Rincón y la hipocresía
Se supone que a sólo horas de salir de vacaciones debería estar terminando una evaluación, pero esta vez, haciendo referencia a Mafalda, no quiero “que lo urgente no me deje tiempo para lo importante”. Esta vez regreso a mi rol de columnista, luego de llevarme una evidente (pero esperable) desazón proveniente de quien deja un micrófono abierto y dispara veneno para, luego, desentenderse olímpicamente.
Ya han pasado varias horas desde que Ximena Rincón, presidenta del Senado, arrojó aquellas declaraciones que, entre risas claramente malintencionadas, hizo alusión a “cómo va a sufrir el próximo gobierno”, mientras que ella “va a tomar palco”. De acuerdo, la involucrada en cuestión es parte de los DC y ya es sabida la fama que tiene este partido históricamente. No debería ni siquiera sorprender que una de sus integrantes se muestre sonriente, mientras no tiene contemplación alguna en dar una puñalada por la espalda sin pensar en los daños que pueda provocar. Sin embargo, tampoco está bien que abandonemos la capacidad de asombro y de sentir rabia ante estos hechos.
¿Así que a la camaleónica Ximena le causa risa la idea del sufrimiento ajeno? ¿Acaso cree que si algo sucede solamente el gobierno sufriría; no le da para pensar en el país y en su gente? La respuesta es evidente: por más que trate de hacer un torpe reparo, que no logrará deshacer aquellas palabras que, de no ser por ese micrófono, seguirían ocultas, pero cargadas de intenciones maliciosas. Y es que es muy fácil tomar palco cuando no tienes idea de lo que realmente vive el país, cuando no sabes de su dolor, sus carencias, sus sueños y esperanzas. Es sumamente simple tomar palco, cuando desde tu privilegiado pedestal no eres capaz de bajar, escuchar y hacerte parte de ese Chile que hoy quiere soñar y avanzar de una manera más humana, pero para ti es un panorama más prometedor burlarte de un posible sufrimiento que no solamente afectaría al próximo gobierno, sino a quienes conformamos esta tierra.
Y en una fotografía apareces, Ximena, abrazando al Presidente electo Gabriel Boric, con un descaro digno de quien maneja la hipocresía como toda una disciplina. ¿Para qué? Sí, sé que puede ser parte de un protocolo, pero un poquito de pudor no estaría de más.
Como escritora más de una vez he asistido a ciertos eventos que llaman “micrófonos abiertos”. Desde ese espacio, la gente se expresa a través de muestras artísticas, pero con una intención clara y sabiendo que aquellas palabras llegarán a un público. Sin embargo, parece que la historia ahora nos muestra a un micrófono que, curiosamente, al no estar en silencio traicionó y que ni siquiera se arruga ni es capaz de reconocer el peso de sus dichos.
“No aclares que oscurece” o “El que explica se complica” son expresiones populares que podrían aplicarse en este caso. No obstante, esto ni siquiera da para eso. Sigue tomando palco una vez más, Ximena, que no será novedad. Pasarán los días y seguramente lleguen nuevas situaciones y noticias que dejen atrás tus desacertadas palabras, pero no te preocupes que, aunque aparentemente esto pase al olvido, el pueblo de Chile también tomará palco ante tus dichos y acciones.