OPINIÓN | Vivir con frío: La dura realidad de muchas familias en Chile
Apenas llegan las bajas temperaturas, nos damos cuenta que, en nuestros hogares, no estamos en óptimas condiciones de recibirlas. Y es que ya es cotidiano comentar sobre el frío con la familia y el entorno. Incluso, es común navegar en redes sociales y encontrarse con memes o frases que dicen: “En Chile hace más frío dentro, que fuera de la casa”, y eso, definitivamente, no es algo que deberíamos considerar normal.
Estamos en un país donde las condiciones climáticas como el frío, el viento y la humedad, nos obligan a relacionarnos íntimamente con la calefacción. De hecho, según el Informe Final de Usos de la Energía de los Hogares en Chile de la Corporación de Desarrollo Tecnológico (CDT), el 53% del consumo total de energía en una vivienda se destina a calefacción. Esta situación cambia naturalmente en el sur, donde la calefacción representa más del 80% del consumo energético final de los hogares.
Si hablamos del acceso según zona geográfica, desde la región de Coquimbo hacia el norte, más del 60% de los habitantes no tienen o no usan sistemas de calefacción. Por su parte, en la Metropolitana, un 87% de los hogares sí tiene acceso. Pero, desde la región de O'Higgins hacia el sur, hay mayor acceso a la calefacción: esta llega a un 95% o más, alcanzando un 99% en regiones como Aysén y Magallanes.
Ahora, si lo vemos desde el punto de vista socioeconómico y nos enfocamos en la región Metropolitana, nos encontramos con comunas como Santiago o Renca, donde el 24% de las personas no tienen o no usan calefacción. Estas personas se ven notablemente perjudicadas dependiendo de su situación financiera, ya que, dentro de la comuna de Santiago, un 49% de la población en situación de pobreza no cuenta con calefacción.
El frío siempre ha existido y la leña ha permitido, históricamente, que las familias chilenas calefaccionen sus viviendas. Reunirse en torno al calor de una estufa es parte de una cultura muy arraigada, sobre todo en el sur del país. Sabemos, además, que la leña es la forma de calefacción más económica, sin embargo, al no estar regulada y certificada, trae consigo graves consecuencias.
De acuerdo al informe Demanda de Leña y Políticas de Energía en el Centro-Sur de Chile del Instituto Forestal (INFOR), el 97% de la leña es comprada en el mercado informal, con un escaso control de su contenido de humedad. Este uso indiscriminado de leña húmeda, termina siendo uno de los principales factores que mantienen en riesgo a la población, ya que, tal como lo revela el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia, en su publicación El aire que respiramos, la contaminación atmosférica por Material Particulado 2,5 (pequeñas partículas que quedan suspendidas en el aire, e ingresan directamente a nuestros pulmones y torrente sanguíneo) causa cerca de 3.000 hospitalizaciones, y alrededor de 4.500 muertes prematuras por enfermedades cardiovasculares y respiratorias al año.
Pasamos mucho tiempo dentro de espacios construidos, y enfrentar el invierno en medio de una pandemia aumenta, de manera considerable, el consumo de energía en la vivienda, por lo que, destinar parte importante de los salarios en calefaccionar nuestras casas, es una realidad. En este contexto, debemos tener claro que, si ocupamos demasiada calefacción, es porque nuestra casa no ofrece el abrigo correspondiente, y es ahí, cuando acostarse y levantarse con frío, se vuelve, lamentablemente, una costumbre.
Conforme al Censo 2017 elaborado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), existen casi 6,5 millones de viviendas en el país, de las cuales, 2 de cada 3, no poseen ninguna medida de aislación térmica, por lo que el calor generado se pierde con mucha facilidad (a través del techo, piso, ventanas, puertas e infiltraciones de aire), generando un gasto energético y económico excesivo.
Estamos en medio de un importante proceso político donde la vivienda es un elemento clave dentro de la discusión. Como país, tenemos una política ambiental de calidad del aire, compromisos internacionales respecto a la carbono neutralidad, medidas para enfrentar el Cambio Climático y disminuir la generación de Gases de Efecto Invernadero, sin embargo, la actual reglamentación térmica chilena establece parámetros en las viviendas recién a partir del año 2000, por tanto, estamos al debe en cuanto a viviendas que garanticen calidad térmica, y por ende, mejoren nuestra calidad de vida, mientras ahorramos dinero y descontaminamos nuestras ciudades.
Apuntar -a corto plazo- a la regulación y formalización del mercado de la leña, garantizar la aislación térmica de todas las viviendas de Chile, potenciar el recambio de calefactores por equipos más eficientes e implementar soluciones colectivas como la Calefacción Distrital, son algunas de las propuestas que nos permitirían, como sociedad, enfrentar el frío de manera adecuada sin arriesgar nuestras vidas.
Para enfrentar las heladas, en los matinales y noticiarios nos llaman a abrigar nuestras camas, a usar ropa por capas, a no salir de casa y a tomar infusiones calientes, no obstante, cuando el dilema es estructuralmente la casa en que vivimos, aquellas soluciones poco y nada nos ayudan. Los datos a nivel nacional nos obligan a reflexionar: No podemos normalizar pasar frío en el lugar en el que habitamos, ni tampoco, debemos naturalizar vivir inmersos en el aire contaminado.