¿Dónde está Chile Vamos?
Chile se encuentra ad portas de una de las decisiones más determinantes de su historia republicana. Los últimos meses han estado marcados por una campaña altamente polarizante, cargada de desinformación y de interpretaciones mañosas sobre la propuesta constitucional. Ante la alta incertidumbre sobre los resultados de la elección, los sectores políticos que estamos por el Apruebo hemos avanzado en definiciones que permiten visualizar una hoja de ruta post plebiscito, independiente de la opción que resulte victoriosa. No obstante, a menos de tres semanas del plebiscito, no sabemos cuáles son las definiciones que tomarán los partidos de Chile Vamos y sus principales figuras a partir del 5 de septiembre.
La campaña del Apruebo se ha caracterizado por un intenso trabajo en terreno, concentraciones masivas y, por sobre todo, por difundir el contenido del texto constitucional y avances en materia de derechos y democracia. Los partidos oficialistas, además, arribamos el pasado jueves 11 a un acuerdo amplio que busca entregar mayores certezas sobre la implementación del nuevo texto constitucional en caso de ganar el Apruebo, al mismo tiempo que comprometemos mejoras y aclaraciones en aspectos específicos sin pasar a llevar el corazón de la propuesta.
El objeto del acuerdo es hacerse cargo de las legítimas dudas que puede tener la ciudadanía sobre cómo operará la nueva Constitución en la práctica, mientras en paralelo se abre la posibilidad de considerar distintos cuestionamientos hacia el texto y así lograr una mayor legitimidad. En un escenario contrario donde resulte ganador el Rechazo, el presidente Gabriel Boric ya ha declarado que el proceso constituyente continuará y se presentará un camino democrático al Congreso que permita avanzar hacia una nueva Constitución para Chile siguiendo el mandato popular del plebiscito de entrada.
En contraste, los sectores que respaldan al Rechazo, y en particular los partidos de la derecha, han optado por esconderse y se han restado de la primera línea de campaña. La única excepción se encuentra en la propuesta presentada por los senadores Walker y Rincón, quienes llamaron a iniciar un nuevo proceso democrático para redactar la Constitución, pero sin jugársela por una apuesta concreta.
En lo que respecta a la derecha, ha decidido de cederle protagonismo a la “Centroizquierda por el Rechazo” para promover su agenda, delegando así a las figuras tradicionales de Chile Vamos y Republicanos a un segundo plano, al mismo tiempo que ha optado por priorizar la inversión en redes sociales y renunciar al despliegue territorial. Coherentemente, CIPER, en su reportaje publicado el 9 de agosto, dio cuenta de la existencia de decenas de organizaciones no sujetas a la fiscalización del Servel que han invertido en redes sociales más de 100 millones de pesos en favor del Rechazo.
¿Dónde está Chile Vamos? ¿Dónde está Sebastián Piñera, José Antonio Kast, Javier Macaya, Francisco Chahuán y el resto de los referentes de la derecha?
El silencio de la derecha no sería un problema de no ser por tres hechos. Primero, que acorde con todos los sondeos existe un ánimo general de contar con una nueva Constitución que reemplace al texto de 1980, independiente del resultado del 4 de septiembre. Segundo, la campaña del Rechazo se sustenta en la promesa de impulsar un nuevo proceso constituyente en caso de ganar. Y tercero, que en caso de ganar el Rechazo se requerirá de los votos de Chile Vamos y Republicanos para impulsar un nuevo mecanismo de reemplazo constitucional. Más aún, la posición de Chile Vamos y Republicanos sobre cómo continuar después del plebiscito ha sido, por lo bajo, errática, con sectores más duros negándose a la posibilidad de cambiar la Constitución en caso ganar el Rechazo y otros pensando en “comisiones de expertos” que, inevitablemente, limitarán la participación ciudadana y nos harán retroceder en paridad, inclusión de independientes y pueblos originarios.
La decisión que tomará Chile el 4 de septiembre no se trata de elegir entre la propuesta constitucional elaborada por la Convención y una hipotética Constitución cuyo contenido, esta vez sí que sí, cumplirá todas las expectativas de todo el mundo. Toda Constitución está sujeta a perfeccionamiento, reforma y reemplazo según las normas que esta defina. El plebiscito por tanto se trata de elegir desde qué base constitucional iniciaremos el camino de reformas que Chile viene demandando hace décadas, si desde la Constitución de 1980 o la Constitución de 2022.
Independiente de la opción ganadora, las distintas fuerzas políticas tienen el deber de transparentar qué camino le ofrecen a Chile desde el 5 de septiembre. Los sectores por el Apruebo ya hemos transparentado una hoja de ruta clara en caso de ganar cualquiera de las dos opciones. Ahora es la derecha que sostiene y financia la campaña del Rechazo es la que tiene el deber de entregar respuestas y certezas, salir de su conveniente silencio y reconocer su postura frente al país y de cara a la ciudadanía. ¿Podrán hacerlo? Es la interrogante que nos queda a todas y todos.