El helipuerto ilegal del ministro y el derecho a la ciudad
En noviembre de 2020, tras ocho meses de pandemia, surge en Huechuraba una oleada de tomas de terrenos en las faldas de los cerros entre las poblaciones El Barrero y La Pincoya y el canal El Carmen, que para efectos normativos demarca también el límite de la ciudad. Esas laderas han sido históricamente un lugar de recreación, un salvavidas ante el hacinamiento y la falta de áreas verdes, y que frente a la ausencia de terrenos para vivienda social sencillamente fueron ocupadas cuando la crisis explotó. A las familias pobladoras no les quedó más que echar mano luego de no poder seguir pagando arriendos inflados o ante la imposibilidad de soportar cuarentenas hacinadas.
Pues bien, a solo unos metros de estas laderas y de otras miles de casas también originadas de antiguas tomas de terrenos, se encuentra el Helipuerto Santiago, el cual opera sin permiso municipal desde enero de 2021, luego de que caducara el permiso provisorio autorizado por la Dirección de Obras Municipales en 2018, en vista de que el plan regulador comunal no permite ahí el uso de suelo para infraestructura de transporte. Pero, ¿alguien cree que eso importa si entre sus dueños está el actual ministro de Obras Públicas, Alfredo Moreno, el exministro de Economía durante el primer gobierno de Piñera, Félix De Vicente, y uno de los mayores controladores de terrenos de Huechuraba, Juan Riesco?
En el helipuerto también se almacenan y cargan 40 mil litros de combustible para las aeronaves, a pesar de no contar con certificación de la SEC (ver reportaje publicado en El Desconcierto), y por si fuera poco, operó desde 2019 sin recepción definitiva, ante lo cual la Municipalidad de Huechuraba se limitó a cursarle dos multas durante dicho periodo sin hacer uso de su facultad de demoler con ayuda de la fuerza pública si fuere necesario, y con costos a cargo de los dueños, tal como establece el artículo 124 de la Ley General de Urbanismo y Construcción.
En el helipuerto del ministro todo el día despegan y aterrizan aeronaves con fines recreativos de quienes pueden darse ese lujo, y quienes vivimos en torno a él, no tenemos otra elección más que desayunar, almorzar y cenar ese ruido, mientras nuestras mascotas se asustan y las aves nativas se alejan. Así, el helipuerto se convierte para nuestras familias en un símbolo de la ciudad neoliberal que en Huechuraba violenta a sus habitantes quitándoles el sueño, mientras niega la disponibilidad de grandes porciones de terrenos sin uso para dejar de dormir hacinados o a costa de un arriendo que se come más de la mitad del sueldo. ¡Por ningún motivo! La especulación inmobiliaria está primero.
En medio de esta porción de ciudad neoliberal, existe también la Escuela Comunitaria El Barrero, una organización vecinal que funciona a un costado de las tomas, en el último bastión de área verde de la ladera del Cerro Las Canteras, donde hemos reforestado con 70 árboles nativos, consolidado pequeños miradores, dado vida a una huerta y estación de compostaje comunitario, además de realizar tres ciclos de talleres fomentando el cuidado del medio ambiente y la participación comunitaria, y es desde esa experiencia que no solo hacemos un llamado a consagrar el derecho a la ciudad en la nueva Constitución, estableciendo mecanismos de participación vinculante de las comunidades en los planes reguladores y en los proyectos que se instalan en nuestros territorios, sino también, a clausurar y demoler el helipuerto hoy y no mañana, porque se trata de la dignidad y seguridad de miles de familias que junto con trabajar día y noche por este país, también merecemos lugares dignos donde vivir y relacionarnos armoniosamente con un ecosistema al que le es cada vez más difícil hacerse espacio en una ciudad como Santiago.