Números, representaciones y Convención Constitucional
En estos días hemos asistido a una andanada de opiniones respecto a cómo la Convención Constitucional (CC) ha decidido ignorar a una gran minoría de chilenos, al no atender y buscar el diálogo con los convencionales de Chile Vamos o de la derecha, que en global representan menos del tercio necesario para bloquear. En estas opiniones se habla que se está dejando fuera a casi la mitad de los chilenos que representa dicho sector político, ignorando que los convencionales fueron electos en una de las votaciones con mayor participación del último tiempo y además con el objetivo de refundar, no ¡perdón!, de escribir una nueva Carta Magna (que no es refundar, pero es casi lo mismo). Luego, la pregunta es ¿a qué elección le hacemos caso para decir quién es quién?
Para responder lo primero, trataremos de igualar los porcentajes de los colectivos entre la elección de la CC y la primera vuelta presidencial. En la votación de la CC, la derecha de Chile Vamos obtuvo el 20,56% de los votos (de acuerdo al Servel), mientras que la lista del Apruebo 14,6%, porcentajes muy distintos a los obtenidos en la elección presidencial en primera vuelta, donde la derecha (Sichel y Kast) obtienen 40,7% de los votos y, por su parte, la lista del Apruebo (Provoste y Enríquez-Ominami),19,22%. Entonces la primera pregunta es ¿por qué la diferencia?, ¿por qué los votantes cambiaron tanto de parecer? Entonces los convencionales, ¿debieran ignorar el mandato popular dado en la elección de la CC y aceptar de facto que la derecha debiera vetar ideas?
La respuesta es para un debate largo y los expertos electorales seguro tendrán herramientas poderosas, pero aquí, al no ser expertos, sólo usaremos sumas y porcentajes, herramientas que han estado muy ausentes en aquellos que señalan que se está ignorando a un gran ‘número’ de chilenos.
Lo primero, como en toda encuesta y la elección lo es, miramos la pregunta y ahí vemos que la elección de convencionales y la de Presidente, o la de senadores y diputados, tuvieron preguntas distintas. En la primera, se preguntó sobre quiénes deberían escribir una nueva Constitución para Chile, mientras que las preguntas posteriores aludían a determinar a las nuevas autoridades políticas del país. Son distintas, con objetivos distintos, que impiden cualquier comparación.
Pero también hay otra diferencia, y esta tiene que ver con las opciones de respuesta, otro factor clave a la hora de comparar encuestas. Aquí creemos radica la principal diferencia: en la elección para la CC hubo una gran diferencia; se permitió a los independientes agruparse en listas y, desde ahí, competir de mejor modo con los partidos políticos tradicionales. Es un montón de nuevas posibilidades, algo que no se repitió en las elecciones posteriores de diputados, senadores y para Presidente.
Entonces, si revisamos los números de la elección de los convencionales, y si sólo consideramos los votos asignados a los colectivos tradicionales –que para simplificar el ejercicio agruparemos en Vamos por Chile (Chile Vamos), lista del Apruebo (PS, PPD, DC, PR) y Apruebo Dignidad (FA y PC)–, y revisamos su participación porcentual al total de votos recibidos por estos tres grupos (total de votos tradicionales), tenemos lo siguiente:
Colectivo | Votos | Porcentaje referencial |
Chile Vamos | 1.173.198 | 38,25 % |
Apruebo Dignidad | 1.069.225 | 34,86 % |
Lista del Apruebo | 824.812 | 26,89 % |
Total de votos tradicionales | 3.067.235 |
Lo sorprendente, y no por lo inesperado, es que los porcentajes se parecen mucho a los porcentajes de la elección presidencial en primera vuelta: una derecha cercana al 40% y una oposición tradicional en el 26%. Entonces, la diferencia pareciera estar en las opciones que se han tenido. Cuando en la CC se pudo elegir fuera de los tres bloques clásicos que han estado en la política post dictadura, la derecha y la ex Concertación han bajado su porcentaje significativamente a 35%, y si sumamos al Frente Amplio (con el pacto Apruebo Dignidad) sólo se llega a 53%.
En síntesis, podemos hipotetizar que cuando el sistema electoral, creado en dictadura y modificado posteriormente por la élite política, prioriza a los partidos establecidos (tanto en la inscripción, listas y en los tiempos asignados para el uso de la franja electoral) hay un 47% que no logra expresar su mejor opción, sino que, en caso de votar, sólo puede optar por el mal menor. Y si hay 47% de los electores que no se sienten representados por las fuerzas políticas elegibles y electas en las votaciones, ¿podemos de verdad caracterizar al estallido y la posterior revuelta social como una sorpresa?
Este sencillo ejercicio de sumas, restas y porcentajes deja en evidencia que la CC no está siendo coaptada por una minoría o que ignora a la mitad de los chilenos, sino que representa fielmente el mandato expreso dado en una votación específica, que no es comparable con las otras, tanto por aquello que se eligió como por las opciones de elección que se presentaron en ese momento. Además, es bueno que así sea, porque la nueva Constitución es una tarea que excede el estrecho marco de los partidos políticos, que nos involucra a todos.
La elección de la CC es una votación de las más democráticas que hemos tenido, con un amplio abanico de posibilidades de elección y alta participación. Mostró además, y de mucha mejor manera, cómo las ideas sobre qué país queremos se reparten. También pareciera mostrar que un porcentaje significativo de los electores ha vivido atrapado en unos pocos elegibles y, por tanto, sin sentirse verdaderamente representados. Si a ello sumamos los escándalos de la política de todos los sectores, la impunidad en que se han vivido en los últimos tiempos los vicios de una sociedad fuertemente segregada y con un alto porcentaje de exclusión social, pareciera que lo vivido a partir del 18 de octubre no debió sorprender a nadie. Y que la actual configuración de la CC es más representativa que las fuerzas gobernantes.