Primer plano es una revista sobre cultura cinematográfica, cuyo objetivo es presentar y valorar aquellos aspectos de la producción audiovisual contemporánea que, por sus medios y méritos artísticos, facilitan reflexionar y comprender mejor nuestro propio presente. 

Por ello, su foco está puesto en el desarrollo de una cultura audiovisual que permite comprender al cine como un fenómeno que va mucho más allá que una experiencia de consumo o un vehículo de consignas. Los artículos de la revista están conducidos por este espíritu. Nuestra pretensión es que las entrevistas, reportajes, estudios y críticas ofrezcan a los lectores miradas interesantes y novedosas acerca de las relaciones entre el cine y las sociedades latinoamericanas.

La actualización de contenidos será periódica, centrada en los aspectos contingentes cuando mediante ellos sea posible echar luz sobre cuestiones de fondo o dimensiones críticas de la cultura cinematográfica. Desde tal perspectiva, la revista no constituye un medio de difusión y promoción de la industria audiovisual, ni un instrumento de discursos didácticos o ideológicos que ven en el cine una mera ilustración de sus ideas.

Historia y presente

Primer plano fue fundada originalmente en 1972 por un grupo heterogéneo de críticos de cine que no tenían en común más que su pasión por el cine, y la convicción de que el arte cinematográfico es el eje de una cultura que excede por mucho al espectáculo o la propaganda: el cine puede ser una forma de conocimiento del mundo y sobre uno mismo. 

Cuarenta y ocho años después, en un contexto social muy distinto al de entonces, con un cine muy diferente parece mucho más acuciante la necesidad de pensar críticamente la contemporaneidad desde el cine, de manera abierta y democrática.

Esta sensación aúna al nuevo grupo heterogéneo de críticos, entre los cuales está uno de los integrantes del equipo original, que se ha organizado para dar vida a un nuevo proyecto, con similar espíritu.  El Comité Editorial está integrado por Hans Stange como editor general, María Eugenia Meza, Claudio Salinas, Héctor Soto y David Vera Meiggs. Stange, Salinas y Vera Meiggs son académicos del ICEI de la Universidad de Chile; Soto es un reconocido crítico de cine; y Meza es periodista, editora y crítico de cine.

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¿Por qué Primer Plano?

• David Vera Meiggs: En la crítica de cine, la revista Primer Plano ha sido un faro mayor. Hoy las nuevas corrientes y las marejadas peligrosas de la moda nos pueden arrojar impunemente contra muros oscuros. Por eso el iluminado referente de esta revista puede seguir orientándonos. Repetir un gesto crítico beneficioso debe hacerse tradición. 
• Claudio Salinas: Para mí, la relevancia de Primer Plano hoy es que se trata de una publicación que reivindica la relación con un público masivo, porque busca desarrollar la cultura cinematográfica de aquellos y aquellas que se sientan en La Butaca de los Comunes.
• Héctor Soto: Me parece entretenido y estimulante volver a escribir en Primer Plano. Tengo con la revista una conexión que es parte de mi biografía. Sigo creyendo que el cine es una instancia privilegiada para mirar el mundo. Y sigo creyendo que la crítica es una invitación abierta a transparentar las miradas, a cuestionar el mundo, a compartir entusiasmos, a encontrar en el trabajo de los artistas insumos para nuestra propia madurez y crecimiento. Me siento además muy complacido de ser parte del equipo empeñado en proyectar el legado de la revista a los nuevos tiempos.
• María Eugenia Meza: resulta refrescante y esperanzador que un grupo de personas decida lanzarse a esta aventura sin más recursos que los propios. Primer Plano es una revista autogestionada que espera la “sociedad” con sus lectores para seguir siendo viable. ¿Viable para qué? Para reflexionar sobre la sociedad gracias a las historias que el cine cuenta; para reflexionar sobre arte cinematográfico y lo que tiene de catalejo, de microscopio y de visión anticipatoria en este planeta tan exigido y cambiante. 
• Hans Stange: La revista de los 70 se debe a su contexto, a su mentalidad, incluso a las características específicas del cine de su época; pero hay algo que permanece: la necesidad de pensar con el cine, de fomentar una relación con las obras audiovisuales (porque hoy tenemos también las series) que no se limite al acto de consumirlas, sino que encuentre en ellas una experiencia más gratificante y valiosa. Y no para enaltecer al cine, sino para enaltecernos a nosotros mismos: si solo consumimos cine, entonces nos rebajamos solo al rol de consumidores y nos negamos la posibilidad de ser algo más: sujetos sensibles, razonantes, críticos, tolerantes. Reducir el cine a un acto de consumo es embrutecernos.

Primer Plano simboliza eso: una relación de no-consumo con el cine, una idea de cultura cinematográfica más amplia. Lo valioso no es la reaparición de una revista, sino la pervivencia de esta idea.