Reforestar con especies nativas: la propuesta para mitigar la falta de agua en las cuencas por sequía
La sequía causada por el cambio climático afectará de forma significativa la disponibilidad de agua en las cuencas del país en el futuro cercano. Y aunque se trata de un proceso imposible de revertir a corto plazo, el uso que le damos al suelo alrededor de las cuencas puede profundizar o mitigar el efecto de la sequía en ellas. Un estudio basado en la cuenca del Río Cauquenes identifica la reforestación de las cuencas con especies nativas como una forma de mitigar el efecto de la sequía en la disponibilidad de agua.
Según el estudio, la condición más seca y cálida del ambiente hará que el caudal del río Cauquenes se reduzca en un 32% para el período del 2037 al 2050. Si además de eso se aumenta la superficie de plantaciones forestales alrededor de esa cuenca, la disminución del caudal sería de un 46%. Si de lo contrario, se reforesta con especies nativas, el caudal se reduciría sólo en un 23,3%.
Se trata de un estudio con replicabilidad en todo el secano costero por la cordillera de la costa desde la Araucanía hasta la región de O’Higgins, según analiza uno de los autores del estudio e investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2), Mauricio Galleguillos. Un estudio realizado por el mismo centro en el 2019, mostró tendencias similares para las cuencas de esa misma zona. Ese estudio determinó que “reforestar con bosque nativo tendría un menor impacto en el suministro de agua, ayudaría a regular los caudales y a mantenerlos durante el verano, y otorgaría mayores beneficios ecosistémicos que hacerlo con plantaciones forestales”.
Esto cobra relevancia si se toma en cuenta que parte de los esfuerzos del país para acercarse a la carbono neutralidad implica reforestar con bosque nativo, pero también con plantaciones forestales. “Hay mucho espacio para recuperar sectores clave como las cabeceras de la cuenca o la orilla de los cauces, que deberían rodearse de 50 a 100 metros de bosque nativo y no 5 metros de protección que son los que establece la ley. Estudiando los escenarios de restauración de vegetación nativa, se reduce el impacto negativo de la sequía y eso implica mucha agua que puede ser usada para la población, la pequeña agricultura y para mantener el caudal ecológico”, recomienda Mauricio Galleguillos.
Reforestar una cuenca afectada
“La cuenca del río Cauquenes es de los territorios que más se han transformado desde su paisaje original. De la cobertura original de bosque nativo, solo queda un 3 o 4%. Esta cuenca es un caso emblemático de lo que podría ocurrirle a otras cuencas de Chile que todavía están en un proceso de transformación previo”, explica Galleguillos. Se trata además de una cuenca ubicada en un lugar donde la frontera del clima árido está avanzando hacia el sur, y donde existen múltiples especies al borde de la extinción.
“La presión forestal sobre este territorio continúa, aunque ha disminuido luego del informe del IPCC y porque las empresas conocen los riesgos que existen, teniendo en cuenta que aquí se originó uno de los megaincendios en el 2017”, recuerda el investigador. Galleguillos se encuentra realizando varios estudios en este río; analizando no sólo escenarios de reforestación, sino el cambio en los modos de vida asociados al paisaje y al uso del suelo. Hoy, la otra amenaza que identifica en el sector es la instalación de viñas de alto volumen.
“Es una zona vinícola histórica y hay viñas patrimoniales de 300 años. Hay esfuerzos para revalorizar esas viñas y producir vino de buena calidad, de forma artesanal. Pero ese modelo entra en competencia con las viñas de riego, que consumen una cantidad de agua similar a la de una plantación de pinos, y que se hace para producir vino de menor precio a grandes volúmenes. Esto ha generado conflictividad en el sector, donde varias comunidades rurales se abastecen de agua potable a través de camiones aljibe”, comenta.
Con respecto a la dicotomía entre el uso productivo del suelo y la protección de los ecosistemas, Galleguillos destaca la necesidad de valorizar los servicios ecosistémicos que entrega el bosque nativo. “El bosque nativo crece más lento y no se puede comercializar directamente. Pero no le damos valor al agua que produce el bosque, a los usos culturales del agua, a la biodiversidad que alberga. Un ejercicio interesante es pensar cuánto gasta el estado en mantener la provisión de agua con camiones aljibe”, declara.
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