Plebiscito y mención a Fabiola Campillai: Las claves de la cuenta de Elizalde en el Senado
"Hemos vivido y seguimos viviendo tiempos de sobresaltos (...) Parece haber una desconexión entre los llamados temas de la política y las necesidades y anhelos de las chilenas y chilenos, en particular de los que más necesitan", fue parte del inicio del discurso del presidente del Senado, Álvaro Elizalde, durante la Cuenta Pública de este miércoles, instancia que contó con la presencia de Gabriel Boric en el Congreso.
"La política parece caminar en un sentido contrario, lo que ha generado un desencuentro. No estamos siendo capaces de ofrecer respuestas frente a los miedos de la gente ni dando cobijo a sus necesidades, sostuvo antes de entrar en materia, apuntando a la necesidad de la gente de certezas y seguridad. "Cuando mira algunas de nuestras discusiones, lo que siente es desesperanza, desolación, porque nos ve como parte de una élite que busca mantener sus privilegios y no como una respuesta ante sus temores", aseguró en un mea culpa respecto del ejercicio parlamentario.
"El miedo a perder el trabajo, a que lo asalten al retornar a su hogar, a que un hijo se enferme y no encuentre atención oportuna de salud, a envejecer empobrecido sin pensiones dignas. ¿Y encuentra respuestas en el Congreso? A ratos esta institución ha profundizado su encierro, mirándose y hablando hacia adentro", dijo Elizalde.
"Ha habido malas prácticas que han afectado el prestigio de la política"
Y agregó que "ha habido malas prácticas que han afectado severamente el prestigio de la política. Esas malas prácticas y el abuso de los privilegios del poder deben terminar, pero en la raíz del descrédito de la política está el que la gente siente que no le sirve, que no le presta un servicio ni para explicar la realidad ni para mejorar su vida".
Posteriormente, aseguró que "el marco institucional vigente agrava la crisis. Una Constitución que consagra múltiples mecanismos para neutralizar la voluntad popular no hace más que profundizar la desconfianza", dijo de cara al referéndum del 4 de septiembre.
Asumiendo el descrédito de la élite política frente a la ciudadanía, asumió que les corresponde hacerse "cargo de esta crisis profunda. Un Congreso para la sociedad y no uno que gira en torno a sí mismo".
"¿Qué esperan las chilenas y chilenos?", se cuestionó. "Un camino para avanzar, que garantice el respeto irrestricto de sus derechos, que sus hijos tengan un futuro mejor, que puedan ser atendidos por un médico sin la preocupación de cómo van a pagar la cuenta, que puedan llegar a fin de mes con salarios justos y pensiones dignas", dijo.
Y siguiendo con sus preguntas, insistió en los momentos por los que transita el poder al que representa, apelando a una política que le otorgue verdadero sentido al trabajo parlamentario, asegurando que "nada de esto será posible sin un sistema político que consagre mecanismos para resolver nuestras legítimas diferencias sobre la base del principio de soberanía popular, en que sea la ciudadanía la que decida sobre su propio futuro".
"Hoy enfrentamos nuevos desafíos", sostuvo aludiendo a que "la violencia y la delincuencia están generando una sensación de rabia, impotencia y hartazgo en vastos sectores de nuestra sociedad. Las chilenas y chilenos quieren vivir en paz y demandan con fuerza la obligación del Estado de brindarles seguridad. En todos estos años hemos escuchado muchas frases grandilocuentes que simplemente no han dado resultado".
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Reconocimiento a Fabiola Campillai
Paralelamente, apuntó al momento reciente del país, marcado por el estallido social y sus más dolorosas consecuencias. "Las violaciones a los derechos humanos generan justificada desconfianza en sectores de nuestra sociedad respecto de la acción punitiva del Estado", dijo antes de reconocer los graves hechos que afectaron a Fabiola Campillai, víctima de la violencia de agentes del Estado durante la administración de Sebastián Piñera.
"En el actual Senado hay un ejemplo vivo que nos recuerda estos hechos gravísimos que simplemente no pueden volver a repetirse. Por ello requerimos de una política integral, que por una parte entregue una clara señal de que no habrá impunidad respecto de quienes delinquen, y por otra, abordar simultáneamente las causas estructurales que han generado el aumento de la delincuencia común", dijo.
Y adicionalmente, aseguró que "debemos ser muy claros, no se construye un Chile más justo con violencia. Ningún fin, por noble que sea, puede servir de justificación para la violencia. Una causa justa que usa medios injustos está condenada a deslegitimarse y perder apoyo social".
"Todas las víctimas nos deben importar. Y así como siempre debemos condenar y exigir verdad, justicia y reparación ante estas graves violaciones a los derechos humanos, también debemos expresar nuestro pesar y reconocimiento ante funcionarios de las policías que han muerto en actos de servicio velando por nuestra protección y seguridad", dijo luego.
Finalmente, se refirió al proceso constituyente, asegurando que "mientras se consolidaban" algunos avances en Chile durante las últimas décadas, paradójicamente, se generaba en las profundidades de la sociedad un tipo de malestar social invisible y silente, sobre todo para el mundo político, pero que sectores intelectuales ya avizoraban antes de la revolución pingüina de 2006, de las movilizaciones estudiantiles del 2011 y, por cierto, del estallido social del 2019".
"El informe sobre desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en 1998, advirtió sobre este fenómeno, de forma anticipada. La ex presidenta Michelle Bachelet lo señaló con fuerza a principios de 2013", detalló respecto de la génesis de la histórica revuelta social.
“Las personas están cansadas de los abusos de poder"
“Las personas están cansadas de los abusos de poder y de que sus necesidades no sean tomadas en cuenta (...) Mi convicción profunda es que la enorme desigualdad en Chile es el motivo principal del enojo. Este enojo, es un enojo justo. Chile tiene muchas cosas buenas, pero a la vez es uno de los países con mayor desigualdad del mundo. Y esta fractura social es ética y políticamente inaceptable. Y por ello planteó la necesidad de iniciar un proceso constituyente. Como respuesta recibió un portazo. Seis años después vimos y vivimos las consecuencias. Por ello es tan importante aprender de las lecciones de la historia. Los sistemas políticos que no acogen y dan respuesta a tiempo a las demandas ciudadanas entran en crisis", agregó el presidente del Senado.
Y en cuanto al acuerdo del 15 de noviembre, dijo que "fue consecuencia del estallido de octubre. Una respuesta del sistema político para canalizar de forma participativa, democrática e institucional el reclamo ciudadano generalizado.
"Quienes suscribimos este acuerdo nos comprometimos a garantizar el protagonismo del pueblo en el proceso constituyente. No podemos apartarnos de dicho compromiso. El próximo 4 de septiembre la ciudadanía está convocada nuevamente a las urnas para pronunciarse respecto al texto de nueva Constitución propuesto por la Convención. Mi opción es de público conocimiento, como la de la gran mayoría de quienes integran ambas cámaras del Congreso Nacional. En todo caso, no es este el espacio ni el momento para hacer proselitismo en favor de una u otra opción", planteó antes de asegurar que "de triunfar el apruebo deberemos cumplir con el mandato ciudadano para implementar la nueva Constitución, tramitando los proyectos de ley correspondientes".
"Las constituciones, como toda obra humana, son perfectibles. No deben escribirse sobre piedra. Deben siempre establecer mecanismos de reforma que les permitan adaptarse a los cambios y demandas del pueblo", dijo luego.
Paralelamente, se puso en el escenario contrario. "En caso de triunfar el Rechazo, también debemos garantizar el mandato ciudadano expresado en el Plebiscito que dio inicio al proceso constituyente.
"La Constitución del 80 se encuentra política y socialmente derogada"
"Lo he dicho en muchas oportunidades y lo reitero, la Constitución del 80, si bien está vigente, se encuentra política y socialmente derogada. La gran mayoría de nuestros compatriotas exige una nueva Constitución, y corresponde, por tanto, garantizar un proceso democrático y participativo para, en este caso, continuar con el proceso de elaboración de una Constitución en democracia", agregó.
De acuerdo a sus palabras, "los problemas de la democracia se resuelven con más democracia (...) La ciudadanía debe ser siempre la protagonista del proceso constituyente, y la que tiene, por tanto, la primera y última palabra. Comparto plenamente lo señalado por el Presidente Boric en su mensaje del 1 de junio de este año. No podemos pasar del 'no lo vimos venir' al 'aquí no ha pasado nada'. No podemos pasar de la sorpresa que generó en parte importante en la élite nacional el estallido de octubre de 2019, a creer que, porque hoy hemos vuelto a una aparente normalidad, Chile ha superado esta crisis".
"No le temamos a los cambios"
"No le temamos a los cambios, porque serán precisamente los cambios profundos los que permitirán darle estabilidad a nuestro sistema político y certezas a nuestra economía. La construcción de un Chile más justo y democrático es una tarea de todas y todos", dijo.
"Las instituciones tenemos el deber de hablar a Chile con honestidad y apertura. Proponerle un plan que nos permita enfrentar estos sobresaltos y dar certidumbre en el corto plazo, mientras resolvemos democráticamente las grandes líneas con las que garantizaremos nuestro desarrollo a largo plazo y nuestro marco de convivencia como compatriotas. En el pasado las chilenas y chilenos juntos lograron sobreponerse a grandes dificultades, alcanzando momentos esplendorosos de nuestra historia", dijo apelando al rol de los ciudadanos en tiempos decisivos para el país.
"No podemos retroceder en los estándares de participación ciudadana para la elaboración de un nuevo texto", dijo relevando que "la ciudadanía debe ser siempre la protagonista del proceso constituyente, y la que tiene, por tanto, la primera y última palabra".
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