"Libertarios", camioneros, transporte y medioambiente
Esta semana, con tribuna en varios medios, se ha difundido el mensaje del señor Sergio Pérez, representante de un sector del transporte terrestre de carga. Este mensaje busca advertir sobre la posible futura injerencia del Estado de Chile (asociado a un posible gobierno de Boric) en las operaciones terrestres de carga en camión. Llama la atención que este mensaje y tribuna sea a pocos días de una elección, que en concreto no va a cambiar sustantivamente las variables claves de producción de corto plazo: capital y trabajo. Lo anterior debido a que, ya sea Boric o Kast quien asuma como próximo presidente de Chile, el Estado va a seguir gravitando marginalmente en la gestión de corto plazo en el transporte de carga. En ese aspecto, el presidente de Confederación Nacional de Transporte de Carga (CNTC) podrá transmitir confianza a sus asociados (empresas, camioneros y “libertarios”), en el sentido que sus operaciones e inversiones gozarán de los retornos que el mercado les permita obtener. Y ello será hasta que cambios estructurales se concreten asociados al bienestar social y medioambiental, dependiendo del candidato presidencial que gane y qué tipo de política pública este pueda ejecutar en sus años de gobierno.
Pero en Chile, ¿quién vela por el bienestar social y medioambiental? Por simplicidad y miopía, normalmente esta pregunta tiene una sola respuesta: el Estado y sus instituciones. En parte, el señor Pérez sufre las consecuencias del desinterés que tiene la academia, técnicos, burócratas y políticos en educar y transferir conocimiento a la población general, porque en realidad no sólo el Estado debería velar por el bienestar social y ambiental, sino que todos los “libertarios”, conductores de camión, agricultores, campesinos, feriantes y clientes. Es decir, cada una de las personas y empresas que participan en las cadenas de producción y de consumo. El discurso ideológico polar ha secuestrado la objetividad e inculcado que los individuos deben preocuparse de los temas privados y el Estado de los públicos, sin comprender que la complejidad hace que estos polos estén entrelazados y que sus relaciones sean inseparables. Por tanto, el señor Pérez, que se dice “libertario” y camionero, debe preocuparse por el país, como por supuesto de sus representados, sus familias y la descendencia de sus familias, además de la rentabilidad esperada de los camiones con norma Euro VI.
El problema del uso de la palabra “libertario” es que ella debe aplicarse sobre una cancha neutral y actualmente ella no existe. Algunos productores (como, por ejemplo, agricultores, campesinos y exportadores) no son libres de elegir un modo de transporte para enviar sus productos a mercados y centros de consumo, sino que están obligados a usar prácticamente el único modo disponible actual: camiones. Paradójicamente, esta alternativa está ligada a una decisión antagónica a lo que pregonan los “libertarios”: el autoritarismo. Hace algunas décadas, el Estado decidió desnivelar la cancha en favor del transporte terrestre, reduciendo el sistema de ferrocarriles y apostando por caminos y camioneros. Luego, en los gobiernos democráticos se profundizó esta decisión con un costo no medido (“free-rider”, en jerga económica) referente al costo ambiental de las emisiones de miles de motores de combustión que por décadas han contribuido a las emisiones de CO2, sin pagar (completamente) el verdadero costo de esas emisiones. Por tanto, la cancha hoy está desnivelada, por lo que, en el futuro, un Estado de carácter neutral será un buen comienzo para que compitan los modos de transporte eficientes (con un Estado de Derecho pleno, sin atentados ni saqueos).
Se espera que, en el mediano plazo, con un consenso público-privado, se pueda obtener la mejor combinación de sistemas de transporte, que contribuyan a aumentar la riqueza nacional, considerando todos los costos y no sólo los que afectan a algunos de sus agentes. Por lo anterior, camioneros, marinos mercantes, aviadores y ferrocarrileros, todos ellos relativamente “libertarios”, deberán ser agentes de cambio en el nuevo sistema sustentable de horizonte intergeneracional. Indudablemente que la flexibilidad del transporte terrestre de carga es un factor de competencia fundamental, como también no se puede obviar que forman un gremio imposible de desatender debido a los miles de trabajadores y familias ligadas a su operación. Sin embargo, cuando el Estado decida avanzar en una integración estratégica multimodal para pasajeros y carga nacional e internacional, esta estrategia deberá ser guiada por criterios desideologizados y que considere los beneficios, costos y redistribuciones. Recién entonces podremos decir que la cancha esta pareja para empezar el partido.