Guzmán, que se fraguó y plebiscitó bajo dictadura. Hoy, las fuerzas sociales y políticas emergentes bregan por tener una activa presencia en la institucionalidad del poder y la realidad indica que hay una tensionada correlación de fuerzas, en un espacio común en disputa, que sí habrá de manifestarse en nuevas hegemonías. Más aún, el triunfo del Apruebo permitirá fortalecer la iniciativa política de las fuerzas progresistas gobernantes que tendrán la misión de trabajar intensamente para instalar la nueva Constitución e implementar efectivamente su programa de transformaciones, construyendo una narrativa ciudadana que una al país tras nuevos sentidos comunes en la gobernanza y lo valórico, en lo social y lo económico.

En este contexto, como medio de comunicación independiente, comprometido con la formación de opinión crítica y los procesos emancipadores de la sociedad para un buen vivir, hacemos un llamado responsable a la ciudadanía a no permanecer neutrales en esta elección, a informarse y sufragar por la opción que le de más sentido y perspectiva a la vida cotidiana de cada uno, pero también, a abrir su horizonte de pensamiento y proyectar la sociedad que queremos construir para las nuevas y futuras generaciones, más allá de nuestra pequeña parcela individual. Esta elección trae consigo una decisión ética, que pone en marcha un viaje de expansión de la conciencia colectiva del pueblo de Chile. La nueva Constitución social, paritaria y democrática -que respeta a plenitud los derechos humanos, fomenta la transparencia y es implacable con la corrupción-, abriga el bien común y nos anticipa la apertura de horizontes más dignos e igualitarios en acceso a derechos universales en ámbitos fundamentales como salud, trabajo, educación y vivienda; donde los derechos de la naturaleza y los pueblos originarios, de las disidencias sexuales y de las mujeres tendrán un espacio real; y donde la gobernanza local de los territorios, la descentralización y el regionalismo, junto al fortalecimiento de la democracia directa a nivel nacional, encaminarán un mayor bienestar de la población.

Los cambios que advienen debieran conducir a Chile a un nuevo lugar, hacia un mínimo civilizatorio donde imperen la colaboración, el aprecio y el respeto. La Constitución del bien común posee, por cierto, un claro sello de legitimidad y garantiza inequívocamente la soberanía del pueblo: leyes, gobernanza e instituciones sin más amarras que las que sean determinadas por nuevas reglas del juego imbuidas de genuino espíritu democrático. A la hora del plebiscito ratificatorio es dable imaginar un pueblo entusiasta que concurra a las urnas a validar una propuesta que lo incluyó y lo representa sustancialmente. La elección de este domingo será un educativo ejercicio de soberanía popular, de espíritus libres en la tolerancia y de decisión democrática; y será también, la oportunidad de abandonarnos al entusiasmo de esa visión interior que celebra la vida en sus distintas facetas, incluida la incertidumbre que generan los cambios y las nuevas visiones de mundo.