Fin a las excusas: el rodeo no es tradición ni deporte
Desde hace algunos años el mes de septiembre viene significando el reabrir el debate sobre las tradiciones que se mantienen como parte de las festividades patrias, que son un momento de encuentro y celebración, pero que también tienen que servir como una oportunidad para reflexionar sobre algunos aspectos de lo que llamamos tradición.
En recientes declaraciones, el presidente de la Federación Deportiva Nacional del Rodeo Chileno (FEROCHI) Víctor Catán, señaló que “el deporte del rodeo es una tradición que viene desde la colonia, tiene roce, tiene fuerza lógicamente, pero es lo que sucede en el campo, es lo que sucede cotidianamente en el campo”. Es importante cuestionar este tipo de elementos.
En primer lugar, el deporte, como práctica tan importante y valiosa para construir comunidad, no puede estar relacionado con la forma de generar sufrimiento a otro ser sintiente y consciente. Sobre esto el presidente de la Fundación CEBA, Pablo Reyes, señala que “hay daño, es innegable”, y esto lo ejemplifica en que “los animales sufren fracturas de costillas, muchas veces no se quieren parar por los golpes. Y lo que hacen es picanearlos muchas veces mediante golpes de electricidad” (https://www.elagora.net/el-rodeo-con-los-dias-contados/). No podemos naturalizar esta violencia totalmente injustificada. Además, es importante mencionar que cualquier deporte representa una actividad que fomenta el desarrollo físico y psicológico de las personas, a través de una disciplina sana y saludable, lo que dista bastante de lo que se observa en cualquier medialuna.
En segundo lugar, ninguna tradición es estática, ya que siempre sigue elementos históricos. Si una tradición representa sufrimiento y violencia, es imperativo que sea cuestionada. Quienes argumentan sobre la tradición para defender al rodeo no reconocen que, en las últimas encuestas sobre la materia, la amplia mayoría de la ciudadanía chilena no reconoce esta práctica como una tradición (ver: https://www.latercera.com/noticia/cadem-2016-rodeo-los-politicos-los-puntos-mas-bajos-los-chilenos/).
Estos dos elementos deben ser resignificados, sobre todo hoy, en medio de la catástrofe ambiental que vivimos y la emergencia de comprender y construir una nueva forma de relación entre la humanidad y la naturaleza.
El rodeo es una mal llamada tradición basada en el sufrimiento de los animales no humanos, impuesta desde hace siglos por latifundistas y huasos acomodados, machistas y especistas, y es un ejercicio importante y necesario que podamos cuestionarlo. No se trata de un ejercicio de compasión de “radicales”, como señaló Catán, sino que se trata de una nueva normalidad donde la empatía y la conciencia ambientalista están en el centro de las transformaciones que necesitamos para el siglo XXI.
Desde ya proponemos que las diversas candidaturas se comprometan con poner fin a la tortura del rodeo. Esto, tanto desde políticas nacionales como a través de representantes regionales. En el mes de noviembre habrá elecciones y estos elementos estarán en juego.
Si, según investigaciones, sólo entre 2016-2017 se transfirieron 205 millones de pesos a esta práctica en la Región de Valparaíso, proponemos reorientar estos recursos a otro tipo de actividades deportivas y tradicionales. Es fundamental que fondos claves como el FNDR (Fondo Nacional de Desarrollo Regional) prioricen actividades deportivas alejadas del maltrato animal y que se ponga una prioridad central a los proyectos medioambientales. ¿Cómo es posible que se destinen 3 mil millones de pesos a una práctica violenta y especista, mientras los deportistas que representaron a Chile en los Juegos Olímpicos tuvieron que autofinanciarse, incluso pidiendo dinero en las calles, ante la falta de recursos?
Empujaremos a que los septiembres venideros sean de celebración de nuestras tradiciones, sin maltrato ni crueldad animal, partiendo por lograr la abolición del rodeo, y avanzando hacia una sociedad anti especista y empática con todos sus habitantes, incluyendo tanto a animales humanos como no humanos.