Pájaro de la Muerte de Nicolás Bowen: Una ráfaga exasperante en tiempos post pandémicos
En medio de la vuelta a la normalidad, el fin del toque de queda y el reinicio para casi todes de la vida “normal”, nos encontramos con el lanzamiento de Pájaro de la Muerte, el primer sencillo solista de Nico Bowen (productor musical y músico en proyectos como Tomates Rocky, Las Madres, The Suicide Bitches y Antiplánico, entre otros) y su videoclip. Un tema psicótico y veloz, directo al inconsciente, que aparece luego de un periodo en el que quizás muchos vimos sobrevolar carroñeros imaginarios, sintiendo muy próxima la posibilidad de desaparición, el fin de la existencia de cercanos y lejanos, o incluso la extinción de cada uno de nosotres.
Bajo el alero de Armatoste Brazo Discográfico, el nuevo sencillo de Bowen cuenta con la colaboración vocal de Camila Huerta (Cahufe Cantora), su compañera en Antiplánico con quien forma unos juegos de voces que viajan entre la incomodidad y la locura; y Trinidad Ribba (Oxi.ribbosa) en otros arreglos vocales. La canción tiene reminiscencias, quizás el ave más relevante de la música chilena: El Gavilán de Violeta Parra, nada menos. El desarrollo de la obra sorprende como un potente retrato del contexto pandémico que hoy comenzamos a mirar por el retrovisor, aún con dudas de si será permanente. El Pájaro de la Muerte, pese a surgir en el cotidiano no vinculado con la crisis sanitaria global, interpreta la desesperación del encierro al que nos vimos sometidos, transmitiendo vivamente dicha claustrofobia. La canción nos empuja desde su reiteración rítmica y disonancia a una emocionalidad exasperante, caminando por los precipicios de la salud mental. Todo esto apoyado además por las imágenes de su clip, dirigido por Antonia Bannen y realizado en conjunto con Alberto Hayden (Pro Proyecto Pro), que profundizan en las sensaciones de encierro y angustia, la imposibilidad de escapar ante una amenaza invisible, en un stop motion realizado con maestría técnica y un manejo del color en absoluta coherencia con la idea musical.
Prestando atención a la lírica, Nicolás nos presenta un poema a la desesperación, en el que se interpretan muchas de las sensaciones paradigmáticas del escenario ya relatado. El Pájaro de la Muerte observa el mundo desde las alturas: el olor a funeraria, la pérdida del deseo y de las ganas de reír interpretan a muchos y, en los casi tres minutos de duración del sencillo, nos envuelven, remueven y permiten mirar a la cara dicho proceso individual y colectivo, poniéndolo sobre la mesa y facilitándonos la disección de nuestros recuerdos y experiencias.
La guitarra acústica, el bombo legüero y el resto de la instrumentalización, que contó con el trabajo del productor Pablo Fontecilla (Paul Sustain), proponen un nuevo concepto alejado de los proyectos más eléctricos de los que Bowen formó parte, acercándose a la música de raíz, el folclore latinoamericano, en general, y en particular a la cueca y a las anticuecas, pues mantiene su tendencia progresiva y fusión. La música nos remueve, apostando por ir directo a la incomodidad. El autor nos regala una provocación muy necesaria para nuestros días, en los que nos viene bien un golpe de realidad que nos muestre nuevamente ese pasado reciente, tan duro para todes, pero con el que debemos aprender a vivir y continuar desarrollándonos con fortaleza y la mayor naturalidad posible.