Cambio climático: un golpe a nuestro narcisismo
En 1917, Sigmund Freud comentó que en la historia moderna el ser humano había recibido tres golpes a su narcisismo. El primero, asestado por Copérnico, donde decía que el sol no giraba en torno de la Tierra, sino que era al revés; luego sabemos que no estamos al centro del universo, ni cerca. El segundo fue dado por Darwin, quien desarrolló la idea que el ser humano era un animal que tal como los otros ha ido evolucionando, quitándonos un cierto estatus especial. Por último, fue el mismo Freud quien propuso que los seres humanos no somos ni tan racionales, ni tan morales, ni aun realmente conscientes de la motivación de nuestros actos.
Hoy, pienso que podemos decir que el cambio climático da también un golpe a nuestra ilusión de especie con derechos especiales en nuestro mundo, de ser los dueños del planeta y de entonces poder hacer lo que sea con él. Me refiero a la ilusión de ser los dueños de la Tierra y que, mientras sea conveniente para nuestro beneficio, se puede hacer todo, sin necesidad de pensar en el ecosistema ni en las otras especies que nos acompañan. Como dueños, tenemos derecho a hacer lo que queramos. Esa es una ilusión narcisista, en la que como especie estaríamos en un lugar especial en nuestro planeta, y entonces usufructuamos de él sin necesidad de considerar los equilibrios medioambientales.
Esta ilusión es propia del hombre occidental, pero no necesariamente ha sido la cosmovisión de los pueblos ancestrales. Conocido es que el pueblo mapuche tiene una mirada frente a la tierra en la que nosotros como especie estamos mucho más integrados. También sabemos que, en este aspecto, esa fue una de las bases problemáticas de enfrentamiento con el pueblo Rapa Nui, en la que, en la negociación de la tierra, este pueblo habría vendido el producto de la tierra, y para los occidentales fue la propiedad de la tierra misma, cosa que en la cosmovisión de ese pueblo era inentendible que se vendiera porque nadie es su dueño. Producto de esta problemática, aún en el día de hoy, los Rapa Nui hablan de los continentales diciéndoles “pasto”, recordando esta parte de su historia, que sin duda fue posteriormente traumática.
La crisis del cambio climático asesta un golpe a una cosmovisión en la que nos situamos como especie en un lugar de posesión de la Tierra y en esas condiciones, por ejemplo, bastaría la soberanía para tener el derecho de arrasar bosques o humedales o terrenos necesarios para la mantención de ecosistemas. La crisis medioambiental nos recuerda nuestra vulnerabilidad (como también lo ha hecho la pandemia). En este sentido, esta crisis nos obliga a replantearnos respecto a esta visión omnipotente. Ojalá estemos a tiempo, y que los gobernantes y las legislaciones se manifiesten en concordancia con este cambio requerido, volviendo a la visión que tenían nuestros pueblos originales.