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“Ha sido desafiante”: La campaña embarazada de Camila Arenas por un Congreso feminista

“Ha sido desafiante”: La campaña embarazada de Camila Arenas por un Congreso feminista

Por: El Desconcierto | 11.10.2021
La profesora de filosofía y oriunda de la comuna de La Florida, recorre por estos días las calles del Distrito 12 para dar a conocer su propuesta de “un Congreso feminista para un nuevo Chile”. Y lo hace con 36 semanas de embarazo encima, pero siempre con su pañuelo verde en la mano: “Las feministas sabemos que la maternidad, lejos de ser una experiencia vital para gobernar, es una elección. De no ser así, es forzada y negativa”.

Tras su experiencia como educadora en alfabetización para adultos de La Pintana mientras todavía era adolescente, Camila Arenas decidió dedicarse a la docencia. A sus 35 años, ya ha sido profesora de aula en diferentes colegios de la capital y también en el Sename de Puente Alto. Además, se ha especializado en educación no sexista y cuenta más de cien talleres y charlas como relatora sobre el mismo tema en liceos, sindicatos y espacios feministas.

Hoy apunta al Congreso para representar al territorio del D12, que abarca las comunas de La Florida, Puente Alto, La Pintana, Pirque y San José de Maipo, como la candidata feminista del partido Convergencia Social, y unirse así a la bancada parlamentaria que hoy conforman Gael Yeomans, Gonzalo Winter, Diego Ibáñez y el candidato presidencial de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric.

-¿Qué implica representar a un distrito tan grande como el D12?

Primero, representar el distrito de donde soy. Me parece que el turismo electoral es una práctica muy del Chile pre revuelta. Mi familia es de La Florida, Puente Alto y La Pintana. Es un distrito muy representativo de nuestra sociedad, somos gente de trabajo, que no esperamos que nos regalen nada y que sentimos mucho orgullo por eso. Aquí hay pequeñas ciudades muy densas en población, comunas rurales y también santuarios naturales únicos en Santiago, en donde se cruzan problemáticas transversales y propias de la condición de periferia que ha consolidado el neoliberalismo.

Aun así para el 18 de octubre del 2019, se levantaron cientos de iniciativas populares como asambleas y cabildos, formándose organizaciones que fortalecieron a las que ya existían. Eso nos habla de un territorio que exige cambios y que no pierde la esperanza de conseguirlos como hemos conseguido todo en la vida: luchando sin parar.

-Has participado de varias organizaciones feministas como La Alzada, Coordinadora Feministas en Lucha, Red de Docentes Feministas e incluso participaste en la gestación del proyecto Educación Sexual Integral que fue rechazado en la Cámara ¿Cómo se posicionan esas luchas en el parlamento?

Como feministas lo que buscamos en los espacios institucionales, es otorgar una mirada sin sesgos de género a todo sobre lo que legislemos o fiscalicemos. Entonces, no se trata de trabajar solo en “temas de mujeres”, sino que de superar la óptica de una política que pone a las mujeres fuera de todas las discusiones y que naturaliza su exclusión.

En economía, se habla de reactivación económica y en ningún caso sobre la crisis de cuidados que tiene a cientos de cuidadoras en sus casas, sin posibilidad de ser parte del mercado laboral tradicional. En educación, existen consecuencias documentadas del sexismo, como los resultados en las pruebas estandarizadas y la deserción escolar, entre otras. Hasta aquí y con mucho esfuerzo, hemos levantado iniciativas en las que hemos triunfado desde la unidad en la diferencia que caracteriza a las feministas, avanzamos en materia de derechos con el divorcio, la pastilla del día después, las tres causales del aborto y la paridad en la Convención. Pero aún falta que haya más representantes que pongan esta perspectiva feminista como un tema central en toda discusión.

 -Planteas “un Congreso feminista para un nuevo Chile”. ¿Qué significa y cómo debe ser el nuevo Chile? ¿Qué aportes puedes hacer en esa transformación?

Desde la revuelta de octubre indudablemente comienza a nacer un nuevo Chile y el Congreso es una institución que representa por excelencia ese país anterior: falto de democracia, representatividad y dominado por una élite que gobierna para sí misma. Esto va a cambiar. El pueblo lo demandó en las calles y se va a cristalizar en una nueva Constitución. Yo enfatizo que este nuevo Congreso debe ser, además, un Congreso feminista porque la institucionalidad hasta ahora no sólo ha excluido a mujeres y disidencias, sino que ha obrado a costa de nosotras.

