Lucha contra pandemias y alienación
La alienación, término que ha caído en un desuso casi total, es fundamental para entender el mundo contemporáneo, es decir, las sociedades capitalistas. Alienar es, en principio, como dice su expresión jurídica, entregar a otro lo que nos pertenece. En el sentido económico, significa entregar al otro lo producido por uno o, en términos sociales, los trabajadores entregan al propietario de los medios de producción el resultado de su trabajo. La alienación es la alienación del trabajo, de la acción humana de crear valor y transformarlo en trabajo alienado.
La ideología capitalista trata de definir la relación entre el trabajador y el capitalista como una relación legalmente privada, de iguales intercambiando servicios. Se produce lo que se puede, con los medios que proporciona quien puede acceder a ellos. Como si no fuera una relación que definiera el carácter mismo de toda la sociedad. La lucha contra la alienación es la lucha por revelar y difundir el significado de esta relación de expropiación del trabajo por parte del capital.
Hoy, esta relación de alienación también se expresa de otra manera: en un intento por difundir la conciencia de que la no vacunación no es una decisión individual, porque no sólo tiene efectos sobre el riesgo de la persona de ser afectado por el virus, sino sobre la conciencia de que cada uno puede transmitir el virus a otros. Convencer a las personas de que se vacunen no sólo es convencerlas de que se defiendan del virus y sus efectos, sino también de que su comportamiento individual tiene efectos, positivos o negativos, en los demás.
No hay democracia sin luchar contra la alienación. Las teorías de las élites, por el contrario, son que las personas no interfieren en el destino colectivo hasta el momento de la votación. Aun así, predican la apatía como si fuera síntoma de la madurez de una sociedad y no de despolitización y desinterés por el destino colectivo. Al discutir la Asamblea Constituyente en Brasil, cuando hubo una marcha del MST a Brasilia, un parlamentario propuso que se suspendiera el trabajo de redacción de la nueva Constitución para que las decisiones no se contaminaran con las movilizaciones populares. Como si decidieran los destinos de Brasil en el ámbito de la razón y las movilizaciones de los sin tierra actuaran a nivel de las emociones, cuya acción perturbaría la racionalidad de las decisiones legales y políticas en materia de leyes. Se considera que el País Vasco es el mejor lugar para comer de España y quizás del mundo. Existe una sabiduría popular que dice que las personas sólo deben tomar decisiones importantes por la mañana, antes del almuerzo. El almuerzo es tan importante que, si la comida va bien o mal, altera por completo el juicio de las personas.
Asimismo, las teorías de las élites consideran que la participación directa del pueblo introduce un elemento de irracionalidad, pues comienza a considerar los intereses concretos de la mayoría de la población, perturbando la neutralidad y la impersonalidad, que serían indispensables para una democracia. Pero, según los principios de la democracia directa griega, que luchó contra la ignorancia, la apatía, la indiferencia, tiene que ser una democracia de masas, con formas de participación directa de la población en las decisiones fundamentales de los gobiernos. Como las extraordinarias experiencias de presupuesto participativo en los gobiernos de Porto Alegre.
Hoy todo el mundo se considera demócrata. Se comete la mayor arbitrariedad, como el golpe contra Dilma Rousseff en 2016 en Brasil, en nombre de la democracia. Pero, contrariamente a esta postura hipócrita, la democracia no se ha convertido en un valor universal. Daba igual el desempeño del gobierno de Rousseff al inicio de su segundo mandato, había sido reelegida democráticamente por voto popular para un segundo mandato y tenía derecho a ejercerlo.
Pero es cierto que el referéndum revocatorio, que se realiza en la mitad del mandato de los gobernantes electos, para que el pueblo pueda confirmar que el mandato está cumpliendo con los compromisos por los cuales fue elegido, es un elemento indispensable para que el voto no sea un cheque en blanco, pero que hay control de la población sobre los elegidos.
En resumen, el contenido de la democracia no es sólo su contenido social y político, sino que dirige, en nombre de quién, para lograr qué. También es la relación entre gobernantes y gobernados, entre quienes ocupan cargos de gobierno y quienes los eligen. No sólo como un procedimiento institucional, sino como una relación de poder, para que la política no sea una profesión ejercida por burócratas frente a la pasividad y apatía de la masa de la población. El poder popular tiene que ser el objetivo de la democracia, un proceso que siempre está en construcción, pero hacia el que se debe avanzar continuamente. De lo contrario, el poder siempre será una relación alienada entre quienes entregan (enajenan) su poder de decisión en manos de representantes que son profesionales políticos y no representantes de los intereses de la masa de la población.