En 209 años de Congreso Nacional han habido 4.049 diputados y diputadas, y sólo 109 han sido mujeres. Entonces, cuando nos preguntamos por qué las Isapres y AFPs, dos de las instituciones protagonistas de la injusticia en Chile, castigan todavía más a las mujeres, por qué son aún más bajos los índices de empleabilidad femenina, cuáles son las razones de recibir menos sueldo por la misma pega, o qué fue lo que justificó que las cajas de ayuda que se entregaron en la pandemia con “lo básico” no contemplaran toallas higiénicas dentro de sus insumos, podemos responder que las leyes y las políticas públicas se han hecho sistemáticamente entendiendo a los varones como el sujeto universal. Las mujeres y las disidencias somos “lo otro”, lo excluido por naturaleza. Y este nuevo Chile ya no seguirá avalando la segregación como la norma. Achicar la cancha de la desigualdad de género sería mi mayor aporte a esas transformaciones.

-El Congreso actual tiene una alta reprobación de la ciudadanía ¿A qué crees que se debe esto y cómo debiera repararse?

La gente tiene fundadas desconfianzas de quienes llevan 30 años “representándonos”. Esto se debe a que si bien la ex Concertación y la derecha representan orígenes y proyectos distintos, en la práctica, consolidaron juntos el modelo neoliberal. Estuvieron de acuerdo con el predominio absoluto de la lógica subsidiaria, en abrir paso al mercado en materia de derechos sociales, en el subsidio público a las ganancias del gran empresariado y en el poco empuje a la democracia sustantiva. Esta captura del Estado por parte de la élite quedó en evidencia y en parte eso explica la revuelta, por eso se decía en esos días que “Chile despertó”.

Ahora, ¿cómo se repara esto?, creo que principalmente con más democracia: que las instituciones sean representativas de la sociedad en la que existen, o sea, que haya participación de personas que provengan del seno del pueblo, de sus organizaciones y que por tanto, ser diputada, por ejemplo, tenga que ver con un asunto más colectivo que con decisiones personales. Por otra parte, es fundamental que garanticemos espacios de vínculo permanentes, de incidencia efectiva de la ciudadanía en el Congreso vía mecanismos como los proyectos populares de ley o plebiscitos dirimentes en las materias más relevantes, como se ha discutido en la Convención Constitucional.

- ¿Cómo es hacer campaña embarazada y qué ha significado eso para ti en lo político y en lo personal? 

Ha sido desafiante y muy lindo. Como feminista tengo la convicción de que las personas gestantes por elección no estamos obligadas a congelar los proyectos de los que somos parte por la maternidad. Lo que pasa es que generalmente las mujeres deben hacerlo porque el sistema laboral y social hace incompatible la gestación y la idea de “seguir con nuestras vidas”. Ahora, para sorpresa de las personas más conservadoras, las habitantes del D12, que me han visto en campaña, no se han sorprendido ni me han juzgado especialmente, ellas en su mayoría son mujeres que han llevado sus embarazos adelante trabajando hasta el último día, en pegas informales o no remuneradas. Entonces, mi embarazo en campaña es uno más de los ejemplos de que estar embarazada o ser madre no es una dificultad en sí, sino que hay trabas estructurales que hacen que sea un impedimento para desarrollarnos plenamente en la sociedad.

Por ejemplo, madres y gestantes nos enteramos hace poco del fin del Post Natal de Emergencia porque el gobierno de Piñera los ató al Estado de Emergencia que ya no rige. Muchas fueron obligadas a renunciar a sus trabajos o les fueron negadas sus licencias. Por lo tanto, cuando Sichel se refiere a la paternidad como “una experiencia vital” para denostar a Boric, es una impostura más de la derecha de los Sebastianes. Igual que cuando dijeron “los niños primero” y ahora vulneran su derecho a estar con las madres en pleno repunte de contagios por pandemia. Las feministas sabemos que la maternidad, lejos de ser una “experiencia vital” para gobernar, es una elección. De no ser así, es forzada y negativa.

-El pacto Apruebo Dignidad pretende llevar a Gabriel Boric a La Moneda, con el respaldo de los partidos del Frente Amplio y Chile Digno. Sin embargo, en la Convención Constitucional no siempre han estado de acuerdo. ¿Cómo ves la relación de gobernabilidad entre el PC y el FA? 

La Convención Constitucional surge de un momento específico que cambia el eje de la política en Chile, y que creo que todavía nos falta para analizarlo del todo. Es lógico que, principalmente en discusiones álgidas, como la del reglamento, falte aún para tener una visión común de la forma más específica de los avances, sin desmedro de que el lugar hacia el que se dirigen es el mismo. En ese sentido no tengo duda que tanto el PC como el FA vamos a saber discutir las legítimas diferencias de forma correcta para el avance de las demandas populares. A partir de esta visión es que llevamos un proceso participativo, especialmente con las organizaciones sociales de este país en torno a la construcción del programa de gobierno de Apruebo Dignidad